El camino a Cuarte junto a la acequia que se convirtió en gran avenida

Las torres agrícolas de antaño dieron nombre a un vial de conexión entre el centro y el río Ebro donde ahora predomina el comercio, el tráfico rodado... y los accidentes.

El camino de las Torres, a la altura del Hotel Boston.
El camino de las Torres, a la altura del Hotel Boston.
Aránzazu Navarro

Quienes allí viven o trabajan dicen que "hay un claro efecto frontera" en el camino de las Torres. "Si lo cruzas, entras en el Centro, y notas cómo suben los precios, hay menos plazas de aparcamiento, menos vida de barrio...", asegura Ángela Sebastián desde la inmobiliaria Las Torres. La invisible muralla de esta gran avenida se prolonga a lo largo de 2,4 kilómetros como un eje de alta capacidad de tráfico rodado que conecta el río Ebro con el paseo de Sagasta. Hoy lo adornan altos edificios, prestigiosos hoteles y grandes rotondas, pero su origen se remonta a la época en que las fincas agrícolas más destacadas de la ciudad (torres) comenzaron a dar paso a la incipiente industria.

En concreto, el antiguo camino se dirigía hacia Cuarte en paralelo a la acequia de las Adulas, que daba suministro a las huertas de la zona. Por ello, junto a su linde se fueron estableciendo las torres que terminaron otorgándole un nombre que no se perdió con la modernidad de las nuevas construcciones. Con el paso de las décadas y aprovechando este caudal de agua, a finales del siglo XIX se fueron instalando empresas harineras, peleteras...

Sin embargo, una de las más importantes que abrió sus puertas junto al camino de las Torres fue la Oxhídrica Española, destinada a obtener oxígeno para la industria farmacéutica, entre otras. Fue fundada en 1906 y aguantó hasta finales de los años 70. "El director de la Oxhídrica, don Luis Gardeta, recogió las cinco series del tercer premio y las distribuyó en participaciones entre los cuarenta y cuatro empleados y obreros de la fábrica", relataba una crónica de HERALDO tras el sorteo del Niño de 1943.

"Todos los días sonaba a las 13.30 la sirena del cambio de turno", recuerdan desde la asociación de vecinos de San José. El gasógeno, como también se le conocía, estuvo a punto de apropiarse el nombre del camino de las Torres (por el del Gas), pero la transformación urbanística terminó con esta y otras factorías derribadas por la piqueta.

Un cinturón

El soterramiento de la acequia –que hasta entonces cruzaban los zaragozanos sobre tablones o pequeños puentes– permitió la creación de la gran avenida que hoy es el camino de las Torres. Se trazó como un cinturón que conectara el Ebro con Sagasta. Los terrenos de la Oxhídrica dieron paso a calles como la de Andrés Gurpide y a equipamientos como el IES Medina Albaida.

En dirección hacia el río, el antiguo cuartel de San José –antes prisión, y mucho antes convento– fue adquirido por el Ayuntamiento de Zaragoza en la Transición mediante la conocida como Operación Cuarteles. Fue demolido con el objetivo de enlazar con la margen izquierda de la ciudad a través del puente de Las Fuentes.

En el otro extremo, se soterraron las vías de Tenor Fleta, donde permanece desde entonces el colegio Agustinos, construido en los años 30 con una estética neomudéjar obra de Miguel Ángel Navarro. La extensión de sus terrenos fue menguando con el paso de las décadas mediante varios procesos de venta, pero todavía mantiene una presencia hegemónica en la zona.

A su lado se ubicó durante varios años el recinto ferial de las Fiestas del Pilar, hasta que el parque de Miraflores vio la luz. Esta gran zona verde residencial permitió culminar el enlace con la avenida de Cesáreo Alierta, en cuyo cruce se soterraron los carriles de circulación y se elevó el Hotel Boston, uno de los más reconocibles de la capital aragonesa.

Con todo ello se creó una de las arterias que más tráfico soporta. Más de 20.000 vehículos la cruzan de media al día, algo con lo que los vecinos han aprendido a convivir. "Lo bueno es que está muy bien comunicado con cualquier punto de la ciudad, pero a cambio aguantamos ruido y muchos accidentes", apunta Roberto Giménez, vecino del paseo "de toda la vida".

Lo cierto es que el camino de las Torres aparece todos los años en la clasificación de las diez calles con más accidentes de la ciudad que elabora la Policía Local, y en alguna ocasión incluso ha encabezado este listado.

Por otro lado, con tanto tránsito es lógico que exista un nutrido entramado comercial. Desde su inmobiliaria, Ángela Sebastián asegura, eso sí, que "la crisis ha hecho mucha criba". Predominan las tiendas de proximidad, aunque "van ganando terreno las franquicias y cadenas".

En cualquier caso, esta empresaria reclama al Ayuntamiento mejorar el aparcamiento en el camino de las Torres –desde hace tiempo sobrevuela la posibilidad de ampliar la zona azul de estacionamiento regulado–, que además "se ha visto afectado al priorizar los carriles bici".

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