La magia del edificio de la Cruz Roja

Elementos como puertas, vidrieras, columnas y artesonados se mantienen intactos desde su fundación en 1928, cuando se llamaba Hospital de la Reina Victoria Eugenia.

Vidriera del patio del edificio de la Cruz Roja
Vidriera del patio del edificio de la Cruz Roja

El Museo de Zaragoza, la antigua Escuela de Artes, el Grupo Escolar ‘Gascón y Marín’ y la sede de Cruz Roja. Esa es la serie de edificios históricos que otorgan personalidad a la plaza de los Sitios de la capital aragonesa. Todos ellos aparecen en la lista de inmuebles catalogados, en el caso de la sede de la Cruz Roja, protegido como bien de interés arquitectónico.

Según el libro ‘La Cruz Roja y Zaragoza: 140 años conviviendo’, editado con motivo del aniversario, sigue el “historicismo arquitectónico, con lenguajes formales del repertorio clásico del Renacimiento”. En la ficha técnica del Ayuntamiento de Zaragoza se califica a esta obra del arquitecto Miguel Ángel Navarro como “ejemplo notable de eclecticismo”.

Un valor que se luce en su fachada, restaurada hace casi quince años gracias a la donación de la familia Lacoma Mendiz. “Es un edificio que está orientado hacia el sol ya que la luz tenía que llegar a todas las habitaciones del hospital, que están ubicadas en la parte exterior, hacia la calle”, explica María Jesús Usón, una zaragozana que ha trabajado allí durante 45 años. Un total de 40 camas era el servicio que ofrecía. En una planta del Hospital de Reina Victoria Eugenia estaban los hombres y pediatría, en otro las mujeres. Todas ellas divididas en habitaciones comunitarias o dobles, con baño y antesala.

“La monarca le daba nombre a este centro sanitario porque ella donó 55.000 pesetas para la construcción”, apunta Usón. Sin embargo, este edificio no se iba a ubicar allí. “En un principio iba a estar en una zona que se llamaba Villasalud, junto a la calle de Hernán Cortés”, añade María Jesús. Cuando terminó la Exposición Hispanofrancesa de 1908 se decidió levantar este edificio en lo que fue la huerta de Santa Engracia. En 1926 se puso la primera piedra y dos años más tarde, el 1 de enero de 1928, fue inaugurado.

Elementos como puertas, vidrieras, columnas y artesonados se mantienen intactos desde entonces. Sin embargo, no todas las dependencias conservan su función. “El Salón Aragón, presidido por la Reina Victoria Eugenia con atuendo de enfermera, es el único que lo mantiene”, apunta esta prejubilada que entró por primera vez al edificio cuando tenía 17 años.

En el último piso estaba la zona de servicio, como la vivienda del portero, las habitaciones del personal de guardia o la lavandería y plancha. “Esto estaba pensado así para tender en la terraza”, señala Usón. Se trata de un mirador que ofrece una panorámica completa de la plaza de los Sitios.

También había cabinas de teléfono, capilla, centralitas, almacén de farmacia y hasta la primera sala de rayos X que hubo en Aragón. “Aquí estuvo el primer termógrafo para mamografías en Zaragoza y se estableció el primer convenio con la Seguridad Social para este servicio y se celebró I Congreso Internacional de Termografía Mamaria”, recuerda María Jesús.

Hasta 1977 el hospital estuvo regentado por las hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl y por personal sanitario hasta 1979, cuando dejó de funcionar. La voluntad era muy buena, pero también era necesaria una formación. Por ese motivo se creó una escuela de formación que estuvo vigente hasta 1986.

María Jesús Usón determina que “la Cruz Roja tiene el deber de cubrir las carencias que se necesitan”. Esta meta también repercute en el edificio y lo que era el montacamillas ahora es el ascensor, el comedor de las monjas se convirtió en sala de reuniones y la habitación de las religiosas ahora hace las veces de departamento de voluntariado. Otro ejemplo es la puerta de las actuales consultas, que era la entrada de las ambulancias. Usón conoció las dependencias tal y como se concibieron hace décadas. “Aquí estaba el quirófano y el secretariado de la Asamblea”, indica mientras pasea entre las mesas del departamento de intervención social.

Todo lo relativo a lo social forma parte de la personalidad y valores de la institución. También lo es la unidad, como se recuerda en su antigua escalera de mármol. “Solo se separó en una ocasión: durante la Guerra Civil. Hubo una Cruz Roja en cada bando. Esta división jugó un importante papel en el intercambio de prisioneros”, relata esta zaragozana que ha desempeñado la labor de directora del servicio de formación. “Durante la contienda española, en este hospital estuvieron alojados unos 11.000 heridos. Según se tiene referencia, gracias a las fichas de ingreso, muchos de ellos eran nombres árabes, por lo que coincidiría con soldados africanos”, añade Usón.

Esta es una de las anécdotas que esconde este edificio, pero María Jesús confiesa que guarda más de un secreto, pero que no se puede contar. “Es parte de su magia”, concluye la zaragozana.

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