"Siempre me quedará la duda de si un desfibrilador habría salvado a mi padre"

La hija de un montañero muerto por un infarto en el congosto de Montfalcó pide que se instalen estos dispositivos en los refugios. Los de alta montaña sí disponen de ellos y ya se han utilizado en alguna ocasión.

El guarda Borja Fernández, con el desfibrilador que usó en la Cola de Caballo de Ordesa para salvar a un montañero, en una imagen de archivo
El guarda Borja Fernández, con el desfibrilador que usó en la Cola de Caballo de Ordesa para salvar a un montañero, en una imagen de archivo
Refugio de Góriz

Hace dos años, los guardas del refugio de Góriz salvaron la vida de un excursionista al que le dio un infarto en la la Cola de Caballo, en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Fue gracias a su pericia, su rapidez, y a un desfibrilador. Un aparato, que como demuestra este caso, puede ser la única opción de supervivencia en lugares remotos en caso de un accidente cardiovascular.

A ello apela la hija de un montañero que murió recientemente en el congosto de Montfalcó (Viacamp y Litera). “Siempre me quedará la duda de si un desfibrilador habría salvado a mi padre”, declara Goretti López, que pide que todos los refugios cuenten con estos dispositivos, capaces de administrar una descarga al corazón. Actualmente solo los tienen los situados a mayor altitud, pero cada día serán más necesarios, si tenemos en cuenta que, aunque la mayoría de los montañeros lesionados los son por traumatismos causados por caídas, tropiezos... hay un repunte de patologías médicas.

Un estudio publicado en 2017 por un equipo compuesto por médicos del 061 de Aragón y Castila-Léon destacaba el incremento de problemas cardíacos, con las dificultades que entraña atender un infarto en un entorno tan hostil. El paciente tipo es un varón de entre 50 y 59 años practicante de senderismo en la época estival que se accidenta por encima de los 2.000 metros.

El padre de Goretti López tenía 70 años. Manuel Marcelino Lopez Casas murió el 6 de octubre de 2018 por un infarto en las pasarelas del congosto de Montfalcó. Según explica su hija, empezó a encontrarse mal a escasos 2 kilómetros del refugio, donde finalizaba la travesía. El primer problema que se encontraron los acompañantes es que no había cobertura de móvil. Hubo que ir hasta el albergue para poder avisar de la emergencia y no había desfibrilador.

Goretti afirma que siente impotencia porque no se hubiera podido hacer más. Destaca que el congosto es un lugar muy concurrido y las autoridades competentes deberían tenerlo en cuenta para instalar dos desfibriladores, uno en la entrada por Cataluña y otro en la de Aragón. “Los hay en muchos sitios, en lugares más accesibles. Parece mentira que no esté en un sitio así, de difícil acceso pero por donde pasa tanta gente a lo largo del año. Quizá a mi padre no lo hubiera salvarlo, pero sí a otra persona en el futuro”. Durante más de una hora, tres médicos que hacían la excursión estuvieran intentando reanimarlo. Ella reclama que se instalen estos dispositivos sanitarios y para ello también ha remitido un escrito a la Fundación Cataluña-La Pedrera, que gestiona la parte del camino en Cataluña.

En los refugios a más altura

La Federación Aragonesa de Montañismo dotó a algunos refugios de estos aparatos. El responsable de  la red, Sergio Rivas, dice que se priorizó los de media o alta montaña, es decir, aquellos que están en lugares más inaccesibles, más distantes de la carretera. “Se han ido incorporando en los más aislados”. En 2011, mediante un convenio con la Diputación Provincial, se colocaron en Lizara, Respomuso, Casa de Piedra, Góriz, Pineta, Estós, Ángel Orús o La Renclusa. En aquel momento se dijo que los desfibriladores semiautomáticos permiten una actuación rápida, por la cual el 90% de los afectados recuperan el ritmo cardiaco y que hace que la práctica de la denominada desfibrilación precoz sea la clave de la supervivencia en los casos de parada cardiaca fuera de un centro sanitario.

“En su día tuvimos una subvención, llegó para un número limitado y la prioridad fue para los refugios de altura o los que están más aislados”, explica Sergio Rivas. No obstante, añade, se va extendiendo la conciencia de que cuantos más haya mejor. Incluso la nueva Ley del Deporte lo recoge. Otra cuestión es la necesidad de formar a quienes los van a manejar, "porque los que están allí no son médicos". Cuando se compraron se hizo un curso sobre su uso, y periódicamente se dan otros de reciclaje. "En la medida de nuestras posibilidades los pondremos”, aclara Rivas.

"Se ha demostrado que salvan vidas"

De hecho, estos aparatos ya se han estrenado. “Se ha demostrado que pueden salvar vidas. Es la única opción de supervivencia para una persona con una parada”, explica el guarda de Góriz Luis Muñoz, quien en su día puso por escrito en las páginas de Heraldo de Aragón la experiencia de dos compañeros suyos, el guarda Borja Fernández y el ayudante Jordi Serra. El 16 de julio de 2016 pulsaron por primera vez el botón del DESA (Desfibrilador Externo Semiautomático) “que desde el 2011 llevaba esperando su instante salvador en el botiquín del refugio”. La descarga consiguió recuperar el latido del corazón de un montañero que sufrió un infarto en la Cola de Caballo, un lugar muy visitado pero sin cobertura de móvil. Poco después, llegó el Greim con el helicóptero y los sanitarios estabilizaron al paciente para trasladarlo al hospital.

Desfibriladores en los refugios para salvar vidas en la montaña

El guarda Borja Fernández, con el desfibrilador que usó en la Cola de Caballo de Ordesa para salvar a un montañero, en una imagen de archivo

Aunque el refugio está a hora y media de la Cola de Caballo, alguien llegó hasta él y contó que había un hombre con un fuerte dolor en el pecho. Se dio aviso a la Guardia Civil, pero en ese momento estaba realizando otro rescate. Por eso, dos trabajadores del refugio se decidieron a bajar corriendo. “Cuando llegaron al lugar se dieron cuenta de que su ayuda era ya imprescindible: la situación había empeorado tanto que el uso del desfibrilador era la única opción de supervivencia para esa persona”, refirió Luis, quien quiso destacar al describir esta intervención el papel que juegan los refugios de montaña en lugares inhóspitos donde los recursos sanitarios están lejos y ni siquiera se puede recurrir al teléfono móvil para avisar de una emergencia.

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