Peregrinación nocturna hasta la catedral de Huesca

Cientos de personas celebraron este miércoles la festividad del Santo Cristo de los Milagros pese a suspenderse la tradicional procesión

Los fieles se acercan con devoción a la imagen del Santo Cristo de los Milagros.
Los fieles se acercan con devoción a la imagen del Santo Cristo de los Milagros.
M. B.

Es una tradición que no se pierde. La peregrinación hasta la catedral de Huesca con motivo de la festividad del Santo Cristo de los Milagros sigue congregando a cientos de personas durante una jornada completa. Ayer se repitieron las escenas de devoción entre personas de todas las edades. El acto central, a las ocho de la mañana, se celebró en un templo repleto de fieles que habían ocupado buena parte de la madrugada en acudir caminando desde sus localidades hasta la capital oscense por carreteras, caminos y calles.

Allí les dio la bienvenida el obispo de Huesca, Julián Ruiz, si bien con un cambio en el protocolo habitual. El Ayuntamiento aconsejó que no tuviera lugar la habitual recepción a los peregrinos en la plaza de la Universidad y la posterior procesión hasta la catedral debido a que, a esa misma hora, se había convocado delante del edificio del Consistorio, y en la misma plaza de la Catedral, una concentración convocada por colectivos feministas para denunciar la actuación del equipo de gobierno respecto a las dos presuntas agresiones sexuales que tuvieron lugar durante las pasadas fiestas de san Lorenzo.

Por ello, Julián Ruiz acogió a los asistentes en el altar mayor y antes de que se trasladase allí la imagen del santo Cristo desde su capilla. Vecinos de Antillón, Banastás, Barluenga, Bolea, Chimillas, Fañanás, Linás de Marcuello, Monflorite, Puibolea, Quicena, Sangarrén, Sesa, Siétamo, Tabernas de Isuela, Torres de Montes o Vicién invirtieron muchas horas en el camino, “rezaron y sintieron la compañía de quien sin verlo está presente. En la casa común de todos los creyentes vamos a descubrir su presencia en la eucaristía”, les invitó el obispo de la Diócesis de Huesca.

Con “la alegría de haberos encontrado con Jesucristo”, como les deseó el prelado oscense, los peregrinos vivieron una mañana se reencuentros y de alegría antes de regresar a sus hogares. Eugenia Adé, natural de Fañánás, indicaba que “es el primer año que vengo. Me ha movido la devoción por el santo Cristo y hemos venido durante toda la Novena a la misa de las seis. Hasta Monflorite ha habido poco tráfico, íbamos con frontales y chalecos reflectantes y no se ha producido ningún problema”.

Por su parte, Vicente, de Siétamo, acude de manera habitual desde 1996 y este año tampoco se lo quiso perder a pesar de haber acudido “en solitario”, sin el grupo de personas que hasta la fecha le había acompañado. “Al ser en miércoles, la gente no se ha animado tanto. Hemos venido desde siempre, se lo hemos visto hacer a los mayores y le tenemos devoción al santo Cristo de los Milagros”, apuntó. También fue la primera experiencia para Elena Pardo, de Sangarrén, a quien esta vez el trabajo no le impidió peregrinar: “Es por devoción, siempre me ha gustado esta fiesta y no me la quería perder. Del pueblo hemos bajado unas 20 personas”.

La devoción al santo comenzó en 1497, año en que durante el transcurso de una procesión por las naves de la catedral esta imagen sudó de forma milagrosa y la ciudad quedó libre de la terrible epidemia de peste que la asolaba desde hacía meses. Desde entonces se ha mantenido un culto que cuida la cofradía del santo Cristo de los Milagros. Su prior, Antonio Usé, valoraba al término de la misa de las ocho de la mañana que “estamos muy contentos, ha venido mucha gente. El problema ha residido en que no hemos podido ir a buscar a los peregrinos, pero hay que respetar a todo el mundo”.

En su homilía, el obispo de Huesca recordó que el santo Cristo de los Milagros “está presente entre nosotros y no deja de acercarse a cada uno de nuestros hogares; a cada familia, especialmente a las más deterioradas; a las mujeres maltratadas; a cada persona que sufre enfermedad, soledad, abatimiento”. Durante toda la jornada se celebraron eucaristías: a las 9.30, 10.30, 12.00, 18.00 y a las 20.00; esta última, solemne pontifical presidido por el prelado oscense y tras la que se llevó a cabo el traslado del santo desde el altar mayor hasta su capilla, donde permanece el resto del año.

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