La moda de apilar piedras pasa factura al paisaje del Pirineo

Los expertos advierten sobre esta tendencia creciente en la alta montaña con consecuencias estéticas y ambientales. Los vigilantes del Parque del Posets borran los mensajes escritos con rocas pero vuelven a aparecer

El Portillón, plagado de mensajes hechos con piedras.
El Portillón, plagado de mensajes hechos con piedras.
Ánchel Belmonte

A principios de agosto, alguien dibujó con piedras, debajo del pico de Peña Ezcaurri (Ansó), una bandera estelada y un mensaje pidiendo la libertad para los presos políticos, composición que un montañero aragonés que pasaba por la zona se encargó de desmontar. Por el mismo lugar pasó este verano el geólogo Ánchel Belmonte, director científico del Geoparque del Sobrarbe, quien se encontró en la cima con lo que define como "un tétrico campo de losas levantadas" y mojones, que un montañero con poca sensibilidad se había encargado de alzar desfigurando el paisaje. "Parecía un cementerio", cuenta. Él derribó todas las que pudo para intentar devolver a esa cumbre su aspecto original, libre de la huella de un individuo que quiso dejar constancia de su presencia a más de 2.000 metros de altitud.

Estos dos episodios ejemplifican una preocupante tendencia consistente en mover piedras y apilarlas para formar figuras o nombres, que traslada a la montaña el fenómeno de los grafitis que ensucian el entorno urbano. Se deja ver en otros lugares del Pirineo, como el Portillón, en Benasque, donde los trabajadores del Parque Posets-Maladeta se encargar periódicamente de desmontar los mensajes escritos con piedras en la montaña. En los archipiélagos de Baleares o Canarias ya han tomado medidas para atajar el fenómeno.

Hitos para marcar caminos

La costumbre es apilar pequeñas rocas en los cruces de caminos para indicar la dirección a seguir allí donde no existe señalítica oficial, pero en los últimos años, en enclaves del Pirineo muy frecuentados, prolifera la acumulación de piedras sin más fin que dejar la firma del paso del montañero. Además de la abundancia de hitos, Ánchel Belmonte advierte del levantamiento de grandes losas que se colocan erguidas a modo de lápidas o pequeños menhires.

Esta práctica no es inofensiva y plantea problemas diversos, tanto estéticos como de afecciones al medio biológico y al entorno geológico. "Distorsiona los paisajes naturales introduciendo elementos extraños", señala Belmonte. Más difícil de advertir, pero no menos importante, es la modificación de pequeños ecosistemas habitados por invertebrados; y también la modificación del patrón de la erosión, matiza el director científico del Geoparque. "En el caso de Peña Ezcaurri, prácticamente estamos desmantelando un lapiaz, una morfología geológica característica de los entornos de roca caliza. Es introducir prácticas urbanas en el medio natural".

Pero, ¿por qué ocurre? Su respuesta apunta al elevado flujo de personas que van a la montaña "sin una idea de cómo hay que comportarse". Y, como pasa en el citado paraje del valle de Ansó, "cuando alguien ve que ya está hecho, se anima a seguir".

La moda de apilar piedras pasa factura al paisaje del Pirineo

Imagen del Portillón, en Benasque, con mensajes dejados por los excursionistas (Foto: Ánchel Belmonte).

El caso del Portillón

Otro sitio habitual de ‘mensajería con piedras’ es el Portillón de Benasque. En este caso con el añadido de estar en un espacio protegido, el Parque Natural Posets-Maladeta, y en un lugar de gran valor cultural para el pirineismo, matiza Ánchel Belmonte, donde de nuevo se banaliza el paisaje con comunicaciones de todo tipo, la mayoría nombres.

Las cuadrillas de vigilancia del Parque se encargan periódicamente de deshacer los mensajes. "Los borran y a los 15 días ya están otra vez. Las deshacemos y las vuelven a poner", lamenta Federico Peláez, técnico del Gobierno de Aragón y asesor del espacio protegido Posets-Maladeta. Casi todos son nombres de las personas que han pasado por allí, y en algún caso fechas para dejar constancia de la gesta. "Deben considerar que han hecho una ascensión con mucho esfuerzo y quieren dejar su huella como recompensa, pero olvidan que es una alteración del medio natural", aclara Peláez. Según él, ocurre en este lugar porque es una zona accesible, no en otros parajes donde resulta más difícil llegar y solo son aptos para montañeros experimentados.

El año pasado, al final del barranco seco de Basender, en la sierra de Guara, el director científico del Geoparque de Sobrarbe se encontró con unas 200 torres en una superficie de 70 u 80 metros cuadrados. "El problema no es que haya una, es la densidad, que distorsiona un pequeño espacio de forma tan notoria", dice, desaconsejando estas prácticas en cualquier medio natural, sea el Pirineo o los Monegros, y recordando que los hitos tienen una misión específica: permitir la orientación de las personas en los itinerarios de montaña donde no hay sendero marcado. Es más, el amontonamiento de rocas puede, en algunos casos, sembrar la confusión entre los excursionistas.

La moda de apilar piedras pasa factura al paisaje del Pirineo

La misma imagen del Portillón, pero después de que los vigilantes del Parque Posets-Maladeta devolvieran las piedras a su lugar (Foto: Ánchel Belmonte)

'No dejes huella'

En otros sitios de España muy turísticos, como Lanzarote y Menorca, con una geomorfología característica, han tenido que tomar medidas para atajar esta moda. En la isla canaria, la Reserva de la Biosfera y el Geoparque lanzaron una campaña contra esta tendencia de formar nombres y figuras, bajo el lema ‘Lanzarote es maravillosa tal y como es. Sin mover ni una sola piedra’. En el otro archipiélago español, el de las Baleares, el Consell de Menorca prohibió los túmulos de rocas recurriendo a una cartelería que explica los perjuicios para la flora y la fauna y para paisaje. El mensaje utilizado en este caso fue: ‘No dejes tu huella. Todos tenemos derecho a conocer los espacios naturales tal y como son’.

La moda de apilar piedras pasa factura al paisaje del Pirineo

Estos montones se pueden ver en el Camino de Santiago aragonés, a la altura de Puente la Reina (Foto: P. P.)

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