La catedral de Huesca recrea un catafalco mortuorio y desvela los rituales funerarios

El Museo Diocesano organiza visitas 'especiales' al templo por Todos los Santos para dar a conocer las criptas y panteones así como la inconografía sobre la muerte como el tránsito a la vida eterna. 

Los catafalcos mortuorios eran algo relativamente habitual en los templos grandes y catedrales. Se trataba de arquitecturas efímeras que se instalaban con ocasión de las exequias de dignidades o personalidades de la ciudad. Los primeros datan del siglo XVI pero alcanzaron su mayor esplendor en la época barroca. En el XIX se siguieron colocando y en el XX empezaron a desaparecer. La seo de Huesca también tuvo su túmulo. De aquel solo se conserva una tabla aunque sí se tiene todo lo que era el terno de difuntos. 

Con motivo de la festividad de Todos los Santos, el Museo Diocesano ha organizados dos visitas para dar a conocer la catedral de Huesca (S. XIII) como monumento funerario, un aspecto que queda fuera de las visitas guiadas al templo durante el resto del año. La primera se ha llevado a cabo este sábado y la segunda es este lunes. Para reproducir el contexto de los siglos XVII y XVIII, en la entrada al centro museístico se ha construido un catafalco al que no le faltan detalle alguno, incluidos los huesos que en ocasiones se colocabna sobre el féretro. 

Susana Villacampa, directora del Museo explica que aquello túmulos eran una estructura de madera con tablones diferentes que se cubrían con telas muy lujosas, enriquecidas con bordados de plata sobredorada o de oro y con fondos negros. "Formaban parte del terno de difuntos y la liturgia funeraria de ese momento", señala la historiadora del arte.

En el montaje realizado en Huesca destaca el conjunto original de vestiduras litúrgicas que usaban los sacerdotes para las exequias más solemnes: capa pluvial, casullas, dalmáticas, el propio frontal con el que se revestía el altar y el paño gremial. "Hemos expuesto todo ellos para recrear cómo se hacían los catafalcos", indica Villacampa. La directora del Diocesano explica que los restos óseos que se ponían sobre el ataúd formaban "una especie de vanitas, una imago mortis... como los cuadros donde se hacía alusión a la caducidad de la vida". 

Los cráneos y tibias servían para recordar la fugacidad de la vida, la necesidad de prepararse para una buena muerte. "Y en este caso los hemos rodeado de una corona de laurel, elemento que también se utilizaba en otros tiempos como símbolo del triunfo, de la victoria porque, en el fondo, en el ámbito cristiano lo que pretende el arte funerario es recordar que la muerte se supera como un tránsito temporal y que se llega a alcanzar una vida eterna a través de la salvación del alma", precisa Susana Villacampa en relación al significado del ritual funerario.  

Además, los visitantes han contemplado algunas de las esculturas y pinturas que se exhiben en el Museo relacionadas con estas creencias y representando el juicio final o la buena muerte. Los participantes han recorrido también el claustro románico y el gótico, donde hay una gran cantidad de laudas sepulcrales y sarcófagos de piedra. "Eran espacios espacios funerarios porque las catedrales, igual que todas las iglesias cristinas, eran hasta el siglo XIX grandes cementerios", precisa la directora del Diocesano.

Ya en lo que es  propiamente la catedral, se muestra la capilla de Todos los Santos, en la que estos días se exponen las reliquias que hay en el templo. También forman parte de la ruta las criptas que están bajo la cabecera de la iglesia: "Son tres criptas medievales que se utilizaron para el enterramiento de canónigos, obispos, el clero menor… Están limpias, saneadas, pero queda el testimonio arquitectónico de que hubo una catedral subterránea con diferentes espacios para esos de enterramientos".   

La visita finaliza en el panteón más famoso y bello de la catedral, la capilla de los Lastanosa. "Tiene un carácter muy funerario por la iconografía que presenta", ha apuntado Villacampa. Bajo ella está la cripta con los sepulcros y las estatuas, esculturas de alabastro de los hermanos Lastanosa, de la mujer de Juan Vicencio, de sus descendientes....

Este lunes, el aforo se ha incrementado hasta las 30 personas y ya está completo. No obstante, se baraja formar dos grupos si la demanda aumenta. Se ha limitado el número de participantes porque "los espacios a los que vamos son muy pequeños y con escaleras estrechas".  

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