El silencio del estudio calló las lecturas del refectorio

El convento de Santo Domingo de Zaragoza se construyó en el siglo XIV, acogió varias sesiones de las Cortes de Aragón y ahora es el Centro de Documentación del Agua y del Medio Ambiente de Zaragoza

El silencio del estudio calló las lecturas del refectorio
El silencio del estudio calló las lecturas del refectorio

En una de las aceras del paseo de Echegaray y Caballero de la capital aragonesa, la opuesta al río, se ubica el legado “más antiguo de la arquitectura conventual bajomedieval de la ciudad”. Así se referencia en la ficha municipal del refectorio del antiguo convento de Santo Domingo, levantado en el lugar donde estaba el solar de la ermita del Olivar o ‘del Milagro’.

Este edificio, catalogado de interés monumental, “fue fundado en 1219 por Jaime I, que le concedía la pesca de los sollos o esturiones del Ebro”, según la misma documentación. Durante ese siglo, el XIII, se acometió la primera fase de sus obras, cuando se construyó la iglesia. En el caso de las dependencias conservadas, tanto el refectorio como las bodegas, datan del siglo XIV.

“En concreto se puede situar el refectorio hacia 1328, según se deduce de las referencias documentales, siendo algo anteriores los cilleros”, se concreta en fuentes oficiales. Sus maestros podrían haber intervenido también en alguna etapa del palacio de la Aljafería.

La sencillez y esencia cisterciense que plasmaron estos artesanos en el comedor de los religiosos se muestra en sus naves, divididas por cuatro columnas de piedra. Estos pilares tienen la basa simple con baquetón, fuste liso y un curioso capitel, que nace con planta circular y muere octogonal.

Esta distribución da como resultado cinco tramos, todos ellos cubiertos con bóveda de crucería sencilla, como se recoge en la citada ficha, de influencia gótico-mudéjar. Aquí se desarrollaron varias sesiones de las Cortes de Aragón entre los siglos XIII y XV en diferentes ocasiones. “Solían tener lugar aquí o en la Seo, por su capacidad y la magnificencia de las edificaciones”, tal y como referencia una guía editada por el Ayuntamiento de Zaragoza.

Bajo este espacio se descubren los cilleros, a los que se accede gracias a las escaleras laterales, la mayoría de sus techumbres son de cañón apuntado. En total está formado por tres naves: dos paralelas y una perpendicular.

La lectura en voz alta de los monjes que antaño vivían allí ha sido sustituido por el silencio de los ciudadanos que acuden ahora a estudiar o leer. El motivo es que desde hace una década se emplaza el Centro de Documentación del Agua y del Medio Ambiente (DAMAZ). Un lugar acondicionado con mesas, estanterías y escritorios que goza de luz natural, la que penetra por los grandes óculos que decoran la fachada.

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