'Street food' de toda la vida

Aunque la comida callejera está de moda, hay locales zaragozanos que llevan décadas sirviendo platos que se toman por la calle.

Mariví Bazán y Conchi Plumed, en la chocolatería La Fama de Zaragoza.
Mariví Bazán y Conchi Plumed, en la chocolatería La Fama de Zaragoza.
Cristina Delgado

El ‘street food de toda la vida’ está de moda. El chef David Muñoz, con tres estrellas Michelin, tiene mucha culpa del éxito de este tipo de cocina, que él reivindica en sus restaurantes Diverxo y Streetxo, y que se inspira sobre todo en Asia y en esos platos sencillos, pero muy sabrosos, que se preparan en puestos instalados en plena calle.


Sin embargo, aunque parezca el último grito en gastronomía y enamore a modernos de postín, la comida callejera (que es la traducción al español del inglés ‘street food’) ni es tan nueva ni es cosa de ‘hipsters’ a la última moda. Para comprobarlo no hace falta irse demasiado lejos, porque la capital aragonesa lleva años presumiendo de locales con mucha solera cuya especialidad son platos que se comen sin dejar de pasear.El Calamar Bravo

Que se lo digan a El Calamar Bravo. Un clásico zaragozano, en el que es habitual que la fila de clientes que esperan sus bocadillos llegue hasta la calle.


El negocio nació en 1968 y cuatro décadas después, en 2009, abandonó su local original, en la calle Moneva, por unas nuevas instalaciones en Cinco de Marzo. Lo que no ha cambiado es el producto estrella: el bocadillo de calamares bañados en una salsa que los hace únicos. “Los ingredientes son un secreto de familia”, cuenta Joaquín, que ya es la segunda generación al frente de la empresa que fundaron sus padres, Joaquín Navarro y Mª Dolores Berna.


Para este hostelero zaragozano, el secreto del éxito es “ofrecer buena comida a buen precio y tratar muy bien a los clientes”. En cuanto a si el ‘street food’ es cosa de modernos, Navarro lo tiene claro: “Pues no sé si es muy moderno, pero yo lo llevo viendo desde que era pequeño…”.Chocolatería La Fama

Tampoco son nuevos en el mercado los propietarios de la chocolatería La Fama. Desde su local en la calle Prudencio, llevan 27 años despachando chocolate, churros y porras que sirven para tomar en el local o para llevar, a través de un mostrador que da a la calle y en el que, sobre todo en invierno, se arremolinan los clientes en busca de un reconfortante vaso de chocolate caliente. “Ahora en verano lo servimos frío, que también está muy rico”, asegura Mariví Bazán, desde la barra en la que atiende.


Para ella, lo de la comida callejera tampoco es una novedad. “No se ha inventado nada nuevo”, asegura. Y lo dice con conocimiento de causa, porque el negocio nació a partir de la churrería ambulante que tenían sus abuelos, que ya vendían su crujiente ‘street food’ mucho antes de que alguien se inventara esa expresión.


Bazán cree que el éxito de la chocolatería se debe al boca a boca de sus clientes, a los que han visto crecer generación tras generación. “Muchos venían de niños con sus padres y ahora vienen con sus hijos”, cuenta. Lo que no revela es el truco para que el chocolate tenga esa textura y ese sabor, marca de la casa, y que atrae a tantos y tantos incondicionales. “La receta es nuestro secreto”, dice.El Timple

Otro clásico zaragozano es el Timple. Lo suyo es mitigar el hambre (y suavizar la resaca) de quienes regresan a casa después de una noche de copas. Aunque también tienen su público en horario familiar. "De 20.30 a 23.00 vienen muchos padres con niños. A partir de las 23.00, acuden sobre todo clientes de entre 18 y 30 años", cuenta Javier García, desde la bocatería de Madre Vedruna.


Desde sus tres locales (en Madre Vedruna, Dato y Contamina) sirven bocadillos hasta altas horas de la madrugada. “Entre semana abrimos de 18.00 a 0.30 y los viernes y los sábados, de 18.00 a 5.30”, cuenta Sergio, otro cocinero del grupo. Aunque el horario es amplio, aquí la avalancha de clientes siempre llega a última hora. "Pasa muchas veces: cuando estás a punto de cerrar, de repente se te llena el local".


Aunque ofrecen hamburguesas, perritos y baguettes, el plato estrella de su carta es el campero, una bocata de jamón de york, queso, lechuga y tomate que arrasa entre los trasnochadores desde 1980, fecha en la que se inauguró el negocio. 


Son tres ejemplos, pero dejan claro que en esto del 'street food' Zaragoza sabe de lo que habla. Y aunque sin estrellas Michelin, los platos de estos bares y restaurantes han dado muchas alegrías a varias generaciones y ya forman parte de la historia de la ciudad. Elijan el que elijan... ¡que aproveche!

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