"Salvamos la vida de un esquiador que llevaba cuatro horas sepultado"

La Guardia Civil de Benasque refuerza la unidad canina de rescates en aludes, que lleva casi cien actuaciones en 25 años.

El cabo Sergio Orna, haciendo un ejercicio con su perro de rescates Arnold
El cabo Sergio Orna, haciendo un ejercicio con su perro de rescates Arnold
Guardia Civil

El grupo de montaña de la Guardia Civil de Benasque ha reforzado este invierno la unidad canina de rescate en avalanchas. Arnold, un pastor alemán que lleva ya 6 años en el equipo, tiene como nuevo compañero a Azor, una mezcla de labrador y pastor belga. Y para que estén en las mejores condiciones, se ha hecho una inversión de 3.500 euros para construir una nueva perrera. A ellos se suman otros dos canes que hay destinados en Huesca ya que Panticosa se ha quedado sin el servicio al jubilarse el guía.

El guía del primero es el cabo Sergio Orna, que acumula 25 años de experiencia trabajando con perros expertos en estas intervenciones y que prepara ya su relevo porque a finales de 2021 pasará a la reserva "y la idea es que un nuevo especialista trabaje conmigo hasta entonces para que esté perfectamente formado".

Recogerá su testigo el guardia Carlos Sánchez, que ha conseguido superar el exigente curso en el centro de adiestramiento de perros de la Guardia Civil en El Pardo (Madrid) ya que de las 100 plazas que se convocan inicialmente solo diez consiguen pasar a la fase final tras superar pruebas de reconocimiento, psicotécnico, aptitud física y una entrevista personal. Una aspiración que tenía desde que llegó a Benasque en el año 2006 "porque me gustaban tanto el trabajo de montaña como los perros y al final lo he conseguido".

Salvamos la vida de un esquiador  que llevaba cuatro horas sepultado

El guardia Carlos Sánchez, junto a su perro Azor. G. C.

Desde que se puso en marcha la unidad en 1994, suman un centenar de actuaciones. "Por fortuna no son muchas, pero todos los inviernos hay que atender servicios de búsqueda de gente implicada en avalanchas, aunque también trabajamos en verano con personas extraviadas", explica.

De toda las intervenciones en aludes, solo una vez lograron sacar a alguien con vida. Fue en 1997, en Panticosa, donde se consiguió que uno de los perros detectara a un esquiador de montaña que subía al Garmo Negro y que llevaba cuatro horas sepultado. "Se salvó por unas circunstancias excepcionales ya que le quedó una gran cámara de aire y pudo resistir", recuerda.

Y es que habitualmente cuando llegan al lugar los accidentados ya han fallecido. Por ello, Sergio Orna recalca la importancia de salir a la alta montaña con el material adecuado y estar preparados para hacerse su propio rescate "porque a una persona sepultada en una avalancha, hay un 90% de posibilidades de encontrarla fallecida por encima de 15 minutos", destaca.

Este guía reconoce que aquel auxilio con final feliz fue "una sensación muy gratificante porque es a lo que aspiras siempre, que gracias al concienzudo entrenamiento de tu perro, que no se ve pero está allí, puede haber posibilidades de tener éxito".

Unos simulacros de rescates en aludes que realizan una vez a la semana con personas enterradas "con seguridad" en cavidades cada vez más profundas (aunque el 60% de las víctimas están sepultadas en el primer metro y medio) "y los perros marcan raspando sobre la nieve o ladrando". A la hora de elegir un can para estas intervenciones no se busca una raza concreta "sino unas cualidades, de talla mediana, con una buena condición física y un carácter sociable".

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