Hace menos de un mes que Mirambel recibió la insignia que lo acreditaba como uno de los pueblos más hermosos de España y hace menos de cinco días que comenzaron sus fiestas patronales en honor de San Lamberto y la Virgen de Agosto. Esta localidad con valores monumentales y naturales tan destacados celebra este martes su último día de festejos con un encierro infantil de toros de carretilla para los más pequeños, paella popular en el pabellón y actos taurinos de lo más variados. El broche de oro lo pondrá la orquesta Génesis y la discomóvil que despedirá los días más esperados del año.

La jornada más tradicional fue la del domingo, que comenzó con una misa baturra por la mañana en honor a los dos santos y a cargo de la rondalla El Rolde del Maestrazgo, la cual recorrió las calles del pueblo hasta la hora del aperitivo al que estaban invitados todos los vecinos. Por la tarde, se bailó el Rolde típico de Mirambel. "Es un baile por parejas en el que el chico se queda clavado en el suelo sin moverse y la chica da vueltas hasta llegar de nuevo a su acompañante. Mantenemos aún esta tradición que es anterior a nuestros abuelos", explicó Isabel Marín miembro de la Comisión de Fiestas. Como novedad durante estos días, después del tradicional baile, se programó una exhibición de fuerza a cargo de David Mesa, subcampeón de la Liga Nacional de Fuerza, que tal y como explicó Antonio Cortés miembro de la comisión, atrajo a multitud de público procedente de pueblos cercanos.

Mirambel taurino

Los actos taurinos cobran mucho protagonismo durante estas fiestas patronales. Solo el viernes se celebraron dos toros embolados cuyos cuernos fueron encendidos por las cuadrillas de Villarluengo y El Diable de la Todolella. El sábado, hubo un encierro y suelta de reses bravas por las calles de la localidad. La jornada de este martes, y última de las fiestas, no será menos, ya que todos aquellos que se desplacen hasta Mirambel podrán correr en un encierro y disfrutar de una tarde de vacas amenizada por la charanga. Sin olvidar que podrán ver cómo embolan a un toro cerril –virgen en una plaza– muy de cerca.