El cambio climático da una tregua al glaciar de Monte Perdido al aumentar su espesor 90 centímetros

Los científicos encargados de su monitorización piden continuidad en los fondos para seguir estudiando las masas de hielo del Pirineo

Esta imagen muestra claramente el dominio de los colores blancos o azules (acumulación de hielo y nieve o sin cambios), respecto a los rojos, zonas de pérdidas. El cambio medio es 0,9 metros
Esta imagen muestra claramente el dominio de los colores blancos o azules (acumulación de hielo y nieve o sin cambios), respecto a los rojos, zonas de pérdidas. El cambio medio es 0,9 metros
Esteban Alonso

A diferencia de este invierno, caracterizado en sus inicios por la ausencia de nevadas, el de 2017-2018 pasará a la historia por la abundancia de nieve. Testigo de estas oscilaciones son los glaciares, a los que el cambio climático ha dado un respiro en su imparable regresión. Así lo demuestra la última campaña realizada en Monte Perdido, una de las masas de hielo más importantes de la cordillera.

El último año ha sido el mejor para el glaciar desde el inicio de las mediciones en 2011. Incrementó su altura en 90 centímetros de media, de hielo y nieve, desde el control anterior en septiembre de 2017. La razón hay que buscarla en las nevadas "anómalas" del invierno 2017-2018, que se prolongaron en primavera, según Juan Ignacio López Moreno, investigador del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE), dependiente del CSIC. Además, el verano tampoco fue particularmente cálido. En las partes altas, explica López Moreno, quedó bastante nieve acumulada, incluso en los meses estivales, con amplias zonas en las que casi no se perdió hielo. "Solamente hay unas pequeñas, en el frente, en las que sí hubo pérdidas, pero mucho menos que en años normales", aclara este científico del departamento de Procesos Geoambientales y Cambio Global del IPE.

Curiosamente, el incremento de hielo se produce justo después del peor año para el glaciar, el 2016-2017, con un retroceso de 2,3 metros de espesor, una pérdida que no se compensa con lo que ha ganado ahora. "Se han sucedido el peor año y el mejor", lo que López Moreno interpreta "como algo excepcional, porque nevadas como las del año pasado suceden con poca frecuencia".

Para que realmente hubiera una recuperación haría falta una secuencia de años similares, bastante improbable a la vista de la evolución del clima. "Retroceder le cuesta muy poco y recuperarse le cuesta mucho. No creemos que le permita salir de la situación tan mala que lleva", lamenta. Y es que desde 2011, la pérdida acumulada ha sido de 6,5 metros. Además, el incremento en 90 cm incluye la nieve que ha quedado. "Si pasaran años frescos se iría convirtiendo en hielo. Si este es relativamente cálido, todo lo acumulado desaparecerá". Y la situación no parece favorable, en vista de la falta de nieve desde que se inició este invierno.

El cambio climático da una tregua al glaciar de Monte Perdido al aumentar su espesor 90 centímetros

Esta imagen muestra claramente el dominio de los colores blancos o azules (acumulación de hielo y nieve o sin cambios), respecto a los rojos, zonas de pérdidas. El cambio medio es 0,9 metros

El catastrófico periodo 2016-2017 reveló, además, aspectos muy negativos (colapsos de hielo, aparición de zonas huecas y de piedras, desconexión con el cuerpo principal de hielo...) que no se remedian con un solo año de bonanza.

Los investigadores consideran que es importante continuar monitorizando el glaciar, pero no resulta fácil. "A falta de una financiación fija, vamos trampeando. Cada año el dinero viene de una fuente distinta", asegura López-Moreno, cuyo objetivo es conseguir que el Gobierno de Aragón garantice una financiación básica porque "es con el paso del tiempo cuando estos estudios cobran valor".

Hasta hace un año, el Instituto Pirenaico de Ecología lideraba un proyecto financiado por Parques Nacionales (Criordesa), junto a varias universidades y centros de investigación. Pero se acabó. La campaña realizada el pasado septiembre ha sido posible aprovechando los vuelos de helicóptero de proyectos liderados por otros científicos que estudian los hielos de Monte Perdido y el cercano ibón de Marboré.

El uso de drones

En España, la CHE hace un seguimiento del glaciar de la Maladeta y en Francia se estudia el de Vignemale. El Aneto, pese a ser el primero en superficie, no tiene un proyecto específico. "Es algo que tenemos pendiente, porque el Aneto se lo merece", comenta López Moreno. "Al monitorizar el de Maladeta, que está próximo, se considera que puede ser representativo, pero pequeños cambios en la altura o la orientación marcan la diferencia", aclara.

Foto esférica del glaciar de Monte Perdido. Autor: Alfredo Serreta

Las técnicas actuales facilitan estas investigaciones, por ejemplo con el uso de drones, que abaratan las campañas al evitar recurrir a helicópteros, necesarios para el transporte de material pero desaconsejados por el impacto. Pese a que tienen fecha de caducidad, los investigadores no renuncian a extender los estudios actuales a otros glaciares antes de que sea demasiado tarde.

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