Röchling aparca su plan de ampliación de su planta de piezas para coches en Platea

Mantiene su reserva de 12.000 metros cuadrados, pero las dudas sobre el sector de la automoción frenan la expansión.

Imagen de la planta de Röchling en Platea durante su inauguración oficial en 2017.
Imagen de la planta de Röchling en Platea durante su inauguración oficial en 2017.
Jorge Escudero

La empresa multinacional alemana Röchling, dedicada a fabricar piezas para el sector de la automoción, aparca su proyecto de ampliación en la plataforma logística e industrial de Teruel, Platea, ante las dificultades que atraviesa el sector del automóvil y también por problemas laborales. La industria, inaugurada en septiembre de 2017 con la previsión de alcanzar en 2020 una plantilla de 100 trabajadores y una facturación anual de 30 millones de euros, contemplaba una segunda fase de implantación para la que tiene reservados 12.000 metros cuadrados. Sin embargo, desde la dirección señalan que, aunque los planes fijados para 2020 siguen en pie, no contemplan ir más allá.

El director de la fábrica, José Antonio Martínez, señaló que, aunque la compañía tiene "una opción de compra" de suelo para ampliar la planta, "la situación del mercado y una relación incierta con los sindicatos locales" les obligan a ser "prudentes" respecto a "posibles expansiones". Añadió que la industria "confirma" que cumplirá los objetivos de producción y plantilla de 2020, pero "no más".

La planta arrancó en 2017 con 36 empleados. José Antonio Martínez consideró que las perspectivas para los próximos años "son buenas", aunque matizó a continuación que existe "incertidumbre en el mercado".

Martínez precisó que algunos modelos fabricados por los clientes de Röchling –los grupos Volkswagen y Ford– tienen "un inicio de producción inferior a lo esperado". Señaló que la fábrica debe ser "competitiva" para ampliar la cartera de pedidos entre los fabricantes de automóviles del entorno: Opel, Ford, Volkswagen y Mercedes. Al abrir su fábrica, la empresa señaló que la ubicación estratégica de Teruel, cerca de algunas de las principales factorías de coches del país, fue decisiva para decidir instalarse. "Si no conseguimos pedidos de nuestros clientes no podemos hablar de expansión de la compañía", aclaró José Antonio Martínez.

El director de Röchling en Teruel reconoció que los coches diésel tropiezan con problemas ante la expectativa de reducir su presencia en el mercado en favor de los vehículos con motor eléctrico. Señaló que los modelos que funcionan con gasóleo "están sufriendo" merma de ventas, aunque consideró que la fecha en que llegará el cambio definitivo al coche eléctrico es una incógnita, porque "las tecnologías e infraestructuras no están listas". Agregó, no obstante, que la fábrica trabaja con sus clientes para adaptarse a los cambios tecnológicos.

Recientemente, el principal cliente de la fábrica turolense, la factoría de Ford en Valencia, le otorgó una certificación que reconoce su "alto nivel de calidad" como proveedor. José Antonio Martínez señaló que el reconocimiento abre las puertas a nuevos pedidos de la multinacional, que absorbe el 70% de la producción, mientras que el restante 30% se vende a Volkswagen.

Tensión laboral

Uno de los factores que, según la dirección, frena la ampliación de la fábrica son las tensas relaciones con los sindicatos. Martínez señala que la empresa quiso "involucrar" a CC. OO. y UGT en "mejorar la gestión", pero tras el acuerdo inicial las centrales "han cambiado el enfoque".

El secretario general de Industria de CC. OO. –mayoritario en el comité de empresa–, Santiago Cañas, negó la existencia de ningún conflicto laboral en Röchling. Señaló que hay abierta una negociación en la que los trabajadores reclaman mejoras salariales para acercar la retribución a la de la planta que la compañía tiene en Álava y están a la espera de una respuesta patronal.

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