¿Qué hay detrás de los 3 euros que cuesta una cerveza en un refugio?

Llevar la civilización a 2.000 metros tiene un precio. La comida se sube en helicóptero y la basura se baja igual. La electricidad sale más cara, la wifi se contrata vía satélite y el agua pasa por una planta de depuración

Los alimentos y el combustible sube en helicóptero y la basura baja con el mismo medio
Los alimentos y el combustible sube en helicóptero y la basura baja con el mismo medio
Refugio de Góriz

Yo no solo estoy aquí para servirte una cerveza. Si te pasa algo fuera, saldré a buscarte y te ayudaré". Es la respuesta que Raúl Martínez, guarda de Llauset, le dio a un cliente que le recriminó el precio de una lata de cerveza, 3,20 euros. En general, los montañeros saben que llevar la civilización hasta la alta montaña tiene un precio. La mayoría de los clientes son conscientes de lo complicado que resulta el avituallamiento a 2.000 metros de altitud, y más en invierno, o de los problemas que supone llevar agua y electricidad a estos rincones remotos. Aquí, la cerveza, como el resto de suministros, sube en helicóptero y las latas y otros residuos bajan en helicóptero, a razón de unos 1.500 euros la hora. Lo mismo que las sacas de pellets para alimentar las estufas, las bombonas de gas para la cocina o el gasoil.

No resulta fácil abastecerse de agua, que se capta de algún barranco, se potabiliza y pasa por una estación depuradora antes de volver al río. Ni tener electricidad, mediante placas solares y generadores. O servicio de internet, que llega por satélite en algunos casos y es más caro. En el II Coloquio Internacional de Refugios Pirenaicos a celebrar la próxima semana en Benasque, una de la mesas temáticas, con participación de técnicos y guardas, tratará precisamente de la gestión sostenible, con ponencias sobre la experiencia del váter seco, la reducción de las emisiones de CO2 o los sistemas de depuración.

En esos 3,20 euros también cuentan las particulares condiciones de los trabajadores, con turnos de dos semanas seguidas o incluso de un mes. Además, señala el guarda Martin Grudzien, a la hora de fijar los precios, se tiene que pensar en que estos alojamientos abren todo el año, no solo en las épocas de mayor afluencia. "En verano se genera un colchón para poder mantenernos abiertos en invierno, cuando solo tienes pérdidas pero cuando sirves de apoyo a los pocos montañeros que vienen y también a la Aemet, a la que diariamente transmitimos los datos meteorológicos y del estado de la nieve para hacer el parte de riesgo de aludes".

En invierno todo son pérdidas

Media pensión cuesta entre 32 y 39,50 euros, según si el usuario está federado. "Los precios son iguales para todos porque la FAM aprueba las tarifas, aunque con ligeras variaciones. No es lo mismo para los que están a pie de carretera que para los que suben el aprovisionamiento con helicóptero", explica Sergio Rivas, responsable de Refugios de la FAM. La gestión sale a concurso, pero los guardas son autónomos. Facturan los ingresos del comedor y bar y la pernocta le repercute a la FAM, aunque un porcentaje les retorna en concepto de prestación de servicios. La Federación es la encargada de pagar las tasas y de hacer las inversiones y los arreglos importantes, mientras que los costes de la energía corren por cuenta de los guardas, así como los trabajadores y la comida. "Nunca ha habido problemas para encontrar gente. Se hacen concursos y los más solicitados son los de altura o media montaña", comenta Rivas. "Es un negocio hostelero pero que abre todos los días del año, no es para enriquecerse. Si cerráramos en invierno ahorraríamos, pero es un servicio público. Aragón es el único lugar en España que los mantiene en esta época, cuando todo son pérdidas".

Al frente del comité de Accesos, Naturaleza y Refugios de la Federación Española de Deportes de Montaña y Escalada (Fedme) está un aragonés, José María Nasarre, quien destaca las singularidades del modelo de Aragón. "Aquí la administración ha invertido mucho en refugios (el último, Cap de Llauset, costó 2,5 millones de euros, financiados sobre todo por la Diputación de Huesca) y lo hace porque los considera servicios públicos. En otras Comunidades Autónomas son más privados, no tienen esa obligación".

En Picos de Europa, por ejemplo, están como en los años 90, y si se han renovado ha sido a iniciativa de los guardas, salvo pequeñas subvenciones para la depuración o el arreglo del tejado. "Siempre hemos dicho que el refugio debe responder al estándar medio de la población más cercana. En 1960, en Benasque o Aragüés del Puerto, la gente todavía iba al váter al pajar. Ahora hay agua caliente en las casas y en los refugios. Y en Aragón no tenemos habitaciones corridas de 60 personas como en otros sitios. En Gredos o Sierra de Nevada hay una o dos habitaciones para todos", afirma.

Aragón intenta facilitar seguridad a los montañeros, confort a los usuarios y trabajo en condiciones dignas a los guardas. Nasarre recuerda su participación en un congreso en los Alpes. "No les interesaba el modelo de España sino el aragonés, para copiarlo en los Alpes". Respecto al futuro, pone el énfasis en la mejora de reservas o en la integración en el turismo comarcal. "Que no sea un edificio aislado para montañeros sino parte de la red turística comarcal. Pero que la gente sepa que tiene unas características diferentes. Es algo de lo que se quejan mucho los guardas: va la gente pensando que es un hotel, y no lo es".

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