La Vaquilla ya está a punto de estallar

Miles de turistas llegan a Teruel, que se convierte en capital de la diversión tras la puesta del pañuelo al Torico.

Preparativos en la peña de la plaza de la Marquesa para la puesta del pañuelo al Torico, a la que los peñistas acuden con bebida.
Preparativos en la peña de la plaza de la Marquesa para la puesta del pañuelo al Torico, a la que los peñistas acuden con bebida.
A. García/Bykofoto

La capital turolense ya rebosa fiesta por sus cuatro costados a la espera de que esta tarde, a las 16.30, estalle, por fin, la Vaquilla con la colocación del pañuelo al Torico. En ese momento, arrancarán tres días de intensa y desinhibida diversión con charangas y orquestas en cada rincón y la emoción del toro ensogado por las calles más céntricas.

Como una aldea vikinga a punto de ser invadida, la ciudad se preparaba ayer con todos los medios a su alcance para recibir a una avalancha de gente que puede alcanzar las 35.000 personas, tantas como viven en Teruel todo el año.

En el casco histórico, epicentro de la batalla festiva que se avecina, un ejército de carpinteros cubría con tableros los escaparates de comercios y bancos para protegerlos de posibles actos vandálicos y de la suciedad que se genera estos días. Estas estructuras de madera o metal cuestan en torno a 250 euros, un precio al que hay que sumar los 80 euros de su instalación y retirada. "Es necesario asumir el coste de esta medida", aseguraba Cristina Acedo, responsable de un negocio de telefonía móvil en la calle de San Juan, porque "esta fiesta es muy tremenda".

El Ayuntamiento, por su parte, había retirado todo el mobiliario urbano y ‘blindado’ con vallas las fuentes y monumentos. Incluso el Obispado ha colocado tablones en la puerta de la Catedral a fin de proteger la valiosa reja modernista que a principios del siglo pasado realizara el artista Matías Abad.

Pero solo hasta ahí llega el símil vikingo. En Teruel, los ‘invasores’ son recibidos con los brazos abiertos, como al amigo esperado. Es el desquite contra la despoblación que sufre el territorio. Tres días en los que no cabe un alma más en las calles, como si de una paradoja se tratara.

Para apagar la sed de tanta gente, las 18 peñas vaquilleras se afanaban en llenar sus neveras con todo tipo de bebidas. "Aquí se servirán, seguro, más de 3.000 litros de cerveza", afirmaba el presidente de Los Sordos, Fidel Loza, al tiempo que calculaba que unas 15.000 personas pasarán por la carpa ?(en la plaza del Tremedal) –de 250 metros cuadrados– desde hoy y hasta el lunes. "Somos una peña emblemática en la Vaquilla y eso nos da fuerza e ilusión para trabajar todo lo que haga falta", dijo.

"Es un sentimiento"

En la peña Los que Faltaban (tras el antiguo Banco de España), los socios miraban al cielo con preocupación. Al no tener zona cubierta, un chaparrón, y el hombre del tiempo había amenazado con ello, podría aguar la fiesta. También en El Despiste (plaza del Obispado) se esmeraban en tapar cualquier agujero por el que pudiera colarse la lluvia. "Llevamos preparando la Vaquilla todo el año y siempre faltan cosas en el último momento", señaló el presidente, Ricardo Romero, al frente de 450 peñistas adultos y 170 niños. Pero Romero no escatimaba esfuerzo. "La Vaquilla lo merece; es un sentimiento", destacó.

Haciendo honor a su nombre, en el cuartel general de El Trago (plaza de la Marquesa) se llenaban con sangría un millar de garrafas para repartir entre los 500 socios. Todo ello, junto al símbolo de la peña, ‘Arrabalero’, un toro de trapo y cartón que guarda en su interior una cuba de vino, la misma con la que la asociación, la más antigua de Teruel, echó a andar hace casi 70 años.

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