El Bajo Cinca espera una campaña de la fruta con un 13% más de producción y mejor calidad

Esta situación puede conllevar un incremento del número de temporeros, que en 2016 fue de 7.500.

Tareas de recogida de cerezas en una finca de Fraga el viernes por la mañana.
El Bajo Cinca espera una campaña de la fruta con un 13% más de producción y mejor calidad
Jorge Larroya

Más kilos y de gran calidad. El Bajo Cinca espera una excelente cosecha de fruta. De hecho, respecto al pasado año, la producción crece alrededor de un 13%, lo que permite recuperar los valores de 2015 y por lo tanto, la normalidad, después de que la anterior campaña resultase complicada, especialmente por la falta de frío y las heladas primaverales. En esta ocasión, ha ocurrido todo lo contrario. Las condiciones han sido las ideales. Las bajas temperaturas del invierno garantizaron una correcta recuperación del árbol y la floración fue excelente, lo que ha favorecido el desarrollo de la fruta.

"Por fin, disfrutamos de una campaña normal, que ha permitido un óptimo cuajado y cerramiento del fruto", señaló el productor y director de Mercofraga, Sergio de Dios, que espera una acorde mejoría de los precios. Para ello, es necesario que llegue el calor al conjunto de Europa y de este modo, se incremente el consumo de fruta. A lo largo de las últimas semanas, el ascenso de los termómetros ha favorecido al albaricoque, que, después de un mal comienzo, ha experimentado un deseado repunte, según indicó de Dios.

Otra especie temprana es la cereza, que ha obtenido precios "más o menos satisfactorios, muy similares a los de la campaña anterior", añadió el productor. En teoría, la fruta debería regirse por la ley de la oferta y la demanda. No obstante, los productores y sindicatos llevan tiempo denunciando las denominadas tarifas planas aplicadas por las grandes distribuidoras, que, al margen de la legislación actual, fijan precios "inamovibles", criticó el responsable nacional de fruta dulce de Asaja, Ramón Portolés.

A ello, se unen circunstancias incontrolables como el veto ruso, que se mantiene y que limita las posibilidades de exportación, lo que repercute de forma directa en el Bajo Cinca. De hecho, como ejemplo, las tierras de regadío de Fraga producen cada año alrededor de 280 millones de kilos de fruta y de ellos, la mayoría tienen como destino la exportación.

Para compensar la situación, se está trabajando en la apertura de nuevos mercados y, dentro de ellos, los más emergentes son China y Emiratos Árabes. Pero, según el responsable comarcal de UAGA, Manuel Rausa, los envíos "todavía son muy puntuales, especialmente por los problemas logísticos existentes y los riesgos a los que debe someterse el productor". Por ello, entre otras cuestiones, los sindicatos creen que es necesario mantener las retiradas de fruta. "Hace falta una mayor planificación de las administraciones, ya que suelen reaccionar varias semanas después del derrumbe de los mercados, lo que acarrea importantes pérdidas para los agricultores", insistió Rausa. "Todo debe estar preparado para reaccionar con premura y evitar que seamos los paganos de la situación", añadió.

De momento, los precios están por debajo de lo esperado, salvo la cereza, que ha registrado una campaña aceptable. Durante la próxima semana, comenzará el grueso de la recogida de melocotón, nectarina y paraguayo. Sobre las variedades tempranas, Portolés indicó que los precios están siendo inferiores a los registrados el pasado año, por lo que vaticinó que tendrán complicado superar los costes. Los productores confían en disfrutar de un verano caluroso que dispare la demanda de fruta.

Más mano de obra

Aunque todavía se carece de cifras oficiales, el incremento de la producción hace pensar en un aumento de la mano de obra. En 2016, alrededor de 7.500 temporeros fueron contratados para afrontar la campaña de fruta en las comarcas del Bajo Cinca y La Litera. En esta ocasión, el número podría crecer. De hecho, al haber experimentado una gran floración, los productores han necesitado de más trabajadores para completar las labores de aclareo y, en algunos casos, han adelantado las contrataciones.

Todos los años el perfil del temporero es muy similar. La mayoría son hombres de 35 a 39 años de edad y de nacionalidad extranjera, que obtienen un contrato de carácter temporal. Del conjunto, un alto porcentaje residen en alojamientos facilitados por el productor o en viviendas de alquiler, que suelen compartir con otros compatriotas.

Ahora bien, hay un porcentaje que tiene dificultades para encontrar un lugar digno para vivir y en muchos casos acaban ocupando almacenes, pajares o edificios abandonados e, incluso, creando asentamientos en zonas de campo al aire libre. El año pasado 2016, como ejemplo, el personal de Cáritas detectó hasta 16 infraviviendas en las que convivían alrededor de 250 temporeros en cuatro municipios del Bajo Cinca y el Cinca Medio.

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