Los problemas del botellón castigan las riberas del Ebro, del Huerva y el Canal Imperial

Los vecinos de las zonas afectadas reclaman más control y limpieza de cara a los próximos Pilares.

Bolsas de basura con restos del botellón alineadas junto a un andador de la ribera del Ebro.
Los problemas del botellón castigan las riberas del Ebro, del Huerva y el Canal Imperial
José Miguel Marco

Las calles de Zaragoza siguen amaneciendo sucias de viernes a domingo. Cristales, vasos, latas y bolsas dan testimonio de la amarga resaca que deja el botellón, una práctica que, aunque se acentúa los meses de verano y primavera, hace frente a las inclemencias meteorológicas y sigue siendo tónica habitual en la agenda nocturna de los jóvenes.

El Consistorio tiene registrados tres grandes focos en los que los servicios de limpieza trabajan cada fin de semana. El primero cubre el Náutico, el paseo de Echegaray y otros puntos de la ribera derecha, como la plaza de San Francisco. El segundo es el perímetro que rodea Macanaz, Helios y zonas de la margen izquierda del Ebro como la Expo; y el tercero ocupa el entorno del río Huerva, a su paso por el parque Grande, y el Canal Imperial.

Las brigadas de limpieza trabajan los sábados, domingos, lunes y los días posteriores a los festivos una media de dos horas en adecentar cada espacio. En total, se utilizan cinco camiones, dos furgonetas y dos ‘pick-up’, con 23 los trabajadores entre operarios, peones y conductores. Las suciedades puntuales las cubren cuadrillas extraordinarias –durante las fiestas del Pilar de 2016 hubo un refuerzo de 13 brigadas– y el servicio de Parques implica a ocho personas cada domingo para atender la suciedad generada por el botellón.

Los vecinos de las zonas afectadas, aunque valoran la actuación de los servicios de limpieza, reclaman "más operarios y mayor prontitud en sus actuaciones, porque, a veces, hasta pasado el mediodía no se despeja la zona, lo que genera mal olor y riesgo de tropezones", indica Roberto Casaus, que pasea cada mañana por la ribera del Ebro. Para Carolina Méndez, vecina de la avenida José Atarés, el problema radica en la "falta de sensibilización", por lo que reclama más campañas de concienciación que disuadan a los jóvenes de estas prácticas y "mayor vigilancia policial".

Patrullas sin rutas fijas

Desde el Consistorio recuerdan que a los mayores de edad no se les puede interponer una sanción por consumir alcohol en la calle "a menos que generen un problema evidente de alteración del orden público", pero indican que la Policía Local, aunque no tiene rutas fijas, se desplaza a las zonas conflictivas de botellón para controlar, fundamentalmente, a los menores. Para ello pide la documentación, requisa las bebidas si los jóvenes no superan los 18 años, abre actas de intervención y contacta con sus familias.

El Ayuntamiento valora en positivo que no se ha detectado un incremento del botellón en los últimos años, aunque "sigue siendo una lacra". Para erradicarlo incide en que las familias y los centros educativos tienen que trabajar en concienciar a los adolescentes de que "no pasa nada por divertirse en la calle, pero se puede hacer sin beber y sin molestar con ruidos o suciedad".

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