La provincia de Teruel tiene 102 pedanías habitadas que suman 5.458 vecinos. Con una media de 53 censados, están en primera línea de fuego de la lucha contra la despoblación. Según el catálogo que acaba de elaborar la Diputación Provincial (DPT), el centenar de barrios poblados depende de 38 municipios. Un tercio del total, 34, no alcanzan los 10 habitantes, 17 tienen menos de seis residentes y dos, la Higuera de Arcos de las Salinas y La Rambla de Martín de Martín del Río, solo tienen un censado.

El listado de la DPT ha servido de base para asignar un plan de obras de 1,7 millones de euros destinado específicamente a las pedanías. Por primera vez, se aprueba un programa de inversiones con partidas para cada uno de los barrios –con un mínimo de 12.000 euros–. El diputado del equipo de gobierno PSOE-PAR José Luis López, socialista, explica que la principal fuente para elaborar la lista ha sido el Instituto Nacional de Estadística (INE), aunque se ha contrastado con todos los ayuntamientos para "depurar" los datos. La mayoría de los pueblos catalogados tuvieron ayuntamientos propios, pero la despoblación los "vació" en los años cincuenta y sesenta del siglo XX. El PP se abstuvo al aprobar el listado porque, según indicó el portavoz popular, Carlos Boné, la lista definitiva no se corresponde fielmente con los datos del INE y faltó información sobre los criterios utilizados.

La pedanía más poblada de la provincia es San Blas, en Teruel, con 733 vecinos, seguida de Villaspesa, también en la capital provincial, con 635. Si de la relación se eliminan los barrios rurales de la ciudad, la población media de las 92 pedanías restantes cae a 32 habitantes.

El municipio campeón en pedanías habitadas es Olba, con 12. El alcalde, Federico Martín, explica que la dispersión "complica y encarece" la gestión municipal. Por ejemplo, cada pedanía requiere de su propia acometida eléctrica y las empresas suministradoras cobran un importe mínimo por cada conexión. Martín todavía no ha cerrado el destino de las partidas asignadas por la DPT a sus barrios, pero adelanta que se centrará en "mejorar la accesibilidad".

Uno de los dos barrios menos pobladas es La Higuera, de Arcos de las Salinas. Su único vecino censado es Fermín Esteban, de 79 años, un toledano que conoció este pueblo de la mano de su esposa, natural del barrio. Aunque en los últimos años se han asentado media docena de residentes, Esteban puede pasarse días "sin cruzarse con nadie". En verano, alcanza el máximo de población con una veintena de personas. 

Este jubilado explica que La Higuera "se dejó perder" y cuando él se instaló fue el único residente durante seis años. Aunque está cómodo, señala que la línea eléctrica se quedó a un kilómetro del pueblo y tiene que abastecerse con placas solares. Además, en la entrada de la población hay demasiados corrales en ruinas.

El alcalde de Arcos, José Luis Alvir, señala que el Ayuntamiento no dispone de recursos propios para invertir en las pedanías, pero destinará los 12.000 euros del plan de la DPT a montar tres farolas alimentadas con energía solar, arreglar el entorno de la fuente como zona de esparcimiento y a otras pequeñas obras. Añade que existe "buena colaboración" con los vecinos y veraneantes de este núcleo para colaborar en la financiación de las actuaciones más urgentes y para garantizar los servicios esenciales.

«Si se sanea el pueblo, hay gente interesada en comprarse casas»

«Si se sanea el pueblo, hay gente interesada en comprarse casas aquí». Antonio Güiza, el único censado en La Rambla de Martín, está convencido de las posibilidades de futuro de este barrio de Martín del Río, pero reclama retirar las ruinas que invaden calles y plazas y garantizar el suministro de agua, porque las tuberías «están cegadas» y el caudal es insuficiente.

Güiza, minero jubilado de Utrillas, vive en la casa que heredó de su madre. Decidió empadronarse hace dos años para tener más fuerza moral al reclamar al Ayuntamiento más atención para el barrio, donde solo quedan siete casas habitables de las 40 que lo forman. Recuerda que en los años de pujanza minera, a mediados del siglo XX, La Rambla superó el centenar de vecinos. Había iglesia, ayuntamiento, escuela, tienda y cantina, pero ahora todos están en ruinas. Reconoce que el Consistorio de Martín "se ha puesto las pilas" para mejorar el barrio.

Jorge Escudero

El alcalde, Francisco Martínez, adelanta que las prioridades para La Rambla con cargo a los fondos que recibirá de la DPT son renovar la red de aguas y quitar escombros para mejorar los accesos, pero el Ayuntamiento tiene "problemas" para localizar a los propietarios de la numerosas casas derrumbadas, que, además, no pagan impuestos. Los escombros han estrechado el acceso principal hasta el punto de que el camión de la basura tiene que cargar el contenedor a las afueras porque no puede maniobrar dentro del ruinoso casco urbano.

Los últimos residentes estables hasta la llegada de Antonio Güiza murieron a finales de los años noventa del siglo XX. Desde 1997 no se celebran las fiestas patronales, aunque en verano todavía se reúnen una docena de descendientes de La Rambla.

Los barrios pedáneos más poblados

Los barrios pedáneos menos poblados