Muralla romana, dieciocho siglos de sufrimiento

Aunque se enseñorea desde el siglo III, la escasa protección de los vestigios arqueológicos en los últimos años han provocado pequeños desprendimientos con motivo de las obras del tranvía o la demolición de los arcos de Martín Trenor.

Aunque este martes por la mañana la muralla romana ya lucía algo más despejada de vallas, tuberías y material de obras, el monumento y su entorno han sido grandes sufridores en los últimos años de no pocas agresiones -más o menos fortuitas- que han podido deteriorar los vestigios. Hasta hace no tanto era costumbre extendida encaramarse a los sillares con motivo de las procesiones de Semana Santa o, incluso, de la cabalgata de Reyes cuando pasaba por Cesaraugusto. Antaño, incluso, la plaza de San Juan de los Panetes era el escenario de la música electrónica en las fiestas del Pilar para disgusto de los defensores del patrimonio que sufrían no solo por la muralla sino también por la inclinada torre de la iglesia, no habituada a bailar en las ‘raves’. El caso es que los vestigios arqueológicos de la plaza de Salduba, catalogados por su Interés Cultural, han dado muestras de su deterioro en los últimos años en los que no se han cuidado precisamente con mimo.

Las obras para implantar la línea del tranvía pusieron en jaque el monumento porque se detectó que la reforma provocaba que los sillares soportaran más humedad. El área de Patrimonio del Ayuntamiento y la sociedad de Los Tranvías se reunieron en repetidas ocasiones para buscar una fórmula para que la piedra de la muralla transpirara de forma natural y frenar pequeños desprendimientos que llegaron a producirse. Entonces algunos arqueólogos aventuraron que quizá se podría construir un pequeño foso o un área ajardinada en torno al fragmento de muralla para segregarla del pavimento de la plaza y disuadir a quienes tratan de 'coronarla'. Está previsto, además, que cuando concluya la reforma del Mercado Central, el lienzo de época romana quede a cota y pierda el actual zócalo de hormigón que confunde a muchos turistas. No obstante, se ha comprobado que los sillares que tocan el suelo son los más vulnerables -están formados de arenisca y con la humedad pueden saltar lajas- así que había que buscar un buen método de protección.

La muralla romana ya sufrió algún pequeño desperfecto también en abril de 2013 cuando se derribaron los arcos de mármol blanco diseñados por Martín Trenor que presidían la entrada del Mercado Central. Entonces, y a pesar de que los restos se protegieron con sacos terreros, hubo que echar mano de argamasa para mantener unidos algunos sillares tanto en la parte alta de la estructura como en su interior.

En esta ocasión, durante la puesta en pie de la carpa provisional del Mercado Central, Patrimonio puso énfasis en que en el entorno de la muralla, en la calle de Salduba, los anclajes fueran muy superficiales. Se decía, además, que la muralla se protegería con un vallado y que la zona de acopio de materiales, en torno a la estatua de César Augusto y la ranita, quedara cercada. La gran carpa tiene una techumbre a dos aguas, salvo en la parte de la muralla, donde solo achicará hacia la calle. Nada se decía –claro- de que no se apoyara material de obra sobre los sillares, pero porque tal despropósito no entraba en los planes de nadie. O casi nadie.

La historia

La muralla romana de Zaragoza, que ha marcado la configuración de la ciudad durante siglos, fue declarada Monumento Nacional en 1933, por lo que actualmente es Bien de Interés Cultural. Construida entre el siglo I y el siglo III, llegó a medir unos 3.000 metros de longitud y tuvo más de 120 torreones defensivos. Estos se construyeron a intervalos de entre 14 y 16 metros de distancia. De la muralla se han conservado varios tramos, tanto en altura como a nivel de cimientos y bajo la superficie actual de la ciudad. El más largo y conocido, por lo monumental, tiene unos 80 metros de longitud y se ubica en el extremo noroeste de lo que era la ciudad romana de Caesaraugusta, al lado del Torreón de la Zuda. Ha sufrido, eso sí, numerosas intervenciones y restauraciones.

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