Siete motivos para visitar la estepa zaragozana

Comúnmente, se les suele llamar ‘secarrales’, sin embargo la estepa es el ecosistema más original y, probablemente, el más valioso de todos los que están presentes en Aragón.

Zona de la estepa de Cuarte de Huerva para la que se ha solicitado su inclusión en la Red Natura 2000
Zona de la estepa de Cuarte de Huerva.

En el sur de la ciudad de Zaragoza se encuentra un conjunto estepario de alto valor ecológico formado por la Plana de Zaragoza, la Salada de Mediana, y los barrancos de Las Almunias, del Montañés, de Torrecilla y de La Concepción, así como por numerosos acampos, nombres que reciben las grandes fincas del valle del Ebro que se destinan al cultivo de secano.

Concretamente, y según explica el plan de protección de la estepa que desarrolla el Ayuntamiento de Zaragoza, abarca todos los suelos considerados como no urbanizables que hay al sur del Canal Imperial y que alcanzan en total una superficie de 33.158 hectáreas.

Estos ecosistemas se caracterizan por asentarse en suelos de yeso y bajo una climatología estricta que origina una elevada aridez. Se trata de extensiones de suaves relieves y grandes espacios abiertos de tonos ocres, blanquecinos, grises y marrones.

Las estepas son consideradas de alto valor ecológico por la singularidad de las especies vegetales y animales que las habitan, adaptadas a un medio extremadamente exigente.

A continuación, mostramos solo algunos de los muchos motivos por los que merece la pena acercarse a la estepa zaragozana:

Reconocimiento internacional. Desde la Unión Europea se considera uno de los espacios más valiosos de Europa, de ahí que las estepas zaragozanas estén catalogadas como Lugar de Importancia Comunitaria (LIC) y sean zonas que deben ser protegidas y cuidadas. Relieve singular. Hace cinco millones de años el Ebro se abrió camino hacia el Mediterráneo y, a partir de este momento, la acción de torrentes y ríos erosionó los materiales más blandos, los yesos, y dejó en relieve las calizas, más duras, dando lugar a muelas, terrazas, glacis, vales, barrancos y escarpes. Biodiversidad excepcional. La vida en la estepa se ha adaptado a la escasez de agua, a la gran salinidad de sus suelos y a los grandes contrastes estacionales, dando lugar a plantas y animales singulares que son capaces de sobrevivir en un ambiente extremadamente duro. Flora endémica. Las plantas están adaptadas a la sequía, a la escasez de lluvias, al cierzo desecador y a la alta salinidad. Se trata de plantas esclerófilas, cuyas hojas están preparadas para evitar evaporar lo más mínimo del agua que recogen por sus raíces, como las duras del romero o las crasas del asnallo, que guardan abundantes líquidos en su interior. Fauna sorprendente. Destacan los anfibios como el sapo corredor o el de espuelas y los reptiles, como el lagarto ocelado. Entre las aves, las más características son la ganga, la ortega o la protegida alondra de Dupont. Excursión a pie. Una red de senderos acercan la capital aragonesa al campo. Se denominan caminos rurales (CR) y, concretamente, el denominado Camino de la Estepa, el CR41, se inicia en Zaragoza, pasa por Torrecilla de Valmadrid y termina en el punto de salida en un tiempo aproximado de tres horas. Punto de atracción turística. Es recomendable la visita al Centro de Interpretación de las Estepas del Valle del Ebro, que se localiza en Belchite, que muestra la importancia de un ecosistema único en Europa como es la estepa, además de plantear actividades amenas para todos los públicos.