Una vecina de Belver de Cinca lleva al Constitucional su denuncia como bebé robada en Huesca en 1956

La Audiencia de Huesca considera prescrito el delito al no haber iniciado acciones legales con 18 años. Teresa Carrasquer replica que no se enteró hasta los 60

Teresa Carrasquer, con la prolija documentación que ha presentado con su demanda en los tribunales
Teresa Carrasquer, con la prolija documentación que ha presentado con su demanda en los tribunales
R. D. N.

"Solo pretendo que se haga justicia". Teresa Carrasquer está dispuesta a llegar «hasta el final» para demostrar que fue una niña robada y que a su madre biológica la engañaron cuando estaba interna en la antigua Maternidad de la Diputación Provincial de Huesca en 1956 para quitarle a su hija con apenas un año y darla en adopción a una familia de Belver de Cinca que resultaron ser sus padres adoptivos.

La primera batalla la ha perdido ya que la Audiencia Provincial de Huesca, en contra del criterio que mantenían el Juzgado de Instrucción nº 2 y el fiscal, ha archivado la causa a petición de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana –que estuvieron al cuidado de la Casa Maternal–, alegando que el presunto delito de alteración de la paternidad ha prescrito ya porque Teresa Carrasquer, que ahora tiene 63 años, debería haber iniciado acciones legales cuando cumplió los 18.

Un argumento que no comparten ni ella ni su abogado, Enrique Vila, especialista en casos de niños robados, que defienden que el plazo de 15 años de prescripción debería contar a partir de que Teresa Carrasquer fue consciente de ser víctima del delito, que fue cuando tenía 60 años. "Jurídicamente, el auto de la Audiencia es absurdo", sostiene el letrado. Por ello, han presentado un recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional.

Esta vecina de Belver descubrió que presuntamente era una niña robada por casualidad a raíz de la muerte de su madre adoptiva en septiembre de 2015. Es diabética y decidió investigar los orígenes de su familia biológica "para saber a qué enfermedades me podía enfrentar". Y es que ella ya sabía que la habían adoptado. "Con 15 o 16 años una amiga con la que estaba jugando me dijo 'Cállate, que eres adoptada'. Me acuerdo que subí llorando a casa y mi madre fue a reprenderla", recuerda. Entonces, le explicaron que la habían adoptado después de que su madre biológica muriera. Y nunca más tocaron el tema "porque era algo tabú".

Cuando su madre murió, rebuscó entre sus pertenencias y encontró una caja de madera con llave donde estaban los papeles de la adopción. Su intuición le llevó hasta el Archivo de la Diputación Provincial «porque tenía que haber constancia de todos los niños que habían pasado por la Maternidad». Y "por sorpresa" encontró una inscripción de nacimiento de 11 de mayo de 1955 de una niña llamada María del Amor Lacasta Hernández y una anotación del 26 de abril de 1965 indicando que fue adoptada con el nombre de María del Amor Carrasquer Bernad, que luego se cambió por el de Teresa del Niño Jesús Carrasquer Bernad.

Además, los responsables del Archivo hallaron otro documento en el que figuraba que María del Amor Lacasta Hernández era hija de Natalia Beltrán Palacín, natural de Bolea, su madre biológica, que había ingresado en la Maternidad el 4 de noviembre de 1954 y la había abandonado el 12 de mayo de 1956, justo cuando su hija habría cumplido el año.

Documentos contradictorios

Pese a ello, en su partida de nacimiento del Registro Civil aparecía tachada la palabra "legítima" y se afirmaba que era hija "de padres desconocidos". Una contradicción que le hizo sospechar "porque no cuadraba nada". Además, no encontró ningún papel que demostrara que su madre la dio en adopción, de ahí que sostenga que fue «irregular».

Solo cinco días después de que su madre biológica dejara la Maternidad, el director de Beneficencia comunicó a los padres adoptivos de Teresa que había llegado «el momento oportuno de poderle complacer respecto a la entrega de una pequeña».

Durante su particular investigación, Teresa encontró a familiares biológicos que le dieron más motivos para pensar que pudo ser una niña robada ya que le contaron que a su madre le habían dicho en la Maternidad que su hija había muerto al caerse por las escaleras, versión que no coincidía con la que le había dado en su día su madre adoptiva.

El padre biológico, la clave

Ahora trata de averiguar quién pudo ser su padre biológico ya que cree que allí puede estar la clave. Y es que sospecha que quizá le quitaron a la niña para ocultar por algún motivo espurio que hubiera sido madre soltera. Al salir de la Maternidad, la llevaron a servir a una casa en Madrid y cuando regresó a Bolea «le decía a la gente que había tenido una niña, que le había estado dando el pecho un año, que la peinaba y que era muy guapa... pero todo el mundo le decía que estaba loca», lamenta. «Tenía fama de ser una chica de mala vida cuando sabemos que nunca tuvo novio y que murió soltera», añade.

Gracias a la certificación que le proporcionaron en el Archivo de la DPH, consiguió que en el Salud le dieran el historial médico de su madre biológica y entonces se enteró que también había sido diabética, como ella, y que había muerto de un infarto en 1989.

Teresa Carrasquer asegura sentir «una gran rabia e impotencia porque yo tengo tres hijos y no me imagino lo que tuvo que pasar mi madre biológica en vida pensando que le habían robado a su niña». Además de la Congregación de las Hermanas de Santa Ana, también culpa a la DPH «porque era responsable de todo lo que pasaba allí». El que fuera presidente, Enrique García Ruiz, compareció en la notaría para dar el visto bueno a la adopción.

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