Nuevo modelo de familia para el quebrantahuesos: dos hembras y un macho

Los expertos documentan por primera vez este tipo de tríos en el Pirineo, del que solo existe un precedente en los Alpes

Un ejemplar de quebrantahuesos, un símbolo de la vida natural en el Pirineo
Un ejemplar de quebrantahuesos, un símbolo de la vida natural en el Pirineo
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El quebrantahuesos no deja de deparar sorpresas a quienes siguen la evolución de esta especie en peligro de extinción, sometida desde hace 20 años a un plan de conservación que ha conseguido asentarla en el Pirineo y llevarla a la cordillera cantábrica. Se sabía de la existencia de unidades reproductivas formadas no por parejas sino por dos machos y una hembra, pero ahora se ha descubierto que el Gypaetus barbatus, en pro de la crianza cooperativa, ha dado un paso más hasta conformar la unión de dos hembras y un macho (poliginia).

Los expertos desconocen por el momento los motivos de la nueva alianza. La Fundación para la Conservación del Quebrantahuesos ha dado a conocer este lunes el descubrimiento del primer trío entre dos hembras y un macho en el Pirineo. “La crianza cooperativa ha sido documentada al menos en 22 de 76 géneros y 42 de 304 especies de aves rapaces diurnas. Sin embargo, la poliginia –unión de dos hembras y un macho– es un tipo de sistema reproductivo mucho menos frecuente que la poliandria y apenas hay casos descritos de este sistema en aves rapaces europeas”, señala. Han sido investigadores de la Fundación, la Universidad de Valencia y la empresa Icarus, especializada en temas medioambientales, los que han documentado por primera vez un caso de cría poligínica en poblaciones naturales de la cordillera pirenaica, ya que solo existe un antecedente con esta especie en los Alpes.

Los científicos sí apuntan a una hipótesis para explicar los tríos: el aumento de la densidad de la especie en los Pirineos. “Hasta la fecha se habían descrito tríos de dos machos y una hembra, y asi era desde los años 80. Lo que nunca habíamos constatado era tríos de dos hembras y un macho. Sí en los Alpes, pero nunca en los Pirineos”, indica Juan Antonio Gil, responsable de la Fundación. “Cómo los individuos no encuentran hueco donde meterse, se incorporan a una pareja ya constituida, un territorio ya establecido, esperando que se pueda morir el otro ejemplar. Esa sería la estrategia. Y hay más tríos ahora de lo que había hace unos años”.

El por qué de dos hembras, se desconoce. Se ha descartado que pueda deberse a que haya más ejemplares del sexo femenino, porque el número está equilibrado. “Posiblemente es un fenómeno que ocurre desde hace tiempo, pero no lo habíamos descrito”, añade Gil, quien no cree que este fenómeno pueda tener implicaciones negativas para la especie. Todo lo contrario. “Tener una alta densidad es bueno para una especie en peligro”, aclara.

El hallazgo solo ha sido posible por el seguimiento que se hace del quebrantahuesos con el marcaje e individualización de ejemplares por parte de miembros de la Fundación, un trabajo financiado por el Gobierno de Aragón.

Los investigadores han documentado la existencia de tres unidades reproductivas compuestas por más de dos individuos donde se verifica esta cría poligínica en el Pirineo central de Aragón. “Hay que tener en cuenta que el quebrantahuesos es una especie de vida muy larga, ya que puede vivir más de 50 años, y tiene madurez sexual retardada (la alcanzan en condiciones naturales a partir de los 8 o 10 años). Hay ejemplares que tenemos marcados que sabemos que superan los 20 años y aún no se han reproducido”, señala Juan Antonio Gil.

Recientemente, 15 nuevos ejemplares fueron marcados en el Pirineo, siguiendo las acciones programadas en el Plan de Recuperación del Quebrantahuesos en Aragón, que en sus más de 20 años de existencia ha promovido la identificación de un total de 161 ejemplares mediante distintos tipos de marcas. De estos, 78 continúan vivos en la actualidad, y uno con una edad de 28 años. Para señalarlas se utilizan bandas alares de colores con una inscripción alfanumérica exclusiva, de dos o tres dígitos, así como anillas en sus patas con la finalidad de que puedan ser identificadas a cierta distancia.

Precisamente, uno de los problemas de conservación de la especie en el Pirineo, tanto en España como en Francia, es la excesiva proporción de ejemplares adultos -con más de 7 años de vida- que no se han reproducido nunca, y que por tanto no están integrados en ninguna de las 140 unidades reproductoras conocidas. Algo más de la mitad, 72,  viven en Aragón.

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