El caso de Novillas: misioneras de la India para cuidar a los ancianos de Aragón

Llegaron para salvar la residencia de mayores en el año 2013 y hoy los vecinos no se imaginan el pueblo sin ellas.

Ancianos, trabajadoras y religiosas gestoras de la residenciade Novillas.
Ancianos, trabajadoras y religiosas gestoras de la residenciade Novillas.
Santa Ana Chennai

Hasta hace un tiempo ni ellas habían oído hablar de Novillas ni a los vecinos de esta localidad zaragozana se les hubiera pasado jamás por la cabeza que el futuro de sus mayores dependiese de cuatro voluntariosas mujeres venidas de una ciudad del sureste de la India. Hoy, por contra, no se imaginan la vida los unos sin los otros.

Ellas llegaron a Novillas hace ahora cinco años. En el verano de 2013. En aquel momento peligraba el porvenir de la residencia de ancianos y su alcalde, José Ayesa, trataba de encontrar a toda costa a alguna entidad que se hiciera cargo de ella. Todos sus esfuerzos eran en vano. "Como es un pueblo pequeño no les salían las cuentas y todo eran pegas", cuenta ahora este edil que sigue al frente de la alcaldía. Fue entonces cuando aparecieron ellas: cuatro mujeres con saris de colores y una gran vocación de servir y ayudar a los demás. Cuatro hermanas procedentes de la comunidad de religiosas de Santa Ana de Chennai, la cuarta ciudad más grande la India con, nada más y nada menos, que siete millones de habitantes. Por supuesto un panorama muy distinto al de Novillas, con 550 vecinos censados.

Una herencia para el pueblo

Durante 56 años habían sido las Misioneras del Pilar las que habían prestado un servicio fundamental al pueblo. Un matrimonio de la localidad les había dejado en herencia, a su muerte, sus dos casas y terrenos. De ahí el nombre Residencia Pablo Herráez y Esposa. El requisito era que fuesen utilizados en beneficio de los vecinos asi que el médico, el alcalde y el párroco quedaron nombrados albaceas para velar por que se cumpliese siempre esta voluntad.

Las Misioneras del Pilar gestionaron primero la casa como guardería pero con el paso de los años las necesidades de Novillas cambiaron y aquello derivó en una residencia de ancianos. Pero también la congregación había ido envejeciendo debido a la falta de vocaciones y en el 2013 se hizo evidente que la orden no podría seguir haciéndose cargo del servicio.

"Tenemos una suerte loca de que llegasen estas hermanas de la India. Son gente maravillosa y los mayores están contentísimos con ellas", comenta encantado el alcalde de Novillas. "Nos tocó la lotería porque no habrá personas mejores que ellas", insiste Ayesa, siempre dispuesto a alabar a las voluntariosas religiosas.

Cinco puestos de trabajo

Alice es la responsable de esta pequeña comunidad asentada en la comarca de Campo de Borja. Llegó a Peralta de la Sal en el 2007 para fundar la primera comunidad de su orden en Aragón y así ayudar a los Escolapios a atender el santuario de San José de Calasanz y su albergue juvenil. En 2013 le propusieron hacerse cargo de la residencia de Novillas. "Tenía mucho miedo porque venía de una cultura muy diferente en lo relativo a la mujer. Además yo soy enfermera y me asustaba todo el tema de la gestión y el papeleo pero hubo mucha gente que me ayudó muchísimo y me dio muchos ánimos. Además quería hacerlo muy bien porque lo que sí sabía es que tengo mucho cariño y mucho amor, que es muy importante para una residencia", cuenta ahora la hermana Alice –Alicia para sus ancianos-, quien además en estos cinco años no ha parado de hacer cursos de español y de gestión. Le ayudan en el día a día las hermanas Ancy Bruno y Agnes y el mes que viene llegará Teresa, otra religiosa de Chennai, para sustituir Josefina, que acaba de volver a la India por problemas de salud.

La labor de estas religiosas permite mantener en el pueblo cinco puestos de trabajo que ocupan cinco mujeres de la zona. Tres de gerocultura, uno de limpieza y otro de cocina. "Casi es 'la industria' que más trabajo da en Novillas", reconoce el alcalde de la localidad. Allí viven 23 ancianos, ocho de ellos con un alto grado de dependencia.

Alice asegura que la falta de ingresos nunca será para ellas un motivo por el que dejar a nadie que lo necesite fuera de la residencia. Por eso, agradece las rentas que obtienen dos veces al año por el alquiler de los terrenos procedentes de la herencia de aquel vecino benefactor. Respecto a planes de futuro, lo tienen claro: a las hermanas de Chennai les encantaría poder comprar una finca colindante y convertirla en un parque del que puedan disfrutar sus ancianos. "Es nuestra ilusión a largo plazo y en ello estamos trabajando", cuentan estas religiosas para las que el único lema de vida válido es que, "cuando hay amor, podemos cambiar el mundo".

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