patrimonio

El 'padre' de los olivos del Bajo Aragón tiene 1.044 años

Un estudio revela que la olivera más vieja de la comarca está en Las Parras de Castellote y su pie mide 15,3 metros de perímetro a ras de suelo.

Carlos Pedro, propietario de la Olivera Grande del Mas de Conesa, junto a este árbol con 1.044 años de vida.
Carlos Pedro, propietario de la Olivera Grande del Mas de Conesa, junto a este árbol con 1.044 años de vida.
Fernando Zorrilla

El olivo más longevo del Bajo Aragón, la Olivera Grande del Mas de Conesa en Las Parras de Castellote, fue plantado hace 1.044 años, de acuerdo el estudio realizado dentro del proyecto Oliveras Centenarias, que ha catalogado en la comarca cinco ejemplares de este árbol con más de nueve siglos de vida y dos que superan el milenio de existencia. El perímetro del pie del olivo decano mide a ras de suelo 15,3 metros y configura una auténtica montaña de madera retorcida y nudosa. Su copa tiene una superficie de 56 metros cuadrados y el tronco, medido a 1,30 metros de altura, tiene una circunferencia de 5,6 metros.

Uno de los propietarios de este gigante, Carlos Pedro, quiere solicitar la incorporación de su olivo al Catálogo de Árboles Singulares de Aragón, que ya incluye dos ejemplares de esta misma especie, las oliveras de Nadal en Colungo (Huesca) y la de Cervera en Belmonte de San José, también en el Bajo Aragón. El coordinador del proyecto Oliveras Centenarias, Fernando Zorrilla, está decidido a colaborar en la solicitud para conservar un árbol tan «espectacular».

Otros olivos particularmente longevos de la comarca recogidos en el estudio son los de La Val de Olchin en Alcorisa, de 984 años; de Romero en Berge, de 803 años; de Mir en La Codoñera, de 801 años; de Santa Lucía en La Codoñera, de 719 años; o el de Los Mases en Torrevelilla, de 693 años.

A pesar de que durante el último medio siglo el olivo milenario del Mas de Conesa ha estado yermo, sigue vegetando con buena salud y ha bastado una poda reciente para que su ramaje se haya recuperado. Y no es un ejemplar secular aislado, porque el propietario está convencido de que en el mismo bancal existe otro olivo que con una circunferencia de tronco similar ronda también el milenio de vida. Otros dos olivos alcanzan los cinco metros de tronco a 1,3 metros del suelo y otros cinco los 3,5 metros, todos ellos perímetros que podrían indicar más de mil años de vida.

Se trata de una colección de gigantes que se salvaron de la terrible helada de febrero de 1956, que acabó con la mayor parte del olivar de la comarca, de la variedad empeltre. Las oliveras monumentales del Mas de Conesa sobrevivieron al hielo al pertenecer a la variedad manzanilla, más resistente al frío. Como la mayor parte del olivar se había perdido, el bisabuelo de Carlos Pedro repartió los 32 ejemplares centenarios entre sus cinco hijos para que, "al menos, se aseguraran aceite para casa".

Recientemente, la olivera del Mas de Conesa fue el destino de una excursión celebrada dentro de los actos de celebración del Día del Olivo organizados por el grupo gestor del programa Leader en el Bajo Aragón y el Matarraña, Omezyma, y por la Comarca del Bajo Aragón.

El propietario del ejemplar afirma orgulloso que se trata de "un árbol precioso", que, con el conjunto de olivos centenarios del bancal, conforman "un rincón muy bonito". Se ha tomado la molestia de numerar los 32 árboles de la finca y de localizarlos en Google para facilitar su visita, propiciada porque el paraje está al lado de un camino y en la ruta GR8, de los Puertos de Beceite a Villel.

Carlos Pedro no sabe cuándo llegaron estos árboles milenarios a manos de la familia, a la que pertenecen desde "hace muchas generaciones". Cuando la Olivera Grande del Mas de Conesa fue plantada, el lugar estaba bajo dominio musulmán y aun tardaría dos siglos en pasar a manos cristianas para incorporarse al reino de Aragón.

Fernando Zorrilla explica que el olivo del Mas de Conesa ha sido datado mediante el análisis con carbono 14 de algunos fragmentos extraídos de zonas muertas del árbol y con el estudio de los anillos de crecimiento de algunas ramas principales. También se ha tenido en cuenta la pluviometría de la zona y su clima así como el desarrollo de los ejemplares del entorno.

Zorrilla destaca el buen estado vegetativo de los olivos del Mas de Conesa. Señala que la Olivera Grande, tras volver a cultivarla a raíz del catálogo de olivos centenarios, ha recuperado un ramaje "aceptable" que le permite producir aceitunas mil años después de ser plantado.

Recolección de la olivera del Pitongo en Calanda.
Recolección de la olivera del Pitongo en Calanda.
Fernando Zorrilla

Un olivo centenario con 512 kilos de aceituna

Uno de los olivos más viejos y, a la vez, más productivos del Bajo Aragón, la olivera del Pitongo de Calanda, ha dado este año una cosecha récord de 512 kilos de aceituna -su anterior máximo estaba en 503-. La recolección de este ejemplar excepcional, propiedad de los hermanos Jubierre, concentró el pasado miércoles a un centenar de personas en un acto de carácter festivo. 

El Pitongo tiene 275 años según el estudio realizado dentro del proyecto Oliveras Centenarias. Su perímetro de tronco a ras de suelo es de 11,8 metros y su copa cubre una superficie de 175,5 metros cuadrados. Al estar situada en una parcela de regadío, su producción está prácticamente asegurada aunque nunca antes había alcanzado el volumen de este año. Uno de los asistentes a la recolección describió la acumulación de olivas en las ramas como "una pasada". 

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