Javier Lambán anunció en las Cortes la semana pasada que en primavera se abriría el parador de Veruela, ¿cómo valora esta noticia?

Recibimos con ilusión que se haya retomado el tema del parador. Tras las declaraciones de Lambán y el compromiso del presidente del Gobierno de España, espero que se desatasque el asunto y podamos abrir el parador. Las obras están terminadas a falta de algún pequeño detalle. Tenerlo parado es un perjuicio para el entorno después de la gran inversión que se ha hecho.

¿Se puede calcular el impacto que tendrá para el municipio?

Se le espera con ganas no solo aquí, sino en toda la vertiente del Moncayo. Va a mover el entorno de Vera a nivel de trabajo fijo y estacional en las épocas más fuertes, y también la hostelería.

Mientras llega, ¿qué proyectos ha desarrollado el municipio?

Vera es un pueblo pequeño, pero el Ayuntamiento tiene propiedades que se han mejorado y conservado para ampliar los servicios a los vecinos. Se ha creado un velatorio, así que ahora se puede utilizar este espacio y evitar desplazamientos a tanatorios a Tarazona o Borja. También estamos adaptando las piscinas, que tenían más de dos décadas. En el edificio de los funcionarios, donde está de forma temporal la biblioteca, se están reformando los pisos superiores para dar opciones de vivienda de alquiler.

¿Hay demanda?

Hay muy poca oferta de alquiler en el pueblo porque son casas viejas que no reúnen condiciones en el invierno, y sí hay demanda.

¿Qué proyectos tiene pendientes que no se han ejecutado?

Me hubiese gustado hacer muchas cosas, pero te planteas el presupuesto que tiene. Es el problema de los ayuntamientos pequeños. A pesar de esto, hemos mejorado la carretera y se va a cambiar el alumbrado por tecnología led para el ahorro energético.

Las averías han perjudicado el suministro de agua más de una vez, ¿cómo se está solucionando?

Hemos conseguido mejorar la captación del agua, y tenemos una subvención de la DGA para poner una depuradora nueva.

¿Sigue pendiente la rehabilitación de la muralla?

El Ayuntamiento es propietario de parte del castillo medieval del pueblo y la muralla. Se hicieron varias fases para arreglarlos, y este año la Diputación de Zaragoza nos ha concedido una subvención para actuar en el último tramo de la muralla que nos queda. Ahí está enclavada una bodega excavada en tierra, las bodegas en cerro típicas de esta zona, y queremos ponerla en valor.

¿Es algo muy habitual aquí?

La parte de atrás del castillo y de la iglesia de Vera están en un cerro, con bodegas excavadas en la montaña. Queremos que la zona sea atractiva paisajísticamente y fomentar las visitas. Hay un parque desde el que se ve La Diezma, una vista que recogió Valeriano Bécquer en uno de sus grabados.

Vera es una tierra vinculada a productos gastronómicos, por ejemplo, la garnacha.

Estar dentro de la DO Campo de Borja nos posibilita promocionar nuestro vino, que fue traído por los monjes cistercienses, y estar en contacto con el mundo vitivinícola que es una fuente de ingresos y turismo. Tenemos una bodega en el pueblo, y el Museo del Vino en el monasterio de Veruela.

La trufa también está sirviendo para conocer a Vera.

Llevan 15 años plantando y cinco años recolectando trufa. La Asociación de Truficultores de la provincia de Zaragoza empezó con vecinos de Vera y zonas cercanas y tiene aquí su sede. En enero celebraremos la tercera edición de la Feria de la Trufa.

¿Explotar los recursos gastronómicos es una forma de poner en valor el municipio?

En Vera no tenemos solo un cultivo. Tenemos olivos para el aceite y estamos dentro de la DO Sierra del Moncayo, también almendros, cereal… Hay jóvenes agricultores y empresas que desarrollan proyectos, como uno sobre las cerezas tardías. En julio realizamos la Feria de Alimentación Tradicional, que lleva ya 17 ediciones y tenemos una asociación micológica que realiza cada año sus jornadas. A Vera se nos relaciona siempre con el monasterio de Veruela y somos más: somos la entrada al Moncayo, tierra de trufa, de almendros, de aceite…