"Casetas es un barrio con mucho tejido asociativo y muy hospitalario"

Elena Salas y Roberto Muñoz destacan el carácter acogedor de este barrio rural de Zaragoza, aunque lamentan que Zaragoza les tiene un poco abandonados.

Elena y Roberto, con sus tres hijos, Carmen, Belén y Roberto, de solo un mes.
Elena y Roberto, con sus tres hijos, Carmen, Belén yRoberto, de solo un mes.
Aránzazu Navarro

Elena Salas y Roberto Muñoz tienen mucho que decir en la Zaragoza rejuvenecida con sus tres hijos. "Estamos entretenidos", afirma Elena rodeada por Carmen de 6 años, Belén, de 4, y el pequeño Roberto, de solo un mes. Están encantados en el barrio de Casetas, donde es fácil hacer amigos y echar raíces. "Aquí estamos muy contentos, se vive tranquilo", comenta.

Casetas es una de las excepciones de una ciudad que tiene una tendencia constante al envejecimiento. Junto a Peñaflor, Monzalbarba, el Distrito Sur, Torrero-La Paz y Miralbueno son los únicos barrios que se han rejuvenecido en el último año y eso siempre anima. Casetas está lleno de niños. Pero sobre todo es un barrio hospitalario con los de fuera.

Elena, de 39 años, lo sabe bien, porque es de Almansa (Albacete). "En 2009 vinimos a Zaragoza. Durante cuatro años estuvimos viviendo en la calle Mayor, pero Roberto es de Casetas y con la primera hija decidimos venirnos. Roberto es muy casetero", recuerda Elena, que dice que en el barrio "es fácil hacer amigos". "Aquí en Casetas es como si estuviera con mi propia familia. Yo que vengo de fuera, la gente es ‘superamable’", señala.

"A este barrio ha venido gente de fuera con niños pequeños, hay mucha inmigración, del extranjero y de otros puntos de España", apunta Roberto. La influencia de la Opel o del cuartel de la Guardia Civil es determinante a la hora de atraer población. "Es un barrio con mucho tejido asociativo, colaboramos unos con otros, están las peñas, que son muy distintas a las de la ciudad. Lo pasamos pipa. Y hay mucha hospitalidad con el forastero", añade.

Eso sí, la lejanía del casco urbano propicia que en ocasiones las administraciones públicas no estén lo pendientes que deberían estar de las necesidades del barrio. A veces, se ven obligados a recurrir a los servicios de Utebo. "Este es un gran barrio, pero está un poco abandonado por Zaragoza", comenta Elena. Por ejemplo, dice que la biblioteca "es excepcional", pero que "se queda pequeña". O los colegios o las zonas verdes, como el entorno de la Balsa del Ojo del Cura, que tienen problemas de mantenimiento. "También tenemos la Harinera de Casetas, que podría ser un centro cívico", dice Elena.

No se irían del barrio salvo por necesidades laborales. "Si no es por obligación, nos quedaremos en Casetas", dice Elena, que de vez en cuando elucubra con la posibilidad de retornar algún día a Almansa, su ciudad de origen.

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