Absuelto el cura de Monzón acusado de violar a un niño en la catequesis

La Audiencia de Huesca considera que no se ha podido probar su culpabilidad solo con el testimonio del menor. 

Amadeo E. junto a su abogado, en el Palacio de Justicia de Huesca.
Amadeo E. junto a su abogado, en el Palacio de Justicia de Huesca.
Verónica Lacasa

La Audiencia Provincial de Huesca ha absuelto al sacerdote de Monzón  acusado de violar a un niño de 8 años en la catequesis, porque según el tribunal no se ha logrado demostrar la acusación y existen "dudas razonables sobre su participación en los hechos denunciados". Amadeo E., párroco de Monzón durante 15 años y antiguo profesor de Religión en el instituto Mor de Fuentes, fue apartado de la Iglesia. Según se expuso en el juicio, la diócesis de Barbastro-Monzón le abrió un expediente de secularización y laicidad motivado por denuncias de los propios compañeros sobre comportamientos inadecuados con otros menores.

La Fiscalía y la acusación particular pedían para el procesado 15 años de prisión por agresión sexual continuada con las agravantes de abuso de superioridad y especial vulnerabilidad del menor dada su corta edad en el momento de los hechos, ocurridos durante los años 2010 y 2011, cuando se preparaba para la Primera Comunión en el Hogar Madre Rafols, situado en los bajos de la iglesia de San José, una actividad en la que el sacerdote intervenía para la preparación de la catequesis.

Los magistrados basan la sentencia, hecha pública este martes, en la declaración del menor y de los testigos. Concluyen que no existe en el relato una coherencia, con la fuerza suficiente, para que lo que dijo el niño sea prueba de cargo contra el sacerdote

El menor, hoy ya con 20 años, mantuvo en el juicio que el cura lo sacaba de la clase y lo llevaba al baño para someterlo a felaciones y penetraciones anales, le tapaba la boca para que no gritara y en una ocasión le llegó a abofetear. "Mientras me penetraba me decía que era un juego y que yo era un cordero de Dios bastante bueno", testificó. Dijo que hasta los 12 años no fue consciente de que era algo más que un juego, y hasta los 15 no se atrevió a confesárselo a sus padres.

Sin embargo, otro sacerdote, la catequista y una voluntaria del hogar de ancianos avalaron las tesis de la defensa. Uno de los testimonios que más apoyó el relato de Amadero E., quien siempre negó los hechos, fue el de la catequista que daba clases a la víctima. En el juicio esta negó que el sacerdote alguna vez hubiera ido a buscar al niño a la clase. "Estaban bajo mi supervisión y nunca nadie se llevó a un niño del aula", señaló. Además, la encargada del Hogar Madre Rafols aseguró que no vio nunca al cursa vestido de color morado en esa zona, como contó el niño, y que nunca lo vio con ningún menor fuera de la clase de catequesis.

En su sentencia los magistrados entienden que “no ha quedado debidamente acreditada la intervención y participación del sacerdote en los hechos narrados y denunciados por los padres del menor”. No dudan de que el niño "ha sufrido algún acontecimiento o suceso que le ha generado todo los efectos y perjuicios apreciados por los profesionales que le han ido atendiendo a lo largo de estos años”. 

Sin embargo, afirman “no nos queda acreditado que los hechos sucedieran tal cual los denunció y narró en el acto de la vista, fundamentalmente al ponerlos en relación con las declaraciones de los testigos (la catequista y la encargada del Hogar Madre Rafols) que negaron categóricamente que pudieran haber sucedido en esas circunstancias de tiempo y de lugar”. 

Abundan en esta cuestión añadiendo que la declaración del menor puede ser creíble pero no supera los estándares de fiabilidad al no ser compatible con el resultado del resto de la totalidad de las pruebas presentadas en el juicio. 

En la vista oral declararon cuatro psicólogas, una privada, otra de la Oficina de Atención a las Víctimas de Huesca y dos del Instituto de Medicina Legal de Aragón. Todas coincidieron en dar credibilidad al testimonio de la víctima, "coherente de principio a fin", "sin un relato aprendido", porque en esencia ha repetido siempre lo mismo. También estaban de acuerdo en que sufre un claro cuadro de estrés postraumático motivado por lo ocurrido en su infancia.

Sin embargo, los magistrados de la Audiencia de Huesca, teniendo en cuenta los parámetros establecidos en la jurisprudencia del Tribunal Supremo, apoyan su decisión en que “el riesgo se hace mayor si la víctima es precisamente quien inició el proceso, mediante la correspondiente denuncia o querella, haciéndose aún más acentuado si ejerce la acusación, pues en tal caso se constituye en única prueba de la acusación al propio acusador". 

Los padres del menor interpusieron una querella en 2019, cuando el perjudicado aún era menor de edad, por actos atentatorios contra su indemnidad sexual, calificados inicialmente como posible delito de agresión sexual a menor de 13 años. 

Contra esta sentencia cabe presentar recurso de apelación ante la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Aragón. El abogado de la acusación particular ya ha anunciado que, aunque aún tiene que estudiar detenidamente el contenido del fallo, su intención es apelar a una instancia superior "al no estar de acuerdo con la valoración de la prueba efectuada por el tribunal".

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión