Investigación contra reloj en las cuevas heladas de Ordesa

El Instituto Pirenaico de Ecología ha realizado una nueva campaña de estudio en el Parque Nacional, donde los depósitos de hielo sufren una pérdida media de 25 cm/año. 

Una de las cuevas de hielo donde se ha realizado la investigación.
Una de las cuevas de hielo donde se ha realizado la investigación.
Miguel Bartolomé

Los investigadores estudian casi a contra reloj las cuevas de hielo del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido ante el avance del calentamiento global, que está haciendo subir las temperaturas en el interior y provocando el rápido retroceso de los depósitos helados, algunos de los cuales empezaron a formarse hace miles de años. 

Expertos del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE), dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), y de varias universidades y organismos europeos han realizado una nueva campaña de toma de datos en el interior de estas cavidades, situadas a más de 2.500 metros de altitud. La cueva más conocida es la gruta helada de Casteret, cerrada al público para preservar este patrimonio natural.

En concreto la última campaña de estudio se ha llevado a cabo en otras dos cavidades, entre el 23 y el 29 de julio, y ahora se procederá al análisis de los datos recogidos. Por lo que se sabe hasta ahora se ha producido  una pérdida media de 25 cm/año en los depósitos de hielo del parque, aunque para septiembre se analizarán los registros de este año para ver la evolución del conjunto. 

Ana Moreno, geóloga del IPE e investigadora principal, explica que el trabajo forma parte del proyecto 'Orchestra', financiado por el Organismo Autónoma Parques Nacionales, dirigido, por una parte, a analizar la dinámica actual del cambio climático en estos lugares; y, por otra, a hacer una reconstrucción paleoambiental de las cuevas de hielo,  ya que se trata de un archivo de las variaciones que ha ido experimentando.    

En una de las cuevas se ha entrado por primera vez para hacer un estudio detallado.
En una de las cuevas se ha entrado por primera vez para hacer un estudio detallado.
Miguel Bartolomé

"Son unos lugares muy frágiles y muy emblemáticos que están respondiendo de manera muy rápida al cambio climático", señala Ana Moreno. "Cada año hacemos una o dos campañas de descarga de los sensores instalados y que toman los datos para ver cómo ha ido variando la temperatura en las cuevas y qué cantidad de volumen de hielo se ha perdido. Además de este seguimiento, se persigue estudiar el hielo fósil, formado en algunos casos hace miles de años, "usarlo como un registro de cómo eran los cambios ambientales en ese momento".        

En algunas de las cuevas la temperaturas ya no se mantiene bajo cero todo el año, provocando una aceleración de la fusión. "Este año se ha entrado por primera vez en una de las cuevas, más profunda, y se ha muestreado una secuencia de hielo fósil de un depósito nuevo, que aún no sabemos la edad que tiene", indica la geóloga.  

"De año en año vemos mucha evolución. Hay depósitos que desde que empezamos a trabajar, ya no en este proyecto sino en uno anterior, prácticamente han desaparecido. Para nosotros es muy importante guardar muestras ahora de ese hielo fósil y seguir investigándolo porque va cambiando de año a año y a veces casi no reconocemos los depósitos. Es importante recalcar que son hielos formados hace miles de años y que en la escala de una década está despareciendo", añade la representante del instituto que capitaneo el proyecto.  

La campaña ha reunido a una docena de investigadores y técnicos. Los datos recogidos serán procesados en las próximas semanas para conocer la edad del hielo y su composición y avanzar así en la reconstrucción del clima del pasado y los cambios que ha experimentado en las últimas décadas.

El equipo científico de la campaña ha estado liderado por Miguel Bartolomé, del IPE y de la Universidad de Colonia. También participan la Universidad de Zaragoza, la de Innsbruck (Austria), el Centro de Astrobiología (CAB) del CSIC, el Centro Vasco de Cambio Climático y el Siska (Instituto Suizo de Espeleología y Estudios Karst). 

Se ha contado además con la colaboración de espeleólogos de la Asociación Espeleológica de Cotiella y la sociedad francesa de Espeleología y Prehistoria de los Pirineos Occidentales (SSppo) para la instalación de las vías que permiten el acceso al hielo. 

En 2018, la Diputación de Huesca otorgó el premio Félix de Azara  al grupo de científicos del Instituto Pirenaico de Ecología y la Universidad de Zaragoza que desde hace una década estudian las cuevas heladas del Pirineo en riesgo de desaparición. Los datos obtenidos, señaló en el reconocimiento, dejan constancia de la atención urgente que requieren estas cuevas heladas al estar sufriendo un retroceso acelerado por el calentamiento global que puede llevar a su desaparición en pocos decenios. Su trabajo, además de en el Parque de Ordesa, se ha llevado a cabo en varios macizos pirenaicos, como el de Cotiella, Tendeñera) o Collarada.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión