Las olas de calor abocan al glaciar de la Maladeta a su extinción en 2035

Los científicos acortan las previsiones para la desaparición de una de las grandes masas de hielo del Pirineo. El trabajo de campo para su medición resulta cada vez más peligroso.

Mediciones en el glaciar en la campaña del año pasado.
Mediciones en el glaciar en la campaña del año pasado.
Spesa Ingeniería/CHE

Este septiembre, un equipo científico volverá al glaciar de la Maladeta, en el valle de Benasque, para estudiar su evolución. El panorama que se encontrará será sin duda desalentador tras el verano más caluroso jamás registrado. El frente retrocedió 106 metros en 2022, que comparados con los 500 perdidos desde 1991 evidencian la brutal aceleración de la fusión. Las últimas olas de calor apuntan a datos peores este año. De hecho se ha recalculado la fecha de su extinción, estimada ahora a partir del 2035.

La Maladeta, entre 3.000 y casi 3.400 m de altitud, se derrite a pasos agigantados, lo mismo que el vecino glaciar del Aneto, o el de Monte Perdido, ya fragmentados y por lo tanto más vulnerables. El primero es el que permite ver mejor la evolución, ya que se lleva estudiando desde hace más años. El seguimiento comenzó en 1991, de la mano de la Confederación Hidrográfica del Ebro por encargo del que hoy es Ministerio para la Transición Ecología. Se tomó como referencia y testigo del cambio climático.

Hasta hace poco los expertos pronosticaban la desaparición en 20 o 30 años, según diferentes escenarios de calentamiento global. Pero este horizonte se ha acercado atendiendo a la mayor frecuencia de las olas de calor. "Se estima el 2035 como año a partir del cual dejará de ser un glaciar como tal, con una incertidumbre de más o menos 5 años", asegura el profesor Guillermo Cobos, de la Universidad Politécnica de Valencia, donde tienen su origen estos trabajos.

"Se está debilitando mucho, también los otros glaciares, y el proceso es muy rápido", añade Cobos, también director general de Spesa Ingeniería, empresa encargada por la CHE del seguimiento con dos campañas al año, en junio y septiembre, para medir las dinámicas morfométricas, climáticas, nivológicas e hidrológicas y evaluar y cuantificar la variación. El control topográfico se hace con una red de balizas que determina el movimiento. Él prevé que la de este mes no hará sino constatar "pérdidas adicionales muy significativas".

"Los de los últimos años son datos muy malos, con una tendencia exponencial. Cada vez es más sensible y más débil. Como una persona que se va quedando sin reservas para defenderse de la enfermedad", señala Cobos. Un claro ejemplo es el retroceso de 106 m en 2022. "Antes, en la parte superior, acumulaba nieve que pasaba a ser hielo, y en la inferior había pérdidas por las temperaturas más altas, pero esa línea ha ido subiendo y pierde tanto abajo como arriba".

Imagen captada este verano desde el aire del glaciar.
Imagen captada este verano desde el aire del glaciar de la Maladeta. Arriba, a la izquierda, se pueden ver los distintos fragmentos del vecino Aneto .
Gerardo Bielsa

Los datos que constatan el retroceso

El ultimo informe disponible, de 2022, concluye que fue "el peor año con diferencia de los 31 medidos". El espesor se redujo de media 347 cm (550 en el frente), y ya son 29 m en las tres décadas. La disminución en superficie fue de 3,55 hectáreas, un 19%. Pasó de 18,21 ha en 2021 a 14,67. Cuando comenzó a evaluarse tenía 50 ha, por lo que ha perdido el 71%. También se mide el volumen de agua, -0,70 hm³ desde 1994.

Las razones están claras: aumento de las temperaturas y menos nevadas. Pero Cobos añade otro factor, las lluvias de polvo sahariano que le dan una coloración más oscura y aceleran la fusión al aumentar la capacidad de absorción del calor.

"De los 32 años que venimos midiendo, salvo cuatro de balance positivo, prácticamente todos han sido negativo", indica Marisa Moreno, jefa del área de Hidrología de la CHE, que explica que la campaña de junio calcula el espesor de nieve y la de septiembre, cuando ya no hay manto, permite ver el glaciar consolidado y lo que ha permanecido. Los científicos estuvieron por última vez el 17 de junio y determinaron que el año hidrológico 2022-2023, en cuanto a acumulación de nieve, es el cuarto peor de la serie con entre 85 y 350 cm sobre el hielo.

El glaciar tiene cada vez más pendiente y se hace más peligroso el trabajo de campo.
El glaciar tiene cada vez más pendiente y se hace más peligroso el trabajo de campo.
Gerardo Bielsa

El peligro de las mediciones

Además, han aparecido gran cantidad de grietas en la parte superior, algunas de considerable anchura y profundidad, y la pendiente ha aumentado, señalan los técnicos en su informe, hasta el punto de que resulta peligroso el trabajo de campo. Se aconseja en próximas campañas que el equipo vaya por parejas y con cuerdas, "ya que cada vez es más difícil andar por el glaciar", y llevar casco por la casi continua caída de piedras de la pared superior. También es recomendable esperar a que caiga la primera nevada para que sea más fácil andar por el glaciar. "Hacerlo por hielo fósil extremadamente duro es muy difícil a pesar del uso de crampones".

Marisa Moreno insiste en la peligrosidad apuntada en el informe. "Llegará un momento en que no podamos tomar datos de la manera que hacemos ahora, con montañeros expertos que van buscando las balizas que nos permiten ver el movimiento. Existen zonas donde el hielo se fractura y no se rellena con nieve. En poco tiempo habrá desaparecido porque ya no tendrá zona de acumulación ni desplazamiento. Podrá quedar hielo perpetuo unos años pero ya no será un glaciar".

Los informes técnicos constatan que los espesores han bajado brutalmente y la acumulación de nieve va disminuyendo. “No hay posibilidad de que se incorpore a la masa de hielo y la temperatura cada vez es más alta, de forma que las circunstancias no son proclives a que la nieve pase a formar parte de la masa de hielo, ya que se necesitaría un proceso de compactación que no es factible por estas temperaturas altas".

Con la desaparición de los glaciares se desvanece un testigo del cambio climático, un "útil instrumento para determinar su sentido y magnitud", dicen los técnicos de Spesa, y en particular, la posición meridional de los del Pirineo les confiere "un valor excepcional y casi único en Europa".

La Maladeta es el tercero oficialmente en superficie, pero según el profesor Cobos, ahora se podría discutir esta clasificación, "porque como el del Aneto se ha partido en trozos habría que preguntarse si es uno o cuatro, y el de Maladeta podría pasar a ser más grande". Este también se ha fragmentado con trozos inconexos en las estribaciones. Monte Perdido igualmente está partido. De lo que nadie duda es de su cercana extinción. La actual es la última generación que tendrá el privilegio de contemplarlos como parte del paisaje de las montañas del Pirineo.

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