Royuela: La joven ganadera que llegó del urbanita Levante

En contra de la corriente migratoria que vacía los pueblos del interior en beneficio de la costa, Rosa Serra dejó Puerto de Sagunto para cuidar un rebaño ovino en Royuela, el pueblo de su padre.

Rosa Serra, con los corderos de la explotación de ovino que ha puesto en marcha en Royuela.
Rosa Serra, con los corderos de la explotación de ovino que ha puesto en marcha en Royuela.
Antonio García

El flujo migratorio que vacía las tierras rurales de interior peninsular en favor de las zonas industriales costeras se tropieza con algunos valientes que reman contra corriente. Rosa Serra, nacida en Valencia hace 42 años y criada en Puerto de Sagunto (Valencia), decidió un día hacer las maletas y marcharse al pueblo de su padre, Royuela, para empezar una nueva vida. Está a punto de culminar su sueño de instalarse como ganadera de ovino y no añora nada de lo que le ofrecía la superpoblada costa levantina. Vive en un pueblo de la sierra de Albarracín de 209 vecinos alejado de las principales vías de comunicación y de cualquier ciudad.

La experiencia rural, que empezó hace diez años, no fue totalmente novedosa para Rosa porque, como descendiente de Royuela, veraneaba en el pueblo desde pequeña. Además, sus abuelos maternos proceden de la cercana Torres de Albarracín. Su abuelo se marchó de allí a Puerto de Sagunto para trabajar en los altos hornos que procesaban el mineral extraído en las minas turolenses de Ojos Negros.

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Rosa Serra, aparejadora de formación, recuerda que hace una década la crisis inmobiliaria se dejaba notar con toda su crudeza en la costa levantina y la empresa en la que trabajaba, vinculada al sector de la construcción, se deshizo de casi todos sus trabajadores. "En lugar de buscar trabajo en Puerto de Sagunto, me vine a Royuela, donde vivía mi novio –ahora su marido–, a probar suerte", dice. No tuvo "ningún miedo" en afrontar una reconversión laboral acelerada y pasar por distintos empleos en la comarca –prevención de riesgos laborales, ayuda a domicilio...– antes de centrarse en la ganadería, una actividad que su esposo "había mamado" desde pequeño por tradición familiar y que a ella le atraía también.

Con ayudas del Gobierno aragonés para la incorporación a una explotación agropecuaria y para su modernización, emprendió la ampliación de las instalaciones familiares y compró 400 cabezas de rasa aragonesa. No se arrepiente de su elección. Tiene dos hijos, de 5 y 7 años, y un trabajo que le gusta. Forma parte de la Denominación de Origen del Ternasco de Aragón y es una activa sindicalista de UAGA. "Eché cuentas y comprobé que mi proyecto era factible", señala al rememorar cómo se embarcó en la ganadería. El hecho de ser mujer en un sector tradicionalmente asociado a los hombres no le ha dado "ningún problema" sino al contrario, porque recibió una puntuación extra a la hora de optar a las subvenciones de la Administración.

En contra de la práctica extendida en las tierras más altas de la comarca de trashumar hacia Andalucía en invierno, en Royuela los ganaderos son sedentarios y aprovechan los pastos locales todo el año. Esta criadora de ovino complementa la actividad pecuaria con la agricultura cerealista.

Cuenta que su caso no es una excepción en un pueblo con un importante porcentaje de población joven. Señala que otros tres jóvenes ganaderos han consolidado sus explotaciones con el apoyo de la Administración. Además, la actividad industrial está firmemente asentada y genera empleo para mantener la población. El resultado es un colegio con 14 niños y dos aulas abiertas. Aunque tampoco están todos los servicios resueltos. Hay dos bares y panadería, pero la tienda de comestibles cerró recientemente sin expectativas de reapertura. El abastecimiento llega con los vendedores ambulantes, que distribuyen fruta, congelados y otros productos básicos. Rosa señala, no obstante, que a las personas mayores, que no pueden desplazarse con facilidad, les vendría bien un colmado.

La ganadera se ha adaptado "de maravilla" a su nueva situación laboral y personal partiendo de una ciudad, aunque reconoce que el invierno es duro y largo en el corazón de la sierra de Albarracín. En verano, el regreso de los emigrados y sus familias triplica la población. Afirma, sin titubeos, que está "a gusto" en Royuela. Su única renuncia ha sido dejar de lado la afición a la música, con la que recorrió fiestas de Levante y Aragón dentro de una charanga. Le gusta tocar el saxofón, pero considera que para seguir a pie de calle el ritmo que impone la participación en fiestas multitudinarias como la Vaquilla –en la que también tocó– "hay que ser muy joven".

En datos

Comarca: Sierra de Albarracín

Población: 209

Distancia a Teruel, su capital de provincia: 47 km

Los imprescindibles

La sal de la tierra

Una ruta señalizada permite conocer las antiguas salinas. El agua se vertía en unas balsas enlosadas para que el calor del sol la evaporara y obtener así la sal, muy demandada por la potente cabaña ganadera de la comarca.

Una parroquia tardía

La parroquia de Royuela dependió de la vecina Moscardón hasta el siglo XVII. La iglesia, dedicada a San Bartolomé, se construyó entre los siglos XVI y XVII con un estilo de transición entre el gótico y el Renacimiento.

Merendero fluvial

El merendero de Las Balsas, acondicionado junto al río Blanco, permite disfrutar de una comida campestre envuelta en el rumor del agua. Hay mesas de pícnic y unos fogones a la sombra de los chopos.


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