La animada romería a San Bllascut marca el ecuador de las fiestas de Campo

El sábado todos los vecinos bailarán la tradicional danza de la Chinchana

Los vecinos de Campo durante la romería
Los vecinos de Campo durante la romería
Heraldo.es

Campo es el único lugar donde se venera a San Velascuto, que en el habla local es San Bllascut o San Blascuto. Dice la tradición que este santo, que vivió a finales del siglo VII y principios del VIII, era monje del monasterio de San Pedro de Tabernas y que en uno de los viajes que hacía al cercano monasterio de San Victorián fue asaltado por unos malhechores que le cortaron las orejas.

No consta que muriera a consecuencia de las heridas, pero como Bllascut era hombre virtuoso se le consideró mártir y se le veneró como santo.

Parece que fue enterrado en Campo aunque sus restos no han sido nunca encontrados. Andando el tiempo, se le construyó una ermita donde su recuerdo es venerado por las gentes de Campo que, hasta en tres ocasiones a lo largo del año –la última el día siguiente de la Fiesta Mayor, es decir, el 16 de agosto-, acuden en romería y aprovechan la visita para untarse los oídos e invocar la protección del santo. Un año más, se ha cumplido este rito que culmina con el reparto de la torta de caridad y el anís entre los romeros que este año fueron especialmente numerosos.

Los festejos afrontan ahora su tramo final con dos intensos días plagados de diversión y propuestos de lo más diverso. Este viernes se celebra, entre otros actos, la tradicional Pllega –término procedente del ribagorzano “Repllegar”, recoger- en la que la recolecta de los donativos que ofrecen los vecinos para sufragar las fiestas se acompaña con un siempre concurrido y muy colorista y bullanguero desfile de carrozas y disfraces por las calles del pueblo. Y mañana sábado, con los últimos estertores festivos, llegará el momento de la danza de la Chinchana. Al final del último baile de las fiestas, la orquesta de turno comienza a interpretar esta melodía que se repite continuamente, alternando el ritmo rápido y el lento mientras en la pista de baile todos los bailarines presentes siguen frenéticos las evoluciones de una música que adquiere por momentos un carácter hipnótico en su repetición mientras que los asistentes cantan los estribillos que han puesto a la tonada en este singular fin de fiesta.

No obstante, la Chinchana original tiene el inconveniente de que se celebra a altas horas de la madrugada, lo que hace muy difícil que niños y mayores la puedan vivir y disfrutar. Por ello, el año pasado la comisión decidió programar en horario vespertino una versión tradicional del baile que fue todo un éxito, permitió hermanar en las evoluciones tradicionales a padres e hijos y a abuelos y nietos y se ha ganado un hueco permanente en el programa festivo.

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