Objetivo: cautivar al turista

La crisis y algunos abusos en los precios propiciaron el ‘boom’ del ‘todo incluido’. Muchos viajeros cambian la playa y el chiringuito por la piscina y el bufé del hotel. La oferta, que empezó siendo ‘low cost’, gana en calidad y sofisticación.

Animación en el establecimiento Diverhotel, en Roquetas de Mar (Almería),con todo incluido.
Objetivo: cautivar al turista
Pepe Marín

Algunos viajeros persiguen la aventura. Otros, en cambio, aborrecen las sorpresas, especialmente las que afectan al bolsillo. Son carne de ‘todo incluido’, esa variante de la pensión completa en la que tanto la estancia en un hotel como toda la comida y la bebida que uno pueda ingerir están previamente tasadas en una tarifa plana. Esta modalidad turística que ha hecho fortuna en el Caribe –forzada por la inseguridad y la falta de infraestructura en algunas zonas– tiene sus límites en España, donde la mayor parte de los turistas prefieren la playa y el chiringuito que la piscina y el bufé. A raíz de la crisis, la ‘barra libre’ hotelera se expandió en las islas y en ciertas zonas de las costas andaluza, valenciana y catalana, donde a los comerciantes y restauradores del entorno les preocupa que sus potenciales clientes pasen el verano en una ‘burbuja’. "Hay turistas a los que les cuesta un gran esfuerzo irse de vacaciones y quieren saber cuánto les va a costar", explica Ramón Estalella, secretario general de la Confederación Española de Hoteles y Apartamentos Turísticos.

En realidad, esta modalidad de alojamiento no surgió por motivos económicos. El empresario belga Gérard Blitz montó en 1950 una especie de campamento a pie de playa en Alcudia (Mallorca), con servicios comunes y un precio tasado para la estancia. Fue un exitazo y al año siguiente se creó en Italia el primer establecimiento oficial del Club Med, una cadena que hoy tiene más de 80 en todo el mundo.

Aunque nació en Europa, el lugar donde más se ha desarrollado este modelo es la Riviera Maya mexicana y el Caribe. Un hotel-gueto, capaz de satisfacer todas las necesidades de los clientes, de modo que no tengan que salir al exterior, encaja en playas paradisiacas rodeadas de nada: sin servicios, sin infraestructuras, sin restaurantes ni comercio y –no menos importante– sin garantías de seguridad para el turista.

En España, señala Rafael Gallego, los primeros resorts se fundaron en los ochenta en el sur de Fuerteventura, destinados en exclusiva al mercado alemán, en una zona que ofrecía sol a espuertas, un paisaje maravilloso... y ni un mísero mesón. La pregunta es qué sentido tienen en zonas turísticas de España donde la llamada oferta complementaria –bares, restaurantes, locales nocturnos, espectáculos y tiendas– es excelente. Ramón Estalella destaca que los pioneros fueron turistas germanos y franceses que viajaban en familia y con presupuestos limitados, aunque ahora quienes más a gusto se sienten con la idea de hacerse fuertes en la tumbona del hotel y no poner ni siquiera un pie en la calle son los turistas británicos.

¿Es rentable para los hoteles? Muchos han renovado sus instalaciones para entretener a unos clientes que durante varios días van a vivir en sus dependencias. Es además un desafío para los fogones, que tienen que ofrecer comida rica, variada y en cantidad suficiente para su clientela. Algunos hoteles limitan el consumo de bebidas alcohólicas –en cantidad o en horario– para evitar que su rentabilidad se disuelva como un cubito de hielo en un combinado de garrafón. También en destinos de turismo de borrachera como Lloret de Mar, Salou o Magaluf.

De hecho, esta modalidad resulta rentable para los hoteles cuando las estancias son como mínimo de una semana, recuerda Estalella. "Un gran hotelero español del Caribe me contaba que las habitaciones tienen que tener una báscula bien grande en el baño y espejos por todas partes", bromea. Ante una oferta casi infinita de comida y bebida, algunos clientes solo ponen freno a la orgía de consumo cuando la ropa empieza a quedarles pequeña".

José Luis Yzuel: "Nuestra oferta es única en todo el mundo"

Todos los expertos del sector coinciden en que el turismo de la pulserita en nuestro país, aunque pujante, no va a experimentar una gran expansión. "En España tenemos una oferta de bares de cañas y tapas, chiringuitos, restaurantes, terrazas y ocio nocturno que no existe en ningún otro lugar del mundo", destaca el aragonés José Luis Yzuel, presidente de la Federación Española de Hostelería. Por eso, opina, salvo para las familias con niños pequeños, el régimen ‘todo incluido’ no tiene demasiado recorrido en un país, además, repleto de atractivos paisajísticos, monumentales y culturales que quedan fuera de la ‘burbuja’.

Según Yzuel, "es evidente que los hosteleros del entorno de los hoteles ‘todo incluido’ no estarán muy contentos, pero tampoco es una oferta masiva. Este año vienen a España 80 millones de turistas extranjeros. La mayoría no quieren renunciar a algo tan atractivo como es ese uso social de la calle, el ambiente nocturno que tenemos en España"

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