Una mujer para tres molineros y otras historias del viejo molino de Utebo

Habilita un espacio musealizado en el Centro Cultural El Molino que explica la historia del edificio tanto para estos usos como para los de explotación hidroeléctrica a principios del siglo XX.

En 2004 Utebo recuperó uno de sus edificios más emblemáticos, su viejo molino harinero, un centro esencial de la vida económica y agrícola de la localidad y del entorno de Zaragoza durante los 300 años en los que, con distinta actividad, estuvo en activo.


El edificio y los cárcavos por los que pasaba el agua desviada de la acequia Almozara se recuperaron en aquel año con un proyecto de los arquitectos Iñaki Alday y Margarita Jover, que reconvertía el edificio en el actual Centro Cultural El Molino. Un año más tarde, en 2005, la intervención fue premiada con el García Mercadal de arquitectura.


El edificio fue mandado construir en 1673 por el Término de La Almozara y entró en funcionamiento seis años después. "Los albañiles que lo construyeron eran de los mejores de la época, mano de obra muy cualificada que había intervenido en iglesias de Zaragoza y en el Puente de Piedra", explica Miguel Fuertes Bona, estudioso local del edificio. Está documentado que también fue utilizado como almacén de nieve y hielo que se traía desde el Moncayo durante el siglo XVIII, y también durante las primeras décadas del siglo XX se compatibilizó la molienda con la producción eléctrica, para lo que se construyó en la parte de atrás un edificio adosado al existente, donde se instaló la maquinara para los nuevos usos.


La historia del edificio se muestran ahora a los visitantes gracias a una pequeña zona de musealización que se acaba de habilitar, en la que se cuenta su historia y se explica su importancia en la época. Por un lado, se pueden ver las viejas turbinas de la central hidroeléctrica, construidas en la cercana fábrica Metalurgia Aragonesa, localmente conocida como 'la fundición', que movían el agua para la producción eléctrica, mientras que a través de varias maquetas y paneles se conoce el devenir del edificio y la tradición molinera en Aragón.


"En la parte de atrás del molino había una almenara con unas tajaderas desde donde desviaban el agua y de ahí pasaba a la central, primero movía las turbinas y después pasaba por los cárcavos del molino y movía las muelas", dice Bona. Electra Zaragoza era la empresa encargada de la gestión eléctrica, que en el momento sirvió para abastecer a Utebo y a los núcleos del entorno, una explotación que se prolongó hasta 1930.


Las primeras centrales producían corriente continua, que solo podía ser transportada unos pocos kilómetros, lo que obligaba a tener pequeñas explotaciones dispersas en el territorio. El paso a la corriente alterna hizo posible la transformación a la alta tensión, permitiendo el transporte de largas distancias, lo que llevó al cierre de centrales pequeñas que ya no resultaban rentables.Actividad molinera

Para moler el trigo, el molino se explotaba mediante el arrendamiento del Término de La Almozara, entidad propietaria, a los molineros - en 1707 debían pagar 29 cahices de tierra y un lechón; en 1878, el pago ascendía a 2.000 pesetas-, mientras que el molinero se quedaba con un porcentaje del trigo molido, un sistema que tradicionalmente dio lugar a la fama en muchas ocasiones de la sisa que estos hacían en el pesaje, como se relata en estos paneles.


También se cuentan algunas curiosidades, como los conflictos de agua que tradicionalmente se daban en torno a los molinos en periodos de sequía, o cómo ante la falta de mano de obra cualificada -el molinero requería de muchas habilidades para mantener y explotar el edificio y su maquinaria-, los tres primeros de Utebo fueron franceses. Y además, los tres estuvieron casados con la misma mujer, al contraer esta matrimonio con cada uno de ellos al fallecer el anterior. "Se supone que se llegaría al acuerdo, al enviudar y quedar sola la mujer al frente del molino", comenta Bona.


Esta actuación, ejecutada por la empresa Paleoymas, es una segunda fase de trabajos de conservación y divulgación de los elementos patrimoniales del edificio, que dan continuidad a los realizados hace ya unos años, en los que se cubrieron partes del edificio, se elevó el suelo y se llevó a cabo la limpieza y recuperación de la maquinaria de la central hidroeléctrica.


El proyecto arquitectónico de Alday y Jover acometido para la recuperación del edificio en la década del 2000 se caracterizó por la utilización de materiales que recuerdan, en sus texturas y colores, a la arquitectura tradicional local y a los propios restos del molino. Los muros se ejecutaron en hormigón teñido en color ocre con encofrados de caña en sintonía con el entorno de las propias riberas de la acequia, confiriendo al edificio un aspecto singular.

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