El Casco, un clásico que nunca muere

El Casco sigue siendo un referente en la noche zaragozana, haya o no más escenarios festivos donde echarse unos bailes

Ambiente el domingo por la noche en el bar La Cucaracha, en la calle del Temple
Ambiente el domingo por la noche en el bar La Cucaracha, en la calle del Temple
E. R. D.

Clásico/a. Que no se aparta de lo tradicional, de las reglas establecidas por la costumbre y el uso. Típico, característico". Si lo dice la RAE, razón tendrá. Y si año tras año los bares del Casco se llenan hasta la bandera todas las noches (aunque unas la bandera esté más alta que otras, también es verdad), es que esta zona de copas es un clásico de la noche zaragozana. Impermeable a otros escenarios festivos que puedan hacerle competencia. Porque (atención, pregunta) si estos días solo hay un macrorrecinto festivo (el Espacio Zity de Valdespartera) tras el fiasco del Parking Norte, y con permiso de la Carpa Aragón, ¿hay más afluencia de público sediento (je je) de diversión por las calles del centro de Zaragoza?

No, a juicio de Rocío, 26 años, asidua de la zona, a la que acudió el viernes y el sábado y en la que admite que no cabía ni un alfiler. No, a juicio de Elena, 30 años, confortablemente sentada el domingo en un taburete del Licenciado Vidriera, casi vacío a medianoche aunque hasta los topes las dos noches anteriores. No, a juicio de Mario, dueño del establecimiento, sabedor de que apenas una hora después su local volverá a estar abarrotado. Para los tres, la cantidad de gente que pasó por las históricas calles del Temple, Contamina, Olmo y aledañas en los primeros compases de las fiestas del Pilar fue aproximadamente la de siempre. Vamos, un montón. Pero no más que otros años, porque aunque no se haya instalado el recinto del antiguo aparcamiento de la Expo, su público parece haberse desperdigado por todas partes. En fiestas, será por oferta. Y el Casco, pese a todo, mantiene el tirón.

En este sentido, los tres coinciden en que es bueno que haya más escenarios festivos, más lugares donde ir. Rocío, por ejemplo, no quiso pasar el sábado en el Zity previendo las aglomeraciones que podrían formarse al entrar, al salir, o en el transporte público. "En el Casco, al fin y al cabo, estás en la calle, no en un pabellón, y si en un bar hay mucha gente te vas a otro. Será por bares", explica. Las razones de Mario son más profesionales. "A más diversidad, mayor distribución de la gente. El sábado, las aglomeraciones fueron difíciles de gestionar en algunos momentos. En La Cucaracha se formaban filas para entrar y los de seguridad no daban abasto", asegura.

De la misma opinión es Jorge, dueño del Primera y Diez, en la esquina de Contamina y Temple. Se queja de que no hay "ningún control" y le da miedo que algún día "pase algo" por tanta gente como circula por las calles, "que no pueden estar más deterioradas", se queja, además.

Eduardo trabaja en el Licenciado y sabe del negocio. Al fin y al cabo, es hijo de Mario y algo ha aprendido después de tantos años tras la barra. No le preocupa que en el bar no haya apenas gente un domingo por la noche. "Ya vendrán", afirma, confiado. "Los asiduos de la zona –añade– se acaban concentrando en unos pocos bares en los que saben que habrá ambiente incluso los días más flojos, como el domingo". Un ejemplo claro, el de los amigos franceses Armand, Christian, Vincent y André. Entre todos suman quién sabe cuántos años. Pero no faltan a la cita del Casco en fiestas desde hace más de dos décadas. A ver quién les dice a ellos de ir al Zity...

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