El Bajo Aragón Histórico espera con optimismo la construcción de la nueva presa de Santolea, uno de los proyectos prioritarios para el futuro del territorio que también, como ya es costumbre, no ha estado exento de vicisitudes. Este otoño, previsiblemente en el mes de octubre, comenzarán las obras de recrecimiento de este embalse en la zona denominada el Estrecho del Cañón.

Ya se ha cerrado el plazo de presentación de ofertas, al que se han presentado un total de 21 propuestas, 13 de las cuales son UTE (Unión Temporal de Empresas). Ahora, la sociedad estatal Acuaes, que sacó a concurso la construcción de la nueva presa en el Estrecho del Cañón por un presupuesto de 32,6 millones de euros, está revisando las propuestas y en abril o mayo tiene previsto adjudicar la obra, muy demandada por los agricultores de la comarca.

La sequía que vive el territorio bajoaragonés, ahora aliviada en parte con el último temporal de lluvia y nieve, pone en evidencia la gran necesidad que tiene la cuenca del río Guadalope de ampliar la capacidad del embalse de Santolea.

La nueva presa tendrá una capacidad de 81,75 hectómetros cúbicos (hm3) y permitirá regular, junto a la presa del Puente (en la cola del embalse) ya ejecutada, 104,84 hectómetros cúbicos de agua, un volumen muy superior a los 48 hm3 que almacena el actual pantano de Santolea.

De esta infraestructura no solo dependen más de 2.000 agricultores, sino también el agua de boca de muchos municipios y la que consume la Central Térmica de Andorra para su funcionamiento. "Es muy necesario para todo el futuro del territorio y una posible solución al déficit de agua que tiene el río Guadalope durante los años de sequía, como el actual", precisa José Fernando Murria, presidente del Sindicato Central de la Cuenca del Guadalope.

De hormigón compactado

Se construirá de la misma forma que la del Puente, una de las pocas en Europa de HCR (hormigón compactado con rodillo). Su característica principal es que se levantará por capas (como las carreteras) y no por bloques como se erigen este tipo de infraestructuras. En un principio no estaba proyectada de esta forma, pero se cambiaron los planes debido a que la presa del Puente ha dado un buen resultado y se construyó en poco tiempo. Con el proceso de elaboración por bloques se pueden interrumpir los trabajos, pero en la de HCR no, y se debe trabajar día y noche. Otra de sus ventajas es que se ha tenido muy en cuenta que la ‘cerrada’, el lugar en el que va enclavada, sea geotécnicamente óptima.

En 2018 se comenzará la obra ejecutando los accesos y el año "crítico" será 2019, cuando los regantes afronten la campaña sin poder disponer del embalse principal. Será entonces cuando se levante el cuerpo de la nueva presa, por lo que el fondo de excavación estará seco, aunque no todo el entorno. "Será un año complicado, por eso, lo ideal es que nos coja con las presas de la parte alta bien llenas, Gallipuén, el Puente y Calanda", explica Murria.

"La de Calanda –continúa–, además de la lluvia, depende de que la CHE sea más permisiva. Nunca se llena en la época de riesgo de la gota fría porque tienen miedo de que si se desborda se pueda romper". En 2020, si no hay nuevos imprevistos, ya se podrá llenar parte de la nueva presa e incluso ya se contará con más cantidad de agua que antes de las obras.