Un sello por cada rincón

Fue el producto estrella y muchos lo guardan como oro en paño: se despacharon cerca de 200.000 pasaportes, que los coleccionistas aún revisan los 140 sellos.

Una de las empleadas del pabellón de Dinamarca sellando uno de los pasaportes.
Una de las empleadas del pabellón de Dinamarca sellando uno de los pasaportes.
Etura

Fue tal su éxito que, incluso, en la posterior Exposición Universal de Shanghái copiaron la idea. El pasaporte de la Expo fue uno de los productos estrella: se despacharon cerca de 200.000 unidades, sin incluir las fundas que se crearon para resguardarlo. Había dos modelos –uno con la ‘zaragota’ en la portada y otro más infantil– y el reto era hacerse con cuantos más sellos posibles. Cuentan los responsables que había unos 140, aunque la cifra no es del todo oficial porque, al margen de los pabellones de los países, también había otros espacios (¿se acuerdan del ‘jardín de tapices’ de la CAI?) que también tenían su impronta en caucho. Las comunidades autónomas, las plazas temáticas y las empresas también se sumaron a la fiebre e hicieron sus propios cuños.

"Será una de esas cosas que no se tirarán, que aparecerá en un cajón dentro de 50 años y hará rememorar el primer día de visita a la muestra", auguraba en su día Juan José García, responsable de Escena Comunicación. Cuentan que una vez que se puso todo en marcha, hubo piques entre los distintos pabellones y cada cual pedía un color más vivo o un diseño mejor para destacarse. De hecho, hubo países (Jamaica o Bolivia) que variaron de sello durante la muestra y en unos pasaportes aparecen con una estampa y en otros con otra. «¿Y tú cuántos llevas?», fue la pregunta más repetida los primeros días en los que se puso el pasaporte a la venta: era como una colección de cromos y los sellos más cotizados eran los de Japón y Alemania.

El pasaporte tenía 32 páginas y se compraba en las tiendas oficiales de la Expo por 3,30 euros. No era una idea del todo novedosa, pues por Ranillas se dejaron caer familias que –incluso– comparaban los sellos con los de un documento similar de Sevilla 1992. Entonces se impulsó porque había pabellones –digamos– poco atractivos que de otra manera no se visitaban. El único pero del invento fue el problema surgido con TBZ, la empresa que regentaba las tiendas de la Expo, que no pagó a algunos suministradores y el tema acabó en los tribunales.

Sellos del pasaporte Expo.


Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión