Secastilla, crisol multicultural en la Ribagorza

El municipio conserva una notable vitalidad y un sorprendente cosmopolitismo, al haberse convertido en los últimos años en punto de encuentro de gente de las más variadas procedencias.

Rosa María, Víctor, María José, Gema y Jessie, en el bar de Secastilla
Rosa María, Víctor, María José, Gema y Jessie, en el bar de Secastilla
Ángel Gayúbar

El municipio de Secastilla, en el rincón suroccidental de Ribagorza y situado entre los embalses de Barasona y El Grado, comprende la capital municipal del mismo nombre y los núcleos de Ubiergo, Aldea de Puy de Cinca y Torreciudad. Son cuatro enclaves muy distintos entre sí que conforman una unidad poliédrica sumamente atractiva.

Encaramado sobre un cerro, el pueblo de Secastilla es el núcleo más habitado y el centro de servicios administrativos, pero las otras tres localidades, con sus especificidades, actúan como perfecto complemento de un municipio muy vivo, en el que un centenar y medio de habitantes han puesto en marcha diversos negocios relacionados con el vino, la panadería y pastelería, la molienda de olivas y producción de aceite, turismo estándar y el ecoturismo, construcción, transporte o lavandería industrial. A ello se añade el tirón del santuario de Torreciudad, uno de los centros de peregrinación mariana más importantes de España, y la apuesta que hace ya unos años se planteó el sindicato UAGA por recuperar la Aldea de Puy de Cinca –expropiada y despoblada por la construcción del embalse de El Grado– como centro vacacional y de experimentación agrícola.

Todo ello da como resultado un ir y venir de gente procedente de los cuatro puntos cardinales, situación reforzada desde que María José Girón –descendiente de la localidad– y su marido Jessie se instalaron en Secastilla y empezaron a trabajar en distintos proyectos de promoción sociolaboral, intercambio y acogida de visitantes internacionales, que en los últimos años han traído a este rincón ribagorzano a personas desde países como Estados Unidos, Australia, Japón, Gran Bretaña o Francia; varias han acabado por establecerse en la zona. La última, recién empadronada en Secastilla, es Gema; esta joven australiana llegó aquí en un programa de voluntariado hace seis meses, tras haber dejado su trabajo en Londres como publicista. "Buscaba un cambio, Londres es demasiado grande para mí, y aquí soy feliz; la gente es muy simpática y cercana y no echo nada de menos la City", chapurrea en un balbuceante español.

María José, que es también agente de desarrollo local del municipio, le ayuda con algunos giros y expresiones que todavía se le escapan. "Podemos acompañar a las personas que se quieren instalar en el pueblo y que necesitan una apoyo para los primeros trámites", comenta, recordando que el municipio apoya especialmente proyectos empresariales que lo son también de vida. "En un sitio tan pequeño y con tantas necesidades, estamos obligados a detectar los servicios nuevos que la gente nos ofrece", comenta.

Una de esas necesidades es la de contar con un espacio abierto para el encuentro de los vecinos y por eso el consistorio apoya económicamente el mantenimiento del bar social secastillano, punto de encuentro para las gentes del pueblo. Rosa María Sabala, con raíces aquí, y su marido Víctor se liaron la manta a la cabeza, abandonaron Barcelona y aceptaron hace unos meses el reto de dirigirlo y dinamizarlo. "Pretendemos que además de ser ese punto de encuentro imprescindible, se convierta en un espacio cultural con la celebración de exposiciones o conferencias, y también terapéutico como escenario de charlas, conversaciones y debates", apuntan ambos, recordando que están ya empeñados en relanzar culinariamente el establecimiento con una apuesta por la utilización de alimentos de la zona que acompañen a los excelentes vinos locales, de reconocida calidad y fama secular.

Nuevos retos

Las viñas y las bodegas industriales y particulares siguen marcando en buena medida el paisaje que rodea, sobre todo, los núcleos de Ubiergo y Secastilla. Los trabajos relacionados con la elaboración del vino suponen una parte importante de la economía del municipio, pero ya no la monopolizan como llegó a ocurrir hace décadas. José Miguel Pesque –autor del delicioso libro ‘Secastilla. Recuerdos y vivencias’- constata que ahora es "una población muy dinámica", máxime con la llegada en los últimos años de varias parejas jóvenes. "Ha existido –dice– una involución hacia lo positivo que ha roto la tendencia de una emigración fortísima".

Jessie es de Carolina del Norte y conoció en Estados Unidos a María José. Decidieron hacer de Secastilla su hogar y no reniegan de la elección. Profesor en las escuelas de música de Graus y Benabarre, agricultor en arbolados y viñedos, restaurador de propiedades o colaborador en el trabajo hortelano de sus vecinos, persigue ser autosuficiente al máximo y reconoce que la vida agradable, aunque se molesta cuando los urbanitas hablan de la tranquilidad en el medio rural. "Aquí también hay estrés, mucho más relacionado con los ciclos naturales, pero innegable", subraya con su español con acento estadounidense y trufado de giros ribagorzanos.

Torreciudad y su venerada Virgen, el santuario mariano más importante del Alto Aragón
Cuando a comienzos de los años setenta del pasado siglo comenzaron los trabajos de construcción del Santuario de Torreciudad, nadie imaginaba la trascendencia de esta obra para todo el territorio circundante. El complejo se erigía junto a una milenaria ermita cuya virgen titular, una de esas raras vírgenes negras que han hecho correr auténticos ríos de tinta, gozaba de gran predicamento y veneración en la zona pero era escasamente conocida más allá de los pueblos más cercanos. Todo cambió en 1975 con la inauguración del moderno y monumental Santuario, que desde el primer momento mostró un inmenso poder de convocatoria. Desde entonces, Torreciudad ha recibido más de 10.000.000 de peregrinos y la visita de más de 500 advocaciones marianas de todo el mundo, constituyéndose en el tercer destino turístico de Aragón, ha acogido a numerosos grupos procedentes de más de cien países de los cinco continentes, cuenta con una red de más de 600 delegados-voluntarios en todo el mundo y da la bienvenida a una media de unos 200.000 visitantes al año –de los que más de 30.000 son jóvenes.

La bodega Obergo y los nuevos aires para mantener la tradición vinatera del municipio
Hace ahora cincuenta años, varias familias de Ubiergo fundaron una Sociedad Agraria de Transformación (SAT), que poco a poco fue creciendo y que se embarcó en el año 2000 en el proyecto de recuperación de los viñedos antiguos –algunos más que centenarios– de la zona. La plantación posterior de nuevas viñas dio como resultado la creación en 2006 de esta moderna Bodega Obergo, que recoge y revitaliza la tradición vitivinícola secastillana.

Desde sus inicios ha sido una bodega muy innovadora que empezó con una producción de unas 25.000 botellas para pasar a las más de 125.000 actuales y que, haciendo de la necesidad virtud ante la difícil situación interna, apostó ya en un primer momento por los mercados internacionales, a los que ahora exporta el cincuenta y cinco por ciento de su producción. "Estamos presentes en once países", comenta Joaquín Vidal, responsable de Obergo, mientras recuerda reconocimientos alcanzados por sus vinos como esos 92 puntos que le otorgó el gurú Robert Parker al elaborado con las garnachas centenarias, o la medalla de plata obtenida por otro de sus vinos en el concurso de las mejores garnachas del mundo.

En datos

Comarca: La Ribagorza.

Población: 150.

Distancia a Huesca, su capital de provincia: 84 km.

Los imprescindibles

Ermita de San Martín

Erigida sobre una plataforma rocosa que ofrece una impresionante panorámica del valle del Cinca y oportunidades únicas para la observación de la naturaleza, tiene dependencias para el ermitaño y recibe una concurrida romería anual.

Puy de Cinca

Abandonada tras la construcción de embalse de El Grado, en cuya orilla izquierda se asienta, UAGA ha convertido el lugar en un atractivo centro de vacaciones con un albergue, viviendas turísticas y un embarcadero.

La iglesia parroquial

Dedicada a Nuestra Señora del Llano, fue románica en origen y se transformó en el XVII. Conserva del primitivo templo el cilindro absidal y fue ampliada en estilo renacentista aragonés con ladrillo caravista y arcos de medio punto.


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