Paseo de las Damas: entre dos cañones por banda y una plaza impronunciable

El paseo de las Damas es un pulmón comercial sin locales vacíos, pese a sus alquileres prohibitivos, gracias a las franquicias y a una reforma que mejoró el espacio peatonal.

Piensa la gente que el paseo de las Damas recibe su nombre por la costumbre de las mujeres de la alta sociedad de pasear en el siglo XIX por esta –entonces– zona verde y de recreo que conducía a Torrero desde el río Huerva, todavía sin cubrir. Sin embargo, las autoras de ‘La Zaragoza de las mujeres’, callejero femenino presentado este mes, desmienten la creencia popular.

"Se debió principalmente a la asociación de Damas de la Inclusa que en 1838, con el fin de sacar dinero mandaron hacer tres docenas de sillas para alquilarlas en este paseo", relatan. "Se facilitarán a las personas que quieran descansar en ellas por el módico precio de dos cuartos", recogía la historiadora María del Carmen Sobrón en una de sus obras.

El primer trazado de la calle se hizo en 1810, pero se incorporó al entramado urbano de la ciudad en el plan de ensanche de los años 30 del pasado siglo, en el que el Ayuntamiento dio forma a León XIII y Miraflores. Además, y aunque todo el mundo lo conocía como el paseo de las Damas, esta calle que hoy une Sagasta con la plaza de Albert Schweitzer no obtuvo esta denominación de manera oficial hasta 1940, cuando dejó atrás el nombre de paseo de Sasera, que se quedó en glorieta.

Ahí se ubican dos grandes conocidos de los zaragozanos. Los cañones, todavía punto de encuentro para muchos, conmemoran desde 1909 el lugar donde un siglo antes se encontraba el Reducto del Pilar, uno de los fortines más importantes de los Sitios.

Grandes cambios

"La calle ha sufrido unos cambios increíbles", asegura Fernando Baena, presidente del Colegio Oficial de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria de Aragón. En el portal 5 del paseo se ubica la sede de su negocio particular, Fincas Pinilla, "desde hace más de treinta años", lo que unido a su profesión le permiten tener una idea clara de la evolución de esta céntrica zona.

"Antes aquí había muchos talleres mecánicos, o delegaciones de empresas, con su oficina y su almacén", apunta. Pero la "gran revolución" llegó en los años 70 y 80, con la construcción de El Corte Inglés, la sede central de Ibercaja y el residencial Paraíso. "Ahora igual no llama la atención, pero en aquella época era todo un lujo", recuerda sobre uno de los edificios de viviendas más conocidos de la ciudad. En él hay pisos de hasta 250 metros cuadrados, lo que los sitúa entre la "alta gama", apunta Baena, que comercializó hace veinte años la última promoción de obra nueva en Damas, al final del paseo.

En cuanto a la ocupación, "las viviendas todavía prevalecen sobre las oficinas, que representan el 30% de la superficie", concreta. Sin embargo, la principal características del paseo es su alta concentración comercial, que la convierten en uno de los puntos neurálgicos para ir de compras. Según los estudios del Ayuntamiento, es una de las pocas calles que no tienen ningún local vacío, pese a contar con algunos de los precios de alquiler más caros de Zaragoza, de hasta 90 euros por metro cuadrado al mes.

Casi todas las grandes franquicias de moda tienen allí su espacio, pero todavía queda hueco para negocios tradicionales que mantienen el espíritu más cercano del paseo. Es el caso de Gilca, una empresa familiar fundada en 1939 por los hermanos Gil Castillo. Desde 1964 reciben a sus clientes en Damas, y pese a que en sus orígenes se centraron en la enología, ahora son un referente en droguería y productos químicos.

Justo enfrente, Cristina atiende detrás del mostrador de otro clásico, lencería Simonett. "Abrimos en 1982 y aquí seguimos", resalta con una sonrisa. Entre su clientela, "muchos fieles de toda la vida, gente del barrio y, sobre todo, jóvenes que vienen por las franquicias de la calle", destaca.

La última reforma

Aunque reconoce el atractivo comercial de la calle, lamenta el estado de las aceras. "Hay muchísima suciedad para ser un calle del Centro y no reparan las baldosas que hay rotas", critica. La última reforma del paseo de las Damas se inauguró hace casi una década, en 2009, con el gobierno socialista de Belloch. Con 1,8 millones de euros y en un plazo de cinco meses se renovaron y ampliaron las aceras a costa de reducir el espacio destinado para el tráfico rodado a un solo carril.

"Poco más se le puede hacer", admite Baena. Por su parte, la presidenta de la Asociación de Vecinos Puerta del Carmen, Marisol Pardo, lamenta que "hay un tráfico horroroso". A su juicio, "al haber tanto comercio se mueve mucho coche" en una calle que, además, "tiene varios párquines públicos". En cuanto al vecindario, reconoce que "hay gente mayor, de toda la vida", pero asegura que "cada vez se ven más parejas jóvenes con niños, muchos niños, en la zona Centro". "Es algo muy bueno para el barrio", celebra.

Una iglesia efímera

En la confluencia entre Constitución, Sagasta y Damas se ubicaba el colegio del Salvador de los Jesuitas, inaugurado en 1879. El enorme edificio contaba con una galería de 17 arcos y daba en uno de sus márgenes a un río Huerva sin cubrir.

Disponía de capilla, pero en 1922 se encargó construir una iglesia exenta. Se pusieron los cimientos, pero no llegó a concluirse. Las obras se retomaron décadas después y en 1960 abrió sus puertas la iglesia de la madre del Salvador, donde hoy se ubica la sede central de Ibercaja.

Tenía una torre campanario en su fachada frontal, planta de cruz latina y tres naves. No duró mucho. Apenas una década después los jesuitas vendieron todo el solar y las construcciones fueron demolidas.

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