Más de medio siglo entre tinta y papel

El impresor Antonio Navarro se jubila después de más de 50 años de trabajo y afición por los libros.

Antonio Navarro Lop
Antonio Navarro Lop

Puede que no haya escrito muchos libros a lo largo de su vida aunque por sus manos han pasado cientos de títulos. Antonio Navarro Lop (Zaragoza, 1953) se acaba de jubilar después de más de 50 años de oficio como impresor. Las persianas de su negocio, Talleres Editoriales Los Fueros, se han cerrado para siempre y el sonido de las máquinas de impresión ya no se escucha al pasar por el local de Madre Sacramento, 46. “Pensé que el mejor colofón para terminar mi vida profesional era con un libro, que es lo que llevo haciendo más de medio siglo”, comenta Antonio Navarro.

La última obra salida de su taller la ha escrito al alimón con Eduardo Burgaz, cuenta con el prólogo de Gustavo García y se titula ‘¿Quién mató al Pollico?’. El libro narra la historia de Jesús Royo Vela (El Pollico), un hombre que sufrió los reveses de la vida y que murió de frío bajo el puente de La Almozara en febrero de 1999.

Navarro conoció bien a Jesús Royo Vela porque coincidió con él en la Casa de Misericordia. “Allí estábamos los cortos de bienes y, como el Pollico, lo cortos de cariño. Cuando falleció tuve que ir a reconocer su cadáver al Anatómico Forense. En el libro se le rinde homenaje contando esta historia demoledora”, cuenta.

“Soy un chico del hospicio, allí me formé como impresor y, como otros niños, aprendí un oficio de los muchos que se enseñaban allí. Con 14 años entré en la imprenta provincial del Hogar Pignatelli, puesto que la Casa de Misericordia -actual sede del Gobierno de Aragón y hospicio hasta 1971- dependía de la Diputación Provincial, y gracias a esa oportunidad comencé a trabajar. Luego me establecí por mi cuenta y he sido empresario durante 40 años”, añade.

La imprenta ha sido su profesión y también su afición, porque además de imprimir libros para centros oficiales e instituciones, en sus ratos libres ha editado otro tipo de obras principalmente relacionadas con Aragón. “Solo ponía una condición: que no se pudieran vender. Yo entregaba la mitad de la edición y me quedaba la otra media sin coste alguno para el autor. Siempre han sido ediciones no venales”.

Entre este tipo de publicaciones, además de ‘¿Quién mató al Pollico?’ destacan, entre otros muchos títulos, ‘Centenario del Tranvía Eléctrico. Zaragoza. 1902-2002’, de José María Valero o ‘Historia y vida cotidiana del Hogar Pignatelli. 1666-1971.’ (DPZ, 2009). Este último volumen sobre la Real Casa de Misericordia de Zaragoza recorre diversos aspectos sobre el pasado de este centro a lo largo de tres siglos. Tuvo una muy buena acogida y se presentó oficialmente en la Sala de la Corona del Gobierno de Aragón, con una primera edición de 2.000 ejemplares salida de los Talleres Editoriales Los Fueros. “Regalé el libro a todo aquel que había vivido en el hospicio o tenía una relación cercana con él. Después tuve que reimprimir 1.000 más”, rememora.

Tras pasar por la imprenta del Hogar Pignatelli, decidió materializar su sueño: tener su propia imprenta. “Podía haberme quedado con mi empleo de funcionario en la imprenta, o en la banda provincial, porque desde los 9 años comencé a estudiar música y además formé parte de ella durante varios años. Pero cuando sueñas con una cosa es difícil que no se cumpla y por eso al final conseguí crear mi propio negocio después de una etapa en los talleres editoriales de la Librería General. En 1980, al morir el propietario, cerró y los trabajadores formamos una cooperativa entre 9 personas para seguir con la imprenta. Pero a los dos años me dí cuenta de que no me cuadraba y decidí emprender un nuevo camino con otro de los socios. Confundé Navarro y Navarro Impresores, con Francisco Manuel Tejedor Navarro.

Por último, desde 1993 y hasta la fecha, continuó en solitario con Talleres Editoriales Los Fueros. Navarro ya ha desmantelado la imprenta, salvo alguna máquina que aún queda en el local. “No hay relevo y me da algo de pena. Tengo dos hijas pero se dedican a otras profesiones”, explica.

El bum de las artes gráficas

En Zaragoza, el sector de las artes gráficas “vivió un bum desde 1992 hasta 2008. Nacieron bastantes imprentas y las que había, en vez de hacer grandes empresas hicieron empresas grandes, jugaron a ver quién compraba la máquina más cara y que imprimiera más colores. En 2008 llegó la crisis y la mitad cerraron”, afirma.

En esa crisis también influyó el mundo digital. “Ya no hace falta que seas un impresor con experiencia. Con unos pocos conocimientos de informática y un curso de formación basta, y no hace falta saber arreglar una máquina. En mi taller conocía todas las máquinas y si se paraban por una avería sabía cómo volver a ponerlas en marcha. Antes el impresor era el 80% de la máquina y ahora es el 20%. Ahora, en general, no se conoce el oficio, los papeles, la relación de la tinta con el agua. Hoy se compran los colores ya hechos pagando un dineral en lugar de mezclarlos uno mismo”, lamenta.

El mundo de la imprenta deja un hueco en la ciudad con la jubilación de Antonio Navarro, cajista, linotipista, impresor, director de la revista ‘Adoquín’ y uno de los jugadores de fútbol que más años ha militado en la filas de la Agrupación Deportiva El Gancho, C. F. Su inquietud le hará seguir “mientras sea necesario” como presidente de la Asociación de Antiguos Alumnos del Hogar Pignatelli y entre sus planes de futuro no descarta frecuentar las aulas universitarias para seguir llenando páginas de su vida.

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