El cuartel de Mayandía por dentro: aquí trabajan 650 policías

Adentrarse en sus pasillos es como un viaje al pasado en pleno centro de Zaragoza. El cuartel de Mayandía, inaugurado en octubre de 1945, poco ha variado su fisionomía desde entonces. La falta de inversiones en conservación han convertido el inmueble, lugar de trabajo de unos 650 agentes de la Policía Nacional, en un “peligro” y su estado es “lamentable”, según denuncian los sindicatos.

En esta situación no solo se ven afectados los trabajadores. También los ciudadanos que acuden a realizar gestiones a su interior, que entre otras dependencias alberga la comisaría Centro, Seguridad Ciudadana y todos los vehículos policiales de la Jefatura en la ciudad.

La Inspección Técnica de Edificios (ITE) ha emitido un informe “desfavorable en la mayoría de sus puntos”, tal y como adelantó Heraldo.es, y ha cuantificado la cuantía necesaria para paliarlos en 1,7 millones de euros. Ante esta situación, el sindicato UFP ya ha solicitado el cierre de las instalaciones y el traslado -provisional o permanente- a otra ubicación de la ciudad.

Un simple paseo por su interior confirma a simple vista el veredicto de la ITE. Desde pasillos con paredes agrietadas o con humedades, hasta cables pelados, pasando por ventanas de madera podridas por el paso del tiempo, pocas estancias se salvarían de un lavado de cara.

Los vestuarios sufren las inclemencias del tiempo, en especial en invierno, y apenas ofrecen unas taquillas oxidadas más propias de otra época. Además, “la calefacción pierde agua y en cuanto llueve un poco aparecen las goteras”, critican desde el sindicato SUP. Como señalan desde esta formación, “al principio de la legislatura le trasladamos al delegado del Gobierno el lamentable estado del edificio, y nos dijo que era un problema que venía de atrás; el problema es que nunca se ha hecho nada”.

En la misma línea se manifiestan desde el sindicato CEP, donde aseguran que Mayandía “no es habitable, está para cerrar hoy mismo”, y culpan a la escasa voluntad política, que ha dejado escapar “oportunidades como la Expo o la bonanza económica”.

Lo cierto es que poco se ha hecho en estos últimos años. Se instaló un elevador en la entrada principal para salvar las escaleras de acceso, que hacían inaccesible el edificio para las personas con movilidad reducida. Y en los pasamanos interiores se incorporaron barandillas adicionales por riesgo de caída. En cuanto al patio interior, lugar de estacionamiento de la mayoría de vehículos policiales, sigue bacheado, y en buena parte del mismo no es más que un terreno de tierra que se embarra con las lluvias.

En este sentido, los sindicatos explican que hubo intención de arreglarlo, pero que los técnicos indicaron que no era suficiente con su asfaltado, sino que hacía falta crear un alcantarillado de desagüe que encarecía el proyecto y que finalmente lo mandó al traste.

Por su parte, aquellos vehículos que descansan bajo techo no se encuentran mucho mejor. Están aparcados en los antiguos establos de la unidad de Caballería, como se puede ver en las imágenes que acompañan esta información.

Los agentes también denuncian la escasa potencia de luz del edificio, que conlleva numerosos cortes del suministro, en especial en invierno. Y el peligro que supone el estado de las cornisas. Algunas ya se han desprendido en el pasado.

Mientras tanto, ni la situación económica actual ni el vacío de poder en el Gobierno central ayudan a desbloquear partidas presupuestarias como las necesarias para una reforma de tal calado, ni mucho menos para un traslado total, pese a la voluntad por parte de Delegación y de la Jefatura de mejorar esta infraestructura. De momento la ITE no ha decretado el cierre inmediato, por lo que no ve peligro inminente en continuar usando estas históricas instalaciones.