El pasado 20 de mayo se celebró por primera vez el Día Mundial de las Abejas. La delicada situación que atraviesan estos polinizadores, vitales para gran parte de la producción alimentaria mundial, fue clave para concederles esta distinción. Pero desde bastante tiempo atrás, los bomberos aragoneses se esfuerzan en que las abejas perduren. De hecho, los miembros del 080 de Zaragoza han perdido la cuenta de las veces que han salido esta primavera a recoger nidos de los lugares más insospechados. Algunas veces, han descubierto las abejas al ver que caía miel por entre las vigas. 

Las abejas que recogen ni mucho menos son sacrificadas. Porque, lo que mucha gente no sabes es que, conscientes de la mala situación por la que atraviesa la especie, los bomberos trabajan con un protocolo de conservación en el que colaboran los apicultores de la capital aragonesa y sus alrededores. Cada vez que se le requiere para retirar un enjambre, los vehículos del 080 llegan con el maletero a rebosar de cajas de cartón y madera con panales en su interior. No son de su propiedad, sino de apicultores particulares.

Cada una de estas cajas lleva rotulado un nombre y un teléfono: cuando los bomberos las llenan, llaman al dueño para que se pase a recogerla por el parque en el que ha sido depositada.

Raúl Estefanía es uno de los apicultores zaragozanos que colabora con este proyecto. "Este el primer año. Me parece muy bien, es la mejor opción", comenta. El apicultor explica que supo de este protocolo de conservación de la especie a través de un amigo que trabaja como bombero. Los enjambres que recibe del 080 tienen las mismas posibilidades de salir adelante que las poblaciones de su propiedad. La clave es que no les falte alimento, algo que esta primavera parece improbable. Las abundantes lluvias han provocado una floración considerable, lo que ha incidido en la proliferación de enjambres por toda la capital aragonesa.

La nueva reina busca su espacio

Pilar Santolaria y Jesús Yániz, catedráticos ambos de Producción Animal de la Universidad de Zaragoza y miembros del Instituto Universitario en Ciencias Ambientales de Aragón, conocen muy bien el comportamiento de las abejas. En 2016, encabezaron un proyecto de investigación que tenía como finalidad proteger la abeja autóctona. "La enjambrazón forma parte de su proceso reproductivo. Una colmena, cuando tiene un número considerable de individuos, cría una nueva reina y esta, con un séquito de obreras, sale de la colmena en busca de un lugar para formar una nueva población. Estos enjambres son los que aparecen en los lugares más insospechados", explican los investigadores.

"La importancia de las abejas va mucho más allá de la producción de miel, ya que son los insectos polinizadores más eficaces y la polinización es clave para la alimentación humana -agregan los catedráticos-. Tanto es así, que de las 100 especies de cultivos que producen el 90% de los alimentos del mundo, las abejas polinizan más del 70%". Cuestionados por la delicada situación de las abejas, estos estudiosos de su comportamiento yLas  costumbres indican que la globalización ha traído enfermedades que las diezman. "Además, la desaparición de su hábitat y las grandes extensiones de monocultivos disminuyen la disponibilidad de alimento. La utilización de pesticidas también puede suponer una amenaza", puntualizan. En esta coyuntura, la labor de los bomberos, salvadores de abejas, se antoja más que encomiable.