Comerse el pasto de las llamas. Esa es la labor que deben realizar los más de 90 caballos turolenses que limpian de arbustos y cañas los montes levantinos para evitar la propagación de incendios. Los animales, reclamados por la Consellería de Medio Ambiente del Gobierno Valenciano y por ayuntamientos de esta Comunidad, pertenecen a la Dula de la laguna del Cañizar –entre Cella y Villarquemado–, una asociación equina integrada por yeguas y potros de diferentes ganaderías que reúnen buenas condiciones para desarrollar este trabajo.

"Son caballos con un gran porte y muy buena adaptación a los cambios climáticos y a la vegetación más dura, incluso a las cañas", explica el vicepresidente de la Dula, Emilio Izquierdo. "Además, tienen que estar acostumbrados a la trashumancia y a la presencia humana -añade- y pocas yeguadas lo están tanto como la de la Dula del Cañizar".

Estos animales se comen las cañas, consideradas una especie invasora especialmente propagadora del fuego debido a su forma alargada, que las convierte en una mecha. Habitual en barrancos y ríos, Izquierdo destaca que esta planta es también una gran consumidora de agua. "Las cañas que se comen 90 de mis caballos en un invierno permiten ahorrar agua suficiente como para abastecer una población de 5.000 habitantes en un año", asegura el ganadero.

La manada ha estado en los últimos días en Domeño –un municipio del interior de la provincia de Valencia– donde los caballos han limpiado siete kilómetros de cañizar del río Turia. "Nos avisó el Ayuntamiento –explica Izquierdo–, preocupado por la excesiva vegetación que había en la zona con todo un caluroso verano por delante".

Más baratos y ecológicos

Para el ganadero, todo son ventajas para quien decide limpiar los montes utilizando caballos en lugar de máquinas. "Los animales son respetuosos con el medio ambiente, ecológicos y mucho más estéticos", dice. "Es más bonito ver a una manada de yeguas y potros comiendo matas bajas junto a un embalse que un tractor o una excavadora, y, además, más barato", afirmó. Añadió que los equinos, con sus excrementos, mueven semillas de un lado a otro, contribuyendo a la diversidad de la flora en distintas zonas.

Una decena de personas acompaña a esta manada de caballos en sus traslados de un sitio a otro, que se realizan siempre a pie y a través de las vías pecuarias que han venido usándose desde la Edad Media. "De esta forma se mantienen activos los corredores naturales", subraya Emilio Izquierdo.

El ganadero explica que los caballos de la Dula de la laguna del Cañizar llevan ya seis años desbrozando los montes valencianos como labor de prevención de incendios. La manada realiza cada año la trashumancia entre Teruel y Valencia y es en este desplazamiento cuando los animales son solicitados por las administraciones para que se coman las cañas y los matorrales.

"Su trabajo es muy efectivo", asegura Izquierdo. El único problema, según destaca, es que esta actividad es poco rentable para el ganadero. "Lo mío es puro romanticismo. No gano dinero", dice.