Cecilia Giménez: "Lo mejor que me dio el eccehomo fue el cariño de la gente"

En verano de 2012 quiso restaurar una pintura en Borja y se convirtió en noticia mundial. Hoy, a sus 87 años, asegura sin dudar que volvería a repetirlo todo

Cecilia Giménez, en el jardín de la residencia del IASS de Borja, donde vive con su hijo José Antonio.
Cecilia Giménez, en el jardín de la residencia del IASS de Borja, donde vive con su hijo José Antonio.
Aránzazu Navarro

¿Qué tal se encuentra?

Bien, dentro de lo que cabe, bien.

¿Cómo recuerda aquel verano de 2012?

A veces, contenta; otras, triste. Me quedo con lo bueno, porque el eccehomo me dio muchas alegrías, pero también sufro mucho cuando me acuerdo de la que se armó porque decían que había estropeado un cuadro muy bueno. Y eso no era verdad. Además, ya lo había arreglado muchísimas veces. Nadie se preocupaba por él.

¿Cuántos años llevaba retocando el eccehomo del Santuario de Misericordia?

Más de 20 años. El santuario era como mi casa. Allí comulgaron mis hijos, me casé yo... Hemos vivido mucho allí y, si todo va bien, el martes volveré a subir para celebrar las fiestas.

Han pasado ya seis años. ¿Se arrepiente de lo que hizo?

No, no, ni muchísimo menos. No me he arrepentido nunca de haber hecho lo que a mí me gustaba, porque yo disfrutaba en mi santuario.

¿Volvería otra vez a intentar restaurar el eccehomo?

Sí, sin dudarlo ni un minuto. Ya lo había hecho antes, porque se pintó sin preparar la pared.

¿Aun sabiendo todo lo que pasó después?

Lo que peor llevé fue que sentí que estaba siendo ridiculizada en el mundo entero. Yo solo me había dedicado toda mi vida a mis hijos, no había hecho otra cosa.

¿Qué fue lo mejor?

Me quedo con el cariño y el respeto que me ha demostrado la gente. Me conocen en todo el mundo como la Cecilia del eccehomo, y yo estoy muy contenta.

¿Y todavía sigue recibiendo esas muestras de cariño?

Sí, sí, muchas.

Al principio no quería ni ver la imagen.

Pasé más de un año sin entrar a la iglesia. Lo pasé muy mal, pero volví con Corita Viamonte.

¿Y por qué decidió no entrar?

Porque yo no hubiese querido que las cosas pasaran como pasaron, pero vinieron así. Yo sufrí por las bromas y chistes que no me gustaron. Qué vamos a hacer.

¿Ha vuelto a pintar?

No, hice una exposición y ya no he hecho nada. Tengo en Borja un eccehomo, que es primo hermano del que está en el santuario.

¿Cómo lo definiría?

Pasa una cosa, que os vais a reír, pero yo no lo he visto nunca tan feo como la gente dice. Me molestaba que se metieran con él, porque lo veía como si fuera un hijo, lo quería y sufría mucho.

Siempre ha defendido que no le dejaron terminarlo.

Desde luego. Interesó mas el morbo de la noticia que conocer la realidad. Esa pintura no está hecha así. Simplemente está manchada, marqué dónde iban los ojos y saqué el color. No soy una retratista, pero nunca hubiera quedado como está.

¿Qué opina de la fama que consiguió de la noche a la mañana?

Fue muy grande. Fui conocida primero a Borja y después en todo el mundo, y sobre todo muy querida. Tuve mucho apoyo aquí.

Recibía a periodistas de países de todo el mundo.

Los dos primeros años fueron muy intensos. Y el eccehomo sigue estando muy presente. Los turistas que van a ver al eccehomo siguen preguntando por mí.

¿Qué queda de aquella Cecilia que se convirtió en el personaje del año en 2012?

Hay veces que digo: «Dios mío, por qué ha pasado esto». Y otras pienso que lo tenía que hacer. Me ha tocado sufrir mucho en esta vida, y creo que es una recompensa que me ha dado.

También dio las campanadas en Neox.

Así es. Fue la única vez que me pagaron por ir a la televisión. Con el dinero compré una silla de ruedas para mi hijo José Antonio.

¿Se considera famosa?

Cuando vamos al médico a Zaragoza oigo que todo el mundo dice: «Mira, la del eccehomo».

¿Y se ha hecho rica con el eccehomo?

No, no. Al principio mi familia estaba todo el día desmintiéndolo. Lo poco que podría haber sacado, que era lo del ‘merchandising’, se llegó a un acuerdo con la fundación (propietaria del Santuario de Misericordia) para que se quedara el dinero a cambio de estar en la residencia del Hospital Sancti Spiritus, porque con nuestra paga no llegaba. Ahora nos hemos trasladado a la residencia del IASS, pero todavía tengo una deuda pendiente con el Hospital. Hay gente que piensa que no he pagado y no ha sido así. Además, doné las entradas a favor de la fundación.

El eccehomo está cerca de recibir al visitante número 200.000.

Antes no iba casi nadie. Pero ocurrió esto y fíjate.

¿Le gustaría añadir algo más?

Nada más, amante. Solo que las cosas las hice con alegría y pensando que iba a salir muy bien.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión