Teruel palpita desde este viernes con la historia de sus amantes Isabel y Diego, a la que más de 100 actores dan vida por las calles llenando la ciudad de amor del siglo XIII. Cientos de personas han abarrotado la Plaza de la Catedral para emocionarse con la boda forzada entre la joven enamorada y Don Pedro de Azagra, punto de arranque de la tragedia amorosa que se ha convertido en un filón turístico para la capital turolense en pleno febrero.

La representación, que ha combinado a partes iguales dramatismo y comicidad, ha enganchado desde el primer momento al público, que este mediodía abarrotaba la plaza desde una hora antes de comenzar el acto pese al viento helado que barría el lugar. La escena, obra del director y actor teatral aragonés Alfonso Pablo, ha empezado en realidad a los pies de la torre mudéjar de San Martín, en la Plaza del Seminario, donde una comitiva con el Señor de Azagra a lomos de un caballo negro se ha dirigido hacia la Catedral abriéndose paso entre la multitud.

Antonio García/Bykofoto

Ha sido, como exige la historia, una boda llena de contrariedades y de reticencias por parte de Isabel, quien, pese a creer que su amado, Diego de Marcilla, ha muerto en la batalla, no quiere casarse con Azagra. La hechicera Simonica avisó desde el principio de que en ese enlace no había amor y de que todo acabaría en tragedia. También el hermano pequeño de Diego intenta impedir el matrimonio asegurando que este sigue vivo. A Isabel se le cae de las manos el anillo que debía colocarle a Azagra y hasta el cura que oficia la ceremonia derriba el atril de un empujón accidental. La tristeza en el rostro de Isabel ha contrastado con las ocurrencias chistosas de algunos de los otros personajes.

Fotos: Bodas de Isabel 2024

Desfile a caballo

Tras la boda, los recién casados a caballo y todo su séquito a pie han paseado por el Centro Histórico, convertido en una auténtica villa medieval no solo por los estandartes y banderines que decoran las calles sino porque los turolenses se suman en masa a los actos vistiendo a la usanza del siglo XIII. "Nuestra madre cose los trajes para nosotras y para nuestros cinco hijos", explicaban las hermanas Gemma y María Amo, dos vecinas de la ciudad que no ocultaban su devoción por la fiesta. "Lo mejor es ver cómo la gente de Teruel se vuelca para que todo salga bien", ha afirmado una de ellas.

Antonio García/Bykofoto

Un gigantesco mercado medieval se extiende entre el Casco Histórico y el Ensanche. En él es posible encontrar todo tipo de comida artesanal. El frío aumentaba este viernes la clientela en el puesto de patatas fritas recién hechas que los jienenses Tomás Quesada y Joaquín Toro llevan plantando en Teruel 20 años. "Esta fiesta es una maravilla, hay que conocerla", aseveraba Tomás.

Cámara y teleobjetivo en ristre, una docena de saguntinos miembros de una asociación fotográfica se afanaban por cazar las mejores imágenes. "La recreación tiene una estética preciosa, pero empieza a sobrar público", opinó uno de ellos, Bernardo Carrió. Espectadores de excepción han sido los 12 miembros de una delegación de empresarios aragoneses encabezada por la presidenta de Cepyme, María Jesús Lorente, quienes han seguido la representación desde un balcón. "Queremos poner en valor el esfuerzo que se hace en Teruel para sacar adelante esta fiesta", ha dicho Lorente.

Tampoco ha querido perderse las Bodas el consejero de Turismo de la DGA, Manuel Blasco, quien, acompañado por la alcaldesa de Teruel, Emma Buj, ha destacado que la fiesta, que ha atraído a la ciudad a casi 100 medios de comunicación nacionales y de otros países, se ha convertido "en una de las mejores de España".