El Banco del tiempo registra 600 horas de trabajo voluntario

Las pequeñas reparaciones y chapuzas en el hogar se llevan la palma en cuanto a las habilidades más demandadas.

María Jesús imparte una clase de  piano a través del Banco del tiempo
María Jesús imparte una clase de piano a través del Banco del tiempo
C. I.

El Banco de tiempo es una iniciativa promovida por la Concejalía de Acción Social y Cooperación al Desarrollo del Ayuntamiento de Zaragoza y gestionada por la Federación de Asociaciones de Barrios de Zaragoza (FABZ) que nace en 2007 con el objetivo de incentivar la colaboración vecinal en cualquier parte de la ciudad. “A día de hoy contamos con casi 800 socios”, explica Eva Peña, secretaría del Banco del Tiempo de Zaragoza

El perfil de usuarios mayoritario en la actualidad se basa en gente de todo tipo y prácticamente equitativo en cuanto a hombres y mujeres –que representan un poco más del 50% de los socios- entre los que se encuentran estudiantes, amas de casa, autónomos o gente en situación de desempleo. En cuanto a la media de edad, roza los 45 años. Los requisitos son ser mayor de edad y ofrecer cualquier conocimiento, por peculiar que parezca.

En cuanto a las opciones a la hora de proponer una habilidad la variedad abarca todo tipo de disciplinas, desde reparación de persianas o electrodomésticos, peluquería a domicilio, fontanería, mecánica o albañilería –algunos de los más demandados y útiles para los usuarios-, hasta cerrajería o restauración de muebles. “Sin duda este tipo de chapuzas en casa son las cosas que más se buscan en el Banco del Tiempo porque facilitan mucho la vida a los participantes”, añade Peña

Sin embargo, también nos encontramos con ofertas de lo más curiosas como clases de preparación de tortilla de patata, de cocina hindú o japonesa o hacer recados, u otras opciones más actuales como el diseño de páginas web, clases de DJ, de marketing o diseño gráfico, pasando por diseño de exteriores –como jardines o patios-, malabares o juegos de rol, canción mexicana o aprender a fabricar velas o jabones caseros.

“Nuestro objetivo principal es crear una red de ayuda mutua y tratar de recuperar los favores entre los vecinos, que dejen de ser esas cosas que acabamos pidiendo a familiares y amigos”, añade Peña. El funcionamiento es sencillo: los interesados se inscriben o bien a través de la web oficial del Banco del Tiempo o de manera presencial en cualquiera de sus sedes zaragozanas - Federación de Asociaciones de Barrios de Zaragoza (FABZ) o en las Asociaciones de Vecinos de La Cartuja, Picarral, Arrabal y La Jota.

“Tomamos nota de sus datos y de lo que ofrece, y cuando un socio necesita algo le ponemos en contacto con las personas que tienen esa habilidad para que se pongan de acuerdo. Al voluntario se le suman las horas en su cuenta y al solicitante se le restan”, añade la responsable del banco. “Llevamos desde 2016 manteniendo las 600 horas de intercambio de favores al año”, asegura. Todo esto queda registrado en un cheque con forma de talón, en el que se cambian los euros por las horas.

En ocasiones, también existen demandas que no pueden suplirse por falta de personas que lo ofrezcan: “Por ejemplo nos piden bastante alemán pero hay muy poca gente que lo ofrezca”. Además, de manera anual los voluntarios del Banco del Tiempo de Zaragoza tienen su propia cita: la Feria del Intercambio. “Desde hace cuatro años organizamos esta red de trueque en la que se dan cita más de 90 puestos de asociaciones y redes relacionadas con el intercambio, la ayuda mutua o la economía solidaria”, afirma Peña.

Lo que sé por lo que sabes

María Jesús Aznar lleva más de ocho años como voluntaria del Banco del Tiempo. “Lo conocí a través de la radio y al día siguiente fui a apuntarme, me resultó una idea muy interesante”, recuerda. En su opinión, se trata de una alternativa solidaria que no entiende de dinero ni de clases sociales. “Yo sé hacer algo que tú no sabes, y o bien te enseño o lo hago por ti. Y en otro momento otra persona hará lo mismo conmigo”, explica la zaragozana.

En su caso, calcula que lleva más de 200 horas de favores intercambiadas, y se ofrece como maestra de repaso para Primaria e inglés, y también ofrece clases de piano. “Esto último es lo que realmente me piden a través del banco”, asevera. A cambio, Aznar ha solicitado conversación en inglés y ayuda en el hogar, “y no solo para mí sino para mis hijas”, indica.

Como ella, hace cuatro años y tras jubilarse, Ana Fillat decidió sumarse a esta red de favores para aportar lo que mejor se le da: la peluquería. “La idea inicial era ir a casa de gente que no puede salir o moverse, aunque también me ha llamado gente joven”, explica. Aunque, en su caso, ha realizado más horas de las que ha consumido, asegura sentirse satisfecha. “Han venido, por ejemplo, a arreglarme una persiana o el lavavajillas, la verdad es que es muy cómodo”, añade.

Sin embargo, reconoce que a veces es complicado cerrar una cita con según que voluntarios: “A veces llamas y ninguno de los tres puede. Supongo que es cuestión de voluntariedad y compromiso”. En opinión de la zaragozana, este servicio debería de llegar a toda la ciudadanía para que la red alcanzase unos mayores niveles de representatividad. “Es una iniciativa muy interesante, gratuita y basada en la ayuda mutua”, concluye.

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