El único colegio de Zaragoza donde los niños comen de 'tupper'

Las familias se organizaron hace nueve años ante la falta de comedor, y piden un espacio para poder comer en su centro.

Los niños del colegio de Peñaflor se dirigen a la ludoteca para comer
Los niños del colegio de Peñaflor se dirigen a la ludoteca para comer
P. F.

Los niños del colegio de Peñaflor tienen que recorrer medio kilómetro para llegar al espacio que usan como comedor escolar. Las clases terminan a las 14.00 y una fila de niños acompañados por dos monitoras recorren el barrio rural para llegar a la ludoteca. Ahí sacan los 'tuppers' (personalizados) de la nevera, los calientan en el microondas y comen. Después juegan y esperan hasta las 16.30, cuando llegan sus padres a buscarlos. Llevan así nueve años.

El colegio del barrio rural de Peñaflor es el único de Zaragoza que no tiene comedor, junto con el  Emilio Moreno Calvete, en las Delicias, que está pendiente de que empiecen las obras. Y el único en el que los niños comen de 'tupper' (también se ofrece puntualmente en algún centro privado). Hace nueve años, un grupo de familias formó la asociación Esperando al cole para organizar y gestionar el servicio de comedor y el de madrugadores. Mientras, siguen reivindicando un comedor en su colegio con cocina propia o, al menos, línea fría.

Las familias tienen un menú común supervisado por una nutricionista y cada una cocina en su casa. El martes, por ejemplo, tocaba legumbre y fruta. Este miércoles comerán verdura de primero, carne, pescado o huevos de segundo y lácteo de postre. Los padres llevan los 'tuppers' por la mañana a las neveras de la ludoteca. A mediodía, las monitoras atienden a los niños, calientan la comida y ayudan a los más pequeños a comer.

"Desde la asociación Esperando al Cole organizamos el comedor y el servicio de madrugadores. Son fundamentales para que podamos conciliar. Cada familia pagamos 80 euros por niño por el servicio de comedor, y un descuento de 5 euros para los siguientes hermanos. Con esos ingresos pagamos a las monitoras y los seguros legales que nos piden. No tenemos ayudas de la DGA. Esto era una solución provisional que se ha alargado en el tiempo. Pedimos un servicio de comedor como el resto de colegios", afirma Miriam Gracia, miembro de la asociación Esperando al Cole y madres de tres niñas de 5, 8 y 9 años. El comedor le cuesta 225 euros al mes, y además en su casa tienen que hacer la comida para los 'tuppers'.

El colegio tiene 70 alumnos y 19 usan de fijo este servicio de comedor de 'tupper'. Este es el tercer curso con jornada continua y el número de alumnos ha ido creciendo. "Peñaflor es un barrio joven con mucha población infantil. Tenemos 250 niños en edad escolar, pero la mayoría van a colegios de Zaragoza o de otras poblaciones cercanas, porque las familias prefieren colegios más grandes y con más servicios. Desde que tenemos jornada continua y con la reforma del colegio, el número de alumnos ha aumentado. Y las expectativas son que siga haciéndolo, sobre todo cuando por fin tengamos un comedor en condiciones", explica Mamen López, alcaldesa del barrio rural y fundadora de la asociación 'Esperando al cole' en 2009.

Nuevo cole, y comedor pendiente

El colegio de Peñaflor ha mejorado mucho en los últimos dos años. La DGA derribó unos barracones con techo de fibrocemento y la antigua casa de maestros, que estaba en malas condiciones. Se ha reformado el patio y se ha construido un nuevo aulario. Los obreros aún están estos días terminando los últimos detalles. Pero sigue faltando el comedor.

"La reforma está bien, pero el colegio se ha quedado muy justo. Necesitamos otro espacio polivalente, que podría servir para el comedor, sala de reuniones u otras actividades", apunta Sandrine Pitel, madre de dos niños de 6 y 8 años, y miembro de la asociación Esperando al Cole.

La alcaldía ha reservado una partida de 175.000 euros del convenio Ayuntamiento de Zaragoza-DPZ para la construcción de un aula polivalente, pero esta no estaría, como pronto, hasta el curso 2019-2020. Mientras, las familias piden que se permita que los niños coman con sus 'tuppers' en el centro escolar para no tener que desplazarse hasta la ludoteca (que está al límite de su capacidad).

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