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La obra cumbre de un notable escultor barroco que llegó a un pueblo de Teruel

Un estudio resuelve incógnitas de la exquisita escultura de San Sebastián de la iglesia de Cuevas de Almudén

El San Sebastián de la iglesia de la Estrella de Cuevas de Almudén, obra de Geörg Stieger.
El San Sebastián de la iglesia de Nuestra Señora de la Estrella de Cuevas de Almudén, obra de Geörg Stieger.
Heraldo

Las incógnitas han rodeado siempre al San Sebastián de la iglesia de Nuestra Señora de la Estrella de Cuevas de Almudén. Hasta ahora. Un estudio ha logrado averiguar cuándo, cómo y quién hizo llegar esta exquisita escultura firmada y datada por Geörg Stieger en 1717 a la pequeña localidad turolense –actualmente con 122 vecinos–, así como arrojar luz sobre su misterioso autor.

La obra, depositada desde 1999 en el Museo de Arte Sacro de Teruel si bien regresa a Cuevas de Almudén con cada celebración litúrgica destacada, no había llegado a despertar el interés de los estudiosos, pero los datos descubiertos podrían cambiar las cosas, también para la galería de arte religioso de la capital turolense, muy desconocida pese a las joyas que encierra.

La clave ha sido la revisión de un documento del siglo XVIII redactado por Pedro Felipe Analso de Miranda Ponce de León y Trelles, obispo de Teruel entre 1720 y 1731 y conservado en el Archivo Histórico Diocesano. El prelado hizo tres visitas pastorales a Cuevas de Almudén, dejando una pormenorizada descripción del templo en su ‘Apuntamiento de las fundaciones de Beneficios, i Capellanias de las Parroquiales del Obispado de Teruel, sus posehedores, Patronatos, Deboluciones a la Mitra, i otras particularidades de sus Iglesias, i Capillas’, y en ella figura la imagen de San Sebastián.

Enviada desde Roma

El autor del trabajo de investigación, el historiador del arte de la Universidad de Zaragoza Álvaro Cambra, explica que en el mismo escrito de Analso de Miranda se habla de la belleza de la escultura y de que fue enviada desde Roma –donde San Sebastián es el tercer patrón– por Melchor Rojo, un jesuita hijo de Cuevas de Almudén y penitenciario del Papa en la Ciudad Eterna.

Aunque siempre se creyó que la pieza había llegado a la iglesia turolense a partir de 1974, pues no se menciona en el inventario artístico de la provincia que ese año elaboró Santiago Sebastián, Cambra destierra esta idea y concluye que la escultura estuvo desde el siglo XVIII en el templo almudense, siendo salvaguardada por algún sacerdote o vecino durante la Guerra Civil, ya que en la contienda de 1936 a 1939 la iglesia fue asaltada y sus bienes, saqueados y destruidos.

En madera de boj

La obra, hecha en madera de boj con tal minuciosidad que el escultor talló los dientes y los dedos de las manos y los pies del santo y martir, sí está recogida en el listado de bienes que la Diócesis de Teruel y Albarracín realizó entre 1975 y 1980. "Tras el conflicto bélico, debió guardarse regularmente en un domicilio particular para evitar su posible sustracción, lo que podría explicar que Santiago Sebastián no la incluyese en su trabajo", aclara el investigador.

La talla, casi una miniatura al medir solo 24,5 centímetros de altura –32,6 centímetros con la peana–, es de una calidad técnica "formidable", subraya Álvaro Cambra. Así lo demuestran el perfecto estudio anatómico y el movimiento que reúne la figura de San Sebastián. Tanto es así, que el investigador sostiene que se trata de la obra cumbre de Geörg Stieger, "al menos, de la conocida hasta ahora".

Stieger es todavía un artista oculto entre las sombras, pero el trabajo de Álvaro Cambra ha empezado a iluminar su figura. El escultor estuvo activo entre finales del siglo XVII y comienzos del XVIII en Bozen-Südtirol, una provincia de la región italiana de Trentino, donde recibió encargos de numerosas localidades y cosechó una notable fama.

El San Sebastián de Cuevas de Almudén certifica que su autor se dejó empapar por el arte de la Antigüedad, al trasladar a él la figura de Laocoonte del famoso grupo escultórico homónimo llegado hasta nuestros días a través de una copia romana. "El maestro italiano imprimió un gran patetismo en el rostro de su San Sebastián", describe Cambra, quien destaca que es una de las escasísimas obras autógrafas conservadas de Stieger, así como la única conocida en España hasta la fecha.

El trabajo de investigación sobre el San Sebastián de Cuevas de Almudén acaba de ser publicado en la prestigiosa revista de arte cántabra 'Santander. Estudios de patrimonio'.

"Atraerá público a nuestro museo"

Los nuevos datos sobre el San Sebastián de Cuevas de Almudén no han pillado por sorpresa al director del Museo de Arte Sacro de Teruel, Pedro Luis Hernando, sabedor del gran valor artístico de la pieza. “Siempre tuvimos la obra en mucho aprecio; se expone en el Salón del Trono, el espacio más bonito, que es donde antiguamente el obispo recibía a las visitas”, explica. Resalta que “hay que tener muchos conocimientos técnicos para tallar una pieza con tal minuciosidad en madera de boj, que es casi tan dura como la piedra”.

Hernando valora la aparición de nuevas referencias sobre el autor, Geörg Stieger, escasas hasta ahora pese a ser un escultor muy bien considerado en su momento en Centroeuropa. “Hay artistas comparables a aquellos más conocidos en la historia del arte y de los que se sabe muy poco porque no han sido estudiados por nadie”, opina. Se muestra seguro de que el hallazgo de noticias sobre el San Sebastián de Cuevas de Almudén “atraerá público” al Museo de Arte Sacro de Teruel. “La obra añade valor a nuestra colección”, subraya

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