Retirados 500 bolsones de procesionaria en Zaragoza

El Ayuntamiento de Zaragoza inicia una nueva campaña para el control de estas orugas y actúa sobre 7.000 pinos.

Bosón de procesionaria en un pino en Las Fuentes.
Bosón de procesionaria en un pino en Las Fuentes.
C. I.

Como es habitual en estas fechas, la subida de las temperaturas ha propiciado la aparición de las primeras hileras de orugas de procesionaria en varios puntos de la capital aragonesa. “Hasta la fecha tenemos cuatro focos de procesionaria controlados en el barrio, pero seguro que hay más”, alerta José Luis Ibáñez, representante de la asociación de vecinos de Las Fuentes de Tramacastilla.

“Esto no es nuevo, ya hemos denunciado esta situación varias veces desde el mes de diciembre y es algo que ocurre cada año”, añade Ibáñez, quien recalca que es un peligro no solo para los animales sino para las personas -especialmente los niños- que pasean o hacen uso de las zonas verdes del barrio.

Por su parte, fuentes del Ayuntamiento de Zaragoza aseguran que en la última campaña se han llevado a cabo varias actuaciones para el control de la procesionaria del pino en más de 7.000 pinos de la capital aragonesa, como parte de un paquete de medidas que comenzó a implementarse hace más de un año.

“El Servicio de Parques y Jardines del Ayuntamiento, a través de las empresas adjudicatarias del mantenimiento, con la colaboración de la Universidad de Zaragoza y la empresa Opennatur S.L., están llevando a cabo un proyecto para intentar una mejora en el control de esta plaga en el entorno urbano, en donde el nivel de tolerancia es prácticamente nulo”, informan.

“Como última medida, se ha procedido a la retirada manual de bolsones en un total, hasta la fecha, de 496 ejemplares”, advierten fuentes del Ayuntamiento de Zaragoza.

La primera fase de este proyecto consistió en la colocación, durante el pasado mes de junio, de más de 200 trampas de feromonas en diversos puntos calientes’ de la ciudad con el fin de capturar a los machos adultos (polillas) y determinar su curva de vuelo.

Con este objetivo, cada 10 o 15 días, desde finales de julio hasta mediados de septiembre, se realizó la recogida y conteo de los ejemplares capturados en las trampas. Además, con estos datos se pudo establecer la curva de vuelo que permitió realizar una aproximación de su ciclo vital y definir las zonas y los momentos más apropiados para aplicar los siguientes tratamientos.

Para combatir la ‘Thaumetopoea pityocampa’, se optó el tratamiento habitual, aplicado el pasado mes de octubre, a base de la bacteria ‘Bacillus thuringiensis’. “Su objetivo es la disminución de las poblaciones de orugas que causan plaga, antes de formar el bolsón, fase en la que dicho tratamiento tiene mayor efectividad”, añaden fuentes del Consistorio zaragozano. Destacan que se trata de un producto respetuoso con el medio ambiente y no tóxico para los ciudadanos ni para los animales de compañía.

Además, con objeto de prevenir la aparición de esta plaga en algunos ejemplares de pinos aislados de difícil acceso, se efectuó un tratamiento mediante endoterapia, una técnica mediante la cual se inyecta directamente el producto fitosanitario en el tejido vascular de los árboles, evitando así su dispersión o afección a la fauna y las personas del entorno. “Su efectividad es del 100%, no obstante tiene un coste que obliga a reducir su utilización a ubicaciones muy concretas”, aseguran.

Finalmente, y como medida de refuerzo a todas estas acciones, se han colocado varias trampas que impiden a las orugas llegar al suelo, en los troncos de aquellos árboles en los que se ha detectado que han logrado sobrevivir las larvas y con el objetivo de evitar su llegada al suelo.

El susto de Kira

El pasado viernes, en torno a las 13.00, Natividad paseaba con Kira por el parque de Montecanal, cerca de los terrenos que colindan con Arcosur. “Ya nos habían avisado de que había que tener ojo con la procesionaria, y fue con cuidado, pero volviendo a casa se dio cuenta de que no paraba de babear y tenía la lengua muy inflamada”, relata Olga Magdalena, su hija.

“Enseguida le lavamos la boca y llamamos al veterinario, mientras esperábamos al taxi se le empezó a inflamar el hocico y la zona de los ojos, y empezó a temblar de dolor incluso a vomitar”, recuerda, todavía asustada. Por suerte, la joven llevaba una dosis de urbasón en el bolso: “Siempre llevo una por si acaso”.

Una vez en la clínica Emergencias Veterinarias de Zaragoza (EMVET), hospitalizaron a Kira para un mayor control y tenerla en observación. “El sábado le dieron el alta, y aunque todavía sigue con tratamiento, por suerte no ha ido a más, el problema es que no sabemos por dónde pasear ya”, concluye Magdalena.

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