Un estudio del Campus de Huesca detecta una deficiente hidratación en un 65% de jóvenes futbolistas

Los autores del trabajo proponen implementar medidas desde los ámbitos familiar, escolar y municipal para aumentar el consumo de agua en los menores

Uno de los equipos catede del Club Deportivo Peñas Oscenses
Uno de los equipos catede del Club Deportivo Peñas Oscenses
C. D. P. O.

El área de Nutrición Humana y Dietética de la Facultad de Ciencias de la Salud y del Deporte de Huesca ha llevado a cabo durante el curso 2017-2018 un estudio sobre el estado de hidratación y los hábitos de consumo de agua de niños y adolescentes oscenses que practican ejercicio físico. El trabajo ha detectado una deficiente hidratación en un número importante de estos jóvenes de entre 12 y 15 años, de distintos colegios y barrios de la ciudad, que practican fútbol como actividad extraescolar, confirmando los resultados de investigaciones anteriores sobre esta cuestión.

El estudio, dirigido por la profesora del Campus oscense de la Universidad de Zaragoza, Iva Marques, ha contado además con una intervención de cuatro meses, destinada a aumentar el consumo de agua y consolidar hábitos en ese sentido en un grupo de jóvenes deportistas, que ha desarrollado el estudiante de Nutrición Raúl Barea, dentro de su trabajo de fin de grado.

‘Estudio del estado de hidratación en jóvenes futbolistas antes y después de intervención’ es el título de esta iniciativa, que incluyó durante su realización la medición de este parámetro en una muestra de 59 niños de las categorías Alevín, Infantil y Cadete del Club Deportivo Peñas Oscenses. 

Estos controles, realizados en los meses de diciembre y mayo, siempre durante la tarde, antes del entrenamiento, mostraron que solamente el 36%, es decir aproximadamente un tercio de ellos, presentaban una densidad de orina adecuada, mientras que el 64% la tenían demasiado elevada, indicando que no estaban adecuadamente hidratados.

Una inadecuada hidratación, según los autores del trabajo,  produce cefaleas, irritabilidad, escaso rendimiento deportivo y una reducida función cognitiva, tanto en los niños como en los adultos. Por el contrario, explican, “algunos estudios sugieren que una buena hidratación contribuye a mejorar la memoria y los niveles de atención”, y  pueden favorecer un buen desarrollo cognitivo en los menores.

“Los cambios en el estado de hidratación a lo largo del día pueden afectar el rendimiento cognitivo con implicaciones en el éxito escolar”, precisa Iva Marques. “La dificultad en la percepción correcta de la sed” que pueden tener los niños es otro de los aspectos, señala, que pueden incidir en el aumento del riesgo de una deshidratación relevante.

La nutricionista oscense cita dos estudios realizados en Francia e Italia, en los que se ha detectado una elevada osmolalidad urinaria (un signo de deshidratación) en niños escolarizados, que apuntan a que la restricción del acceso a puntos de agua, o la falta de ellos, en lugares donde desarrollan su actividad –como colegios o clubes deportivos, entre  otros– puede ser uno de los factores que influyen en su consumo de agua.

La directora de este estudio plantea la necesidad de estudiar acciones que, desde el ámbito familiar, el escolar y el municipal, contribuyan a aumentar la ingesta de agua en niños y adolescentes. “El consumo de agua se encuentra estrechamente unido a la práctica de actividad física y a otros hábitos saludables”, afirma, “ya que su mayor consumo desplaza a bebidas ricas en azúcares”. Por todo ello, concluye, que las niñas y los niños tengan una adecuada hidratación “debe ser una preocupación de salud pública”.

En este sentido, en el marco del trabajo realizado por el grado de Nutrición y Dietética del campus oscense, se diseñaron, y se implementaron de diciembre a mayo,una serie de actividades formativas destinadas a adecuar el consumo de agua y mejorar hábitos nutricionales, en un grupo de  futbolistas de la categoría Cadete del club Peñas Oscenses. Para ello se estudiaron diferentes variables, antes y después de la intervención, como son la ingesta de agua y otros líquidos, la frecuencia de consumo de ciertos alimentos, medidas de composición corporal mediante antropometría e impedancia bioeléctrica, y medidas de la densidad de orina y escalas de sed. Tras la intervención, explican los autores, se obtuvo una disminución significativa de la densidad de la orina, una menor sensación de sed previa al entrenamiento y una mejoría en ciertos hábitos dietéticos, como son mayor consumo de fruta y frutos secos y un menor consumo de productos ultra procesados.

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