El anuncio de separación fue otra vez el detonante en el último crimen machista en Zaragoza

El asesino confeso de Raquel D. alega ante el juez que la mató al ver que esta vez "iba en serio" que lo quería dejar. Se justifica diciendo que se le fue la cabeza.

La mujer asesinada vivía en este piso de la calle de Zapata, en el barrio de Las Delicias.
La mujer asesinada vivía en este piso de la calle de Zapata, en el barrio de Las Delicias.
José Miguel Marco

Cada caso de violencia de género es único y así debe ser considerado y tratado. Pero hay situaciones o detonantes que se repiten con mucha frecuencia y que deberían servir de alerta a las mujeres. Uno de ellos es el momento de la separación, cuando ella se rebela, toma la decisión, y el varón se da cuenta de que no hay marcha atrás. Es entonces cuando, sin saberlo, la mujer se sitúa en el punto de máximo riesgo para su integridad física. No es necesario que el hombre haya cometido agresiones previas, aunque es cierto que el riesgo aumenta si ha habido antes violencia física.

Según ha podido saber HERALDO, David Pellicer Criado, el autor confeso del último crimen machista cometido en Zaragoza, admitió sin tapujos ante la juez que mató a Raquel D. P., que había sido su pareja durante 17 años, en el momento en que comprendió que la separación que ella le había planteado iba en serio.

"Empecé a pensar en todo lo que se me venía encima" o "me di cuenta de que era una separación y no un impás" fueron las explicaciones que dio a la instructora del caso para justificar que se le había "ido la cabeza". Según declaró el detenido, de 40 años, fue el 17 de junio (una semana antes de cometer el asesinato) cuando Raquel D. P., de 37, le comunicó que quería poner fin a la relación porque ya no sentía el mismo amor por él que antes.

David Pellicer le pidió que aguantara hasta el miércoles, 20 de junio, ya que la hija de 10 años que tenían en común se iba a ir con su abuela materna. Él tenía previsto aprovechar esos días para "arreglar la relación". La mujer accedió, él siguió en el domicilio y el jueves salieron a cenar y a hablar. En la cena le dijo que quería "conquistarla" y, según Pellicer, Raquel le respondió que "no estaba segura" pero, a su juicio, "no fue tajante" en ningún momento.

"He hecho algo malo"

El viernes y sábado transcurrieron sin discusiones hasta que, según el arrestado, el domingo 24, tras la siesta, ella le dijo: "no entiendes nada" y "necesito dejar de verte unos días". Entonces él comenzó a hacer las maletas. Eran las 19.00 y le pidió que le dejara dormir allí porque no quería ir a "llorarle las penas a nadie". Raquel cedió de nuevo aunque le advirtió que la relación entre ellos sería "nula".

Pellicer contó que esa noche se acostaron en la misma cama, hablaron del tema y le comunicó que se iría por la mañana. Pero cuando se callaron para dormir, dice que se le fue la cabeza –"empecé a pensar en todo lo que se me venía encima"–, la cogió del cuello y la estranguló. Luego, sin saber si estaba viva o muerta, se fue al salón, se tomó, al menos así lo cuenta, tres cervezas, medio gramo de cocaína y 15 pastillas de orfidal, se fumó varios porros de marihuana y a las 5.00 cogió un taxi y fue al juzgado. Al verlo apagado, se marchó andando hasta la Jefatura Superior de Policía y al primer agente que lo atendió le dijo que había hecho "algo malo", un "error" y que creía que "la había matado".

Es significativo que David Pellicer describe la relación que había tenido con su pareja durante 17 años como "buena" hasta hacía una "semana y media". Sin embargo, esto no parece que se corresponda en nada con la realidad, a tenor de lo declarado por la mejor amiga de Raquel D. ante la juez del caso, dado que la víctima ya no puede hablar.

Esta persona contó que con el detenido apenas tenía relación y que cuando habían coincidido no había presenciado agresiones, ni amenazas, ni vejaciones. Sin embargo, relató que Raquel D. le había contado que era "muy celoso", que la trataba "como una mierda", le decía que no valía para nada, no le dejaba salir y cuando quedaba con ella la llamaba continuamente. De hecho, tenían que hacerse un selfi para que él viera que de verdad estaban juntas cuando quedaban.

Explicó a la juez que su amiga siempre había estado mal con su pareja, pero que no había sido hasta tres meses atrás cuando le había contado que lo quería dejar y ya no sentía nada por él. Añadió que a los tres días de trasmitirle esto a David Pellicer, había reaccionado de manera violenta cogiéndola por el cuello cuando lo apartó después de que se hubiera acercado a ella de manera cariñosa para mantener relaciones.

Ese día, según la amiga, Raquel se asustó mucho, a lo que él reaccionó llorando y pidiéndole perdón. También le había confesado que, de normal, cuando discutían se ponía "muy nervioso" y "tiraba cosas". Y que fumaba marihuana desde que se levantaba hasta que se acostaba, drogas que el propio encausado, defendido por la letrada Carmen Sánchez, admitió que tomaba desde hacía 25 años.

Diez días antes de ser asesinada, la víctima envió a su amiga varios whatsapps que ahora se tornan en trascendentes: "¡Qué feliz se te ve joía!"; "me alegro mucho de todo corazón"; "después de todo lo que has pasado te lo mereces"; "yo ahora mismo estoy viviendo un infierno"; "pero bueno todo pasa en esa vida"; "Y todo llega..."; "te quiero mucho amiga mía, recuérdalo siempre".

Esta persona también arrojó luz sobre la situación familiar de la pareja: David Pellicer es un "vago" y a Raquel, que era la que trabajaba, le daba "pena". Otro indicador de la distinta interpretación de la realidad del criminal: el día de antes de matar a su compañera se encontró con un amigo y le dijo que todo estaba "superbién".

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