"Estar en un atasco en la ciudad sí que es duro"

Raúl Martínez y Martin Grudzien están al frente del refugio más moderno y el más alto del Pirineo aragonés desde 2015

Raúl Martínez y Martin Grudzier, guardas de Llauset
Raúl Martínez y Martin Grudzier, guardas de Llauset
Heraldo

Raúl Martínez y Martin Grudzien son los últimos guardas en incorporarse a la red de refugios FAM, con la apertura en 2016 de Cap de Llauset, pero no novatos en estos menesteres. Antes de figurar como titulares, trabajaron en Bujaruelo, la Casa de Piedra o Bachimaña. "Esto te tiene que gustar, porque en invierno pasas mucho tiempo solo", comenta Raúl. Él vive en un pueblo de Jaca y su compañero en Ayerbe, y cada dos semanas se turnan. "Yo tengo mi vida abajo y cuando subo aquí me lo tomo como unas vacaciones de la vida real, como un periodo de desconexión. Estás en una burbuja. La sensación de aislamiento también se agradece", dice, destacando el contraste con el ritmo agotador de la ciudad. "Estar en un atasco sí que es duro".

El verano es sinónimo de estrés y pocas horas de sueño, porque Llauset casi siempre está lleno. El invierno da momentos para la lectura, el reposo y "estar contigo mismo". Eso sí, cerca de la estufa. Fuera la temperaturas puede llegar a

-22 grados, y la sensación térmica con el viento, a -30. Pero, ¿algo echarán de menos? Martin dice que, después de dos semanas, incluso añora la verdura fresca, que habitualmente evita. Raúl, la fruta. Y por supuesto, ambos, la compañía. "Una semana se pasa bien sin ver a nadie, pero 15 días…". La tecnología ayuda a contrarrestar la soledad: internet, el libro electrónico... Y Raúl se pregunta "¿cómo sería antes?", pensando en los guardas más veteranos. La Renclusa, el refugio más antiguo, se abrió hace más de 100 años.

Ellos gestionan el albergue guardado más alto del Pirineo (2.425 m) y los 200 metros de más respecto a otros lo hacen todo más difícil, aclara Martin. "La temporada es más corta y las condiciones, más duras". En diciembre, enero y febrero, con la excepción de las vacaciones de Navidad, es difícil ver aparecer por el camino algún montañero. Martin ha llegado a estar tres semanas solo ante la imposibilidad de hacer el relevo por peligro de aludes. "Prima la seguridad y hay que aguantar". Aunque para llegar aquí haya que caminar hora y media desde la presa de Llauset, donde se deja el coche, para ellos es un paseo. "Siempre venimos con prisa". Incluso se pican. El récord de Raúl está en 30 minutos, el de Martin, en 28.

En este oficio, además de saber vivir en soledad, hay que ser multitarea. "Cuando aquí se estropea algo no viene enseguida el técnico". Lo acaban de comprobar, ya que han estado sin comunicaciones durante una semana. "Lo intentas apañar tú, unas veces lo consigues y otras no. Tenemos que saber un poco de todo: electricidad, fontanería, gestión de contrataciones de reservas, toma de los datos meteorológicos, e incluso ayudamos a la Guardia Civil en los rescates", explica Martin.

Raúl, junto al cocinero, encontró a una familia alemana el 8 de agosto, antes incluso de que llegaran la Guardia Civil y los Bomberos de Cataluña, durante una operación de búsqueda en el collado de Salenques. Les dejaron toda la ropa y a la vuelta, mojados y con frío, se tuvieron que quedar a pasar la noche en la montaña. Solo unos días antes, el 16 de julio, Martin localizó a un hombre malherido. Por eso, entre sus funciones está conocer el entorno como la palma de su mano y saber moverse por este terreno abrupto en cualquier época del año.

La intendencia también es clave a 2.425 metros. "Hay que ser muy previsor. Hoy te falta algo y no te va a llegar hasta dentro de 7 o 10 días", afirma Martin. Esto obliga a planificar al detalle la lista de la compra, "como si fuera un submarino". Aquí siempre hay un arcón lleno de barras congeladas, aunque si hay una oportunidad, se sube pan de pueblo. No siempre se dispone de alimentos frescos. "Si voy a estar 15 días, me subo una lechuga, que aguanta siete, o dos tomates… pero es complicado, sobre todo en invierno", señala Raúl, quien asegura que actualmente "es posible comer bien en un refugio", porque "es importante que cuando el cliente se siente en la mesa, pese a estar en un lugar tan alejado, una agotadora jornada de montaña acabe con un buen plato".

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión